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Detrás de la Cruz Roja no sólo son ambulancias, sino historias

Desde que se fundó la Cruz Roja Mexicana, a principios del siglo XX, la organización se ha comprometido con la atención y asistencia humanitaria, sin fines de lucro, en el país. Sin embargo, detrás de estos compromisos humanitarios se rastrean un sinfín de historias de las personas que colaboran con las diversas actividades a favor de la ayuda humanitaria. 

 

En el día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna, Once Noticias conversó con personal de la Sede Nacional, sobre el significado de trabajar en ella, sobre la relevancia de empatizar con la organización y sobre los desafíos que se enfrentan los trabajadores y trabajadoras en la actualidad, porque detrás de las ambulancias y la atención de emergencias hay un enorme trabajo y esfuerzo que realiza todo el personal.

 

“Lo que más me gusta es ayudar a las personas sin ninguna distinción o discriminación. Me gusta ayudar a todos y todas por igual”, Alejandra.

 

Al llegar a la estación de Urgencias de la Cruz Roja Mexicana, en su sede nacional, se percibe cierta tranquilidad. Pese al contexto pandémico, en los alrededores del inmueble, se observan apenas algunos transeúntes y puestos de comida al que acuden los trabajadores de la Cruz, cuando salen a comer. No hay, tal como se esperaría, movimiento exacerbado en la caseta de urgencias. Al llegar, Israel Hernández recibe a Once Noticias con el ánimo de platicar y de dar a conocer la labor de su equipo de trabajo.

 

Israel Hernández Cárdenas, tiene 45 años, de los cuales quince de ellos los ha dedicado a la Cruz Roja Mexicana. Es técnico en urgencias médicas, operador de vehículos de emergencia y lleva 3 años, en la Comisión de jefatura de guardia del turno vespertino. Al preguntarle sobre el significado que la institución tiene en su vida, a lo largo de estos años, compartió, que la Cruz Roja es una Institución que demanda una capacitación permanente y mucha concentración, “a veces dejamos a la familia y amigos, pero trabajar en estas actividades es muy gratificante,” dijo animado.

El impulsó que lo llevó a unirse a la Cruz Roja fue cierta atracción que tenía hacia las ambulancias, al respecto dijo: “siempre me llamaron la atención hasta que en 1999 me acerqué a la CRM para presentar mi examen de admisión y me quedé. Desde entonces estoy aquí.” Dijo que la mayoría poseen dos profesiones, “yo, por ejemplo, soy enfermero general. Nunca ejercí, porque llegué a la Institución,” dijo.

 

Al charlar sobre las experiencias que lo han marcado compartió a Once Noticias que han sido muchas, “pero algo que siempre nos marca es la atención a niños y niñas. Hace cinco años un niño se cayó al Lago de Chapultepec. Cuando llegamos el pequeño estaba con paro cardíaco. Le brindamos atención, logramos sacarlo del paro y lo llevamos al Hospital Pediátrico, para su atención. Es una de las experiencias que me han marcado.” Señaló que “socialmente un menor siempre marca más. Ver que el niño salió adelante, me dejó muy marcado y fue muy gratificante.”

 

El jefe, como algunos lo conocen, comentó que uno de los desafíos que enfrenta la Institución es que hay poca comprensión en la inmediatez de la atención que brindamos: “en la atención tenemos prioridades o a veces, saturación de emergencias. Eso nos lleva a retrasarnos. La gente debe entender que tenemos que brindar atención a una población grande.”

 

Compartió que en la Sede nacional tienen de 7 a 9 ambulancias, “según el personal que labore entre voluntarios y remunerados. En el turno vespertino labora, aproximadamente, un escuadrón de 30 personas más los voluntarios que se puedan integrar. Tenemos cuatro jornadas: matutina, vespertina, nocturna y acumulada. Por ejemplo, con lo que ocurrió hace unos días en la línea 12 del metro, desplegamos 46 ambulancias en la catástrofe, además de los apoyos del Estado de México.”

 

Israel enfatizó que detrás de la Cruz Roja hay un numeroso personal que labora en la organización, “solemos pensar sólo en ambulancias, pero tenemos un equipo grande entre voluntarios y personal remunerado. La gente que trabaja aquí lo hace porque hay un gusto enorme y una enorme gratificación.”

 

Alejandra Salinas y Antonio Ramírez, son estudiantes y forman parte de la cuadrilla que coordina Israel, en el turno vespertino. Ambos están en la Escuela Nacional de Técnicos en Urgencias Médicas (ENTUM). Al conversar con Once Noticias, denotan nervisosismo, aunque alegría por compartir lo que hacen.

