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Comunidad de Acteal aún pide justicia por la matanza de 45 de sus seres queridos

FOTO: CORTESÍA FRAYBA/CUARTOSCURO.COM

La farsa de la “Verdad Histórica” sobre Ayotzinapa no ha sido la única gran mentira en los tiempos recientes de nuestro país. Con Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se recurrió a infinidad de mentiras para ocultar la verdad de diversos crímenes de Estado.

Aguas Blancas, El Charco, El Bosque, Tlatlaya, Atenco, Acteal, son algunos ejemplos de los montajes de gobiernos pasados para encubrir crímenes o para ocultar la negligencia del Gobierno en turno, todo bajo el amparo de una política de represión y sangre ordenada por mandos civiles.

Esta es de una de esas, las otras mentiras históricas. Acteal, Chiapas, 22 de diciembre de 1993, las mentiras de Ernesto Zedillo y de Jorge Madrazo.

“Necesitamos saber ¿Quién fue?, ¿Qué motivos?, ¿Quién planeó?, si es que alguien planeó esto ¿Por qué?  darle a conocer a la opinión pública los resultados de la investigación cuando estén las pruebas y las evidencias”, dijo el ex procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuéllar. 

Estas fueron las palabras del entonces procurador general de la República, Jorge Madrazo, dos días después de la matanza de Acteal, Chiapas, donde fueron masacradas 45 personas, 21 mujeres, cuatro de ellas embarazadas, 15 niñas y niños y nueve hombres.

Ese 22 de diciembre de 1997, quedará manchado en rojo como una de las peores matanzas en la historia de México. Ese día, un grupo de paramilitares rodeó la comunidad de Acteal y atacó a balazos a indígenas de la organización de “Las Abejas”, un grupo pacifista de origen maya-tsotsil y cristiano cuyo objetivo era promover la paz, la justicia y el antineoliberalismo en la región. 

La agresión ocurrió cuando hombres, mujeres y menores de edad se encontraban orado. “Estábamos en una jornada de oración, cuando llegaron los paramilitares, priistas del frente cardenista, llegaron aquí en Acteal, y los paramilitares, fueron 200 personas, que vienen de diferentes comunidades y entonces como la comunidad de Acteal es muy pequeña, entonces rodearon todo y fue lo que pasó aquí en Acteal”, narró la sobreviviente de este hecho, Juan Gómez. 

La entonces Procuraduría General de la República (PGR) dijo que darían con los responsables sin importar el partido político a fin de hacer justicia; sin embargo no fue así. Tras un año de investigaciones, la PGR presentó su versión de los hechos, un documento llamada “El libro blanco de Acteal”, el cual era un informe de más de 100 páginas, donde la institución aseguraba que la matanza fue producto de las diputas entre grupos locales. 

Ese documento se convirtió en revictimizante hacia la víctimas de este hecho al deslindar las responsabilidades, tales como no atender los llamados previos que hicieron las y los habitantes de Acteal, en los que alertaron de la existencia de grupos paramilitares en esa zona. 

Estos grupos estaban entrenados y financiados por grupos priistas y caciques locales. “Hacen toda una relatoría en donde tratan de explicar, cómo fue, por qué fue, pero no con las verdaderas razones, arman una verdad legal, que tratan de hacer pasar por una verdad histórica”, señaló la autora del libro “El dolor de Acteal”, Mónica Uribe. 

Por su parte, el investigador de la Universidad de Guadalajara, Efrén Orozco expresó que “se remite a conflictos entre comunidades, un poco alentando estos dañinos estereotipos del indígena bélico, y que no son capaces de resolver sus problemas de una manera pacífica, es lamentable esta versión, existe, y que minimiza totalmente la injerencia del estado en el proceso de la masacre de Acteal”. 

Investigaciones y testimonios posteriores comprobaron lo que la PGR había negado junto con el gobierno de Ernesto Zedillo. Este material visibilizó que lo ocurrido en Acteal fue un ataque artero a la comunidad, con el cual se buscaba desestabilizar la zona y dividir a los grupos indígenas para que dejaran de apoyar al ejército zapatista de liberación nacional.

Para el gobierno de Zedillo el EZNL era visto como un peligro para la seguridad nacional y estatal. Cabe recordar que la aversión de Zedillo hacia este grupo comenzó cuando se propuso capturar al subcomandante Marcos con el fin de terminar con esa organización, que se levantó contra el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. 

Para capturarlo, Zedillo planeo una emboscada y ofreció a Marcos y al EZNL una reunión de alto nivel en la comunidad de Guadalupe Tepeyac y así tratar el tema de la pacificación en la región, pero Marcos y el EZNL descubrieron el plan y no asistieron, lo que provocó la furia de Zedillo. Después vendría el suceso en Acteal. 

“Quienes participaron aquí en Acteal fueron encapuchados, con un pañuelo rojo en su cuello, vestidos de seguridad pública, entonces se nota claramente que es planeado desde los tres órdenes de gobierno, del presidente municipal, del gobierno del estado, del presidente de la república”, expresó Juan Gómez. 

Cerca de Acteal se encontraba un campamento militar, los cuerpos de seguridad nunca intervinieron para detener la masacre, por lo que dejaron que por más de seis horas los paramilitares asesinaran a 45 personas. 

Unos días después de la matanza fueron arrestados unos 46 presuntos agresores de filiación priista y cardenista. También fue arrestado el presidente municipal de Chenalhó, Jacinto Arias Cruz, acusado de ser el instigador de la masacre. 

Además, el gobernador de Chipas, Julio César Ruiz Ferro, y el secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, ambos renunciaron en un clima de acusaciones por su falla de prevenir la masacre. 

Actualmente, la comunidad de Acteal sigue unida y aún exige justicia por lo ocurrido. 

 


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