El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó, este lunes, los resultados del Censo 2020. En la información resaltó que es la primera vez que se incluye a la población afrodescendiente o afromexicana.
Se contabilizó una población total de 126 014 024 personas en la República Mexicana. De ellas 2.5 millones son afrodescendientes o afromexicanas y 7.3 millones de personas son hablantes de lenguas indígenas.
POBLACIÓN HABLANTE DE LENGUAS INDÍGENAS
En el país se cuantificaron 7 364 645 personas hablantes de lenguas indígenas, de los cuales 3 581 198 son hombres y 3 783 447 son mujeres. Según estos datos las principales lenguas indígenas son náhuatl, maya, mixtecas, zapotecas, tzeltal y tzotzil. En el censo del 2010, estas lenguas también eran consideradas las principales.
- Náhuatl se contabilizaron 1 651 958 hablantes de los cuales 798 33 son hombres y 853 625 son mujeres.
- Maya se contabilizaron 774 755 hablantes de los cuales 398 124 son hombres y 376 631 son mujeres.
- Mixteca se contabilizaron 526 593 hablantes de los cuales 245 724 son hombres y 280 869 son mujeres.
- Zapoteco se contabilizaron 490 845 hablantes de las cuales 234 164 son hombres y 256 681 son mujeres.
- Tzeltal (Tseltal) 589 144 total de las cuales 290 824 hablantes son hombres y 298 320 son mujeres.
- Tzotzil (Tsotsil) total de 550 274 de los cuales 268 250 hablantes son hombres y 282 024 son mujeres.
En comparación con el año 2010, se identificaban 6 913 362 de personas hablantes de lenguas indígenas, de las cuales 3 516 163 eran mujeres y 3 397 119 hombres. Se registró un incremento de 451 mil personas. Sin embargo, en términos porcentuales, hubo una disminución del 6.6% al 6.1% de personas que hablan lenguas indígenas.
Las principales entidades federativas con población hablante de lenguas indígenas son:
Cabe destacar que del total de 7 364 645 de población hablante de lenguas indígenas sólo 6 423 548 hablan español. En el caso de personas que no hablan español (monolingüismo) el censo cuantificó a 865 972 personas de las cuales 318 444 son hombres y 547 528 son mujeres. Tales cifras son menores en comparación con los datos del 2010, en el que se contabilizaron 1 096 512 personas, de las cuales 422 143 eran hombres y 674 369 mujeres.
Hogares con población indígena
Se identificaron 11 800 247 de hogares en las que habita algún hablante de lengua indígena. El censo consideró “las viviendas donde la jefa o jefe, su cónyuge o alguno de los ascendientes de éstos, declararon hablar alguna lengua indígena” (INEGI, 2020). De ellos 6 024 762 son mujeres y 5 775 485 hombres. La edad mediana de esta población es de 26 años en comparación con el resto de población que es de 29 años.
Condición de alfabetismo
Entre los datos sobresale la condición de alfabetismo en la población de 15 años y más que hablan lenguas indígenas, ya que en total se contabilizaron a 4 746 869 alfabetas y 1 252 888 de analfabetas en el país. Las mujeres sobresalen en los datos: doblan en cifras a los hombres en analfabetismo y están rezagadas en alfabetismo, tal como lo muestran las siguientes gráficas:
Actividades económicas
En el país se cuantificaron que, de 6 337 891 personas, de 12 años y más que habla lenguas indígenas, 3 089 598 son hombres y 3 288 293 son mujeres. En total 3 856 269 son población económicamente activa. En el primer grupo 2 447 400 son hombres que pertenecen a la población económicamente activa y 1 408 869 son mujeres económicamente activas. Cabe señalar que, del total, 3 790 814 mientras que 65 455 están desocupadas, tal como se observa en la siguiente gráfica:
LA POBLACIÓN AFROMEXICANA O AFRODESCENDIENTE
Según los resultados del Censo 2020 se contabilizaron a 2 576 213 de personas que se consideran afrodescendientes o afromexicanas y representan el 2.0% de la población total. De ellos 1 278 596 (49.6%) son hombres y 1 297 617 mujeres (50.4%). El 7.4% habla alguna lengua indígena y la edad mediana es de 32 años.
Las principales entidades federativas que cuentan con hogares con población afrodescendiente o afromexicana son:
Las principales entidades federativas con población que se considera afrodescendiente o afromexicana son:
Alfabetismo
El censo señala que de los 2 035 573 de personas que se reconocen como afrodescendientes o afromexicanos, de 15 años y más, 1 924 405 se encuentran en condición alfabeto mientras que 107 236 son analfabetas, en el país. En este caso las mujeres superan a los hombres en la condición de analfabetismo por una diferencia de 32.4%, mientras que en condición de alfabeta las mujeres superan a los hombres por una diferencia de 6 178 (.6%).
ACTIVIDAD ECONÓMICA
Son 2 148 980 la población de 12 años y más que se considera afromexicana o afrodescendiente, 1 062 112 son hombres y 1086 868 son mujeres. En total, en el país 1 412 375 son población económicamente activa, tal como se muestra en la siguiente gráfica:
Del total mencionado, 832 694 son hombres y tienen una condición de actividad económica activa y 579 681 son mujeres.
Censo 2020: Justicia y ambigüedad a la tercera raíz en México
Los criterios censales aún resultan ambiguos, sin embargo, es la primera vez que se censa a la población afromexicana.
En los resultados presentados el lunes pasado se resaltó que es la primera vez que se incluye a la población afrodescendiente. Y aunque desde hace tiempo ya empezaba a vislumbrarse esa necesidad, no fue sino hasta el último censo que se incluyeron preguntas sobre la autoadscripción a la afrodescendencia.
Cabe destacar que la inclusión de esta población en el censo no es un hecho fortuito, sino que responde a una larga lucha histórica de la población afrodescendiente en México. En el pasado intercenso (2015) ya se vislumbraba el interés por prestar atención en el tema, no obstante, los intentos habían sido fallidos y escandalosamente ambiguos. Además, el censo del 2020, se enmarca como una de las tantas estrategias del Decenio Internacional para los afrodescendientes (2015-2024) que reconoce que “hay 200 millones de personas que se identifican a sí mismos como descendientes de africanos que viven en las Américas” (ONU).
Ahora bien, uno de los enormes problemas que se exaltan en estos intentos –aún insuficientes– es la persistencia de generar variables independientes que no logran la interconexión necesaria que visibilizar la interseccionalidad de las categorías. Por ejemplo, sobresale la autoadscripción a la afrodescendencia -en la que todavía resalta como característica principal el fenotipo–pero no se aplica a la población indígena, por lo que se incluye la categoría de “hogares con población indígena” en las que habita algún hablante de lengua indígena.
Resalta que en las instituciones persisten los imaginarios que dictan las características para clasificar la pertenencia o adscripción a un grupo étnico. Si bien, facilitan el análisis cuantitativo, resultan insuficientes y responden a un sistema que omite y genera vulnerabilidades a través de categorías que racializan a las identidades. En los imaginarios institucionales prevalece la idea de que lo indígena es sinónimo de vestimenta o lengua.
Al sistema le sigue pareciendo que la lengua tiene un valor fundamental por lo que, en este censo, al menos en estos primeros resultados, no aparece el resto de las 61 lenguas. Además, qué pasa cuando la lengua ya no es una variable única para definir la pertenencia a un grupo étnico. Qué pasa con los grupos indígenas del norte, sólo por mencionar un ejemplo, cuyos hablantes son muy pocos por lo que su identidad radica en la pertenencia a la memoria, a la transfronterización y otras prácticas culturales. Qué pasa cuando el color de la piel no responde a la autoadscripción aunque sí a las raíces, asímismo no se hizo hincapié en cuántos de los que se reconocen afrodescendientes provienen de otros países. Qué pasa con la adscripción al género y no sólo al sexo.
En el censo se consideran los tipos de familia y parentesco, tanto en población de hablantes indígenas como en la población afromexicana o afrodescendiente, pero no hay puntualidad en el género, lo que conlleva a seguir insistiendo en la necesidad de categorías interconectadas, porque los conceptos no son aislados, no están fijos ni son estables: son relacionales y están sujetas al constante cambio. Asimismo, replantear las categorías y los criterios de adscripción o reconocimiento permitirán cuestionar a un sistema que racializa, marginaliza, discrimina y rechaza.
El reconocimiento de la tercera raíz es parte de la justicia que adeuda la historia con este grupo, que durante largo tiempo ha estado invisibilizado ante las instituciones lo que ha impactado en la marginalización de programas sociales y también a la continuidad de una estructura y sistema racial.