 

Alejandra, vive en Iztacalco y viaja, todos los días, a Polanco. Tiene 25 años y sus ojos, pese al nerviosismo por la entrevista, delata pasión al hablar sobre su profesión: “desde niña, las ambulancias me llamaron la atención. Me enteré de la Escuela de Técnicos en Emergencias Médicas y decidí ingresar para dedicarme a esto. A mi me gusta mucho ayudar a las personas. Siento una gran satisfacción. En la Escuela estamos 6 o 7 meses en el aula, con práctica y teoría y después pasamos al área de socorro, para hacer prácticas en ambulancias. Luego hay un examen de conocimientos. Nosotros ya hacemos prácticas en ambulancias. Nos apoyó el personal que labora aquí y nos enseñaron todo, todo.” Destacó que lo que más le gusta a ella “es ayudar a las personas sin ninguna distinción o discriminación. Me gusta ayudar a todos y todas.”

 

Antonio tiene 32 años, vive en Tláhuac y también viaja todos los días a la sede nacional, para hacer sus estudios de paramédico: “una vez pasé por un kiosco que daba primeros auxilios. Me acerqué, pedí informes y me dijeron que estaba la Escuela Nacional de Técnicos en Emergencias Médicas. Decidí ingresar porque me gustó. Al charlar sobre la experiencia y significado de su trabajo en la institución, Antonio dijo que es “muy gratificante, considero que cuando el paciente te da las gracias es el mejor pago que uno puede recibir “

 

 Antonio le gusta la incertidumbre del trabajo: “nunca sabes si te va a tocar atender un trauma o una enfermedad leve. Lo más impactante que me tocó fue atender un traumatismo craneoencefálico grave: fue un motociclista que no llevaba casco al circular sobre una avenida. Un camión lo impactó. Tuvo un traumatismo craneoencefálico grave y lo llevamos al hospital.”

 

Para ambos estudiantes, unas de las cosas que destacan del trabajo y de la escuela es que les enseñan la importancia de la disciplina y el trabajo en equipo. “Aparte de conocimiento teóricos y fundamental sobresale el trabajo en equipo. Es fundamental,” dijo Antonio.

 

Al interior de una ambulancia

 

Alejandra y Antonio llevaron a Once Noticias a conocer el interior de una ambulancia, para explicar cómo funciona. Alejandra comentó, al señalar unas conexiones sobre el interior: “aquí va el oxígeno, también tenemos otra abajo.” La paramédica dijo que el protocolo para salir es el siguiente:

 

“Cuando llega una emergencia la central de radio nos reporta el motivo de la llamada. Buscamos la ubicación exacta y pedimos referencias, una tienda y así. Nos preparamos con nuestro equipo (guantes, lentes de seguridad) si es un accidente vial nos preparamos con casco, en caso de que tengamos que hacer rescate y evitar que algo nos golpee la cabeza. Verificamos que la escena sea segura, para los pacientes y para nosotros o el equipo que esté ahí.”

 

Cuando hay poca gente atienden a cinco personas, sin embargo, cuando hay emergencias masivas les ha tocado atender entre ocho hasta quince personas. Ambos laboran ocho horas diarias y tienen jornadas acumuladas 24 horas.

 

En tiempos de pandemia: entre la incertidumbre y la violencia

Al conversar sobre los desafíos de trabajar en tiempos de pandemia, Alejandra dijo que les ha tocado atender algunos casos por COVID-19. “Al principio nos tocaban personas con síntomas leves y hubo casos de síntomas graves, que necesitaban hospitalización. Antes de ingresar al domicilio, preguntamos datos esenciales como síntomas o si los familiares han padecido por la enfermedad, esto nos permite tomar las medidas necesarias,” dijo. Por su parte, Antonio comentó que a él le han tocado muy pocos casos, porque lleva muy poco en la estación: “tengo apenas dos meses, así que he visto muy pocos. Sin embargo, conozco el protocolo. Si hay síntomas de probable COVID-19 o es un paciente grave, nos ponemos el traje Tyvek. Después de llevar al paciente nos toca a nosotros pasar por el proceso de desinfección, tanto a nosotros como a la unidad.”

 

Los estudiantes compartieron que han sido testigos de la violencia al personal y a las unidades, al respecto, Alejandra dijo que “sí nos ha tocado que nos violenten: una vez un señor pateó la unidad y rompió un vidrio, porque la ambulancia tardó en llegar. Hemos visto que agreden al personal, porque tarda o por otros motivos. Sí hay algunos riesgos y sí nos han tocado.”

 

Tanto Antonio como Alejandra consideran que el tránsito vehicular y la falta de entendimiento de las personas, sobre la labor que realizan, son otros de los desafíos que enfrentan. Pese a ello, los estudiantes destacan entre algunas risas y alegría que resplandece en sus ojos, que les gusta mucho su trabajo.

 

Antonio quiere quedarse a trabajar en la estación de la Sede Nacional, porque le encanta dice que es un trabajo diferente. A él la gusta la expectativa e incertidumbre de lo que puede llegar en el llamado de emergencia, “no es el típico trabajo, varía mucho, no estamos sentados por mucho tiempo, siempre estamos a la expectativa”.

 

Alejandra quiere llegar al nivel avanzado y especializarse en búsqueda y rescate urbano, “como los que estuvieron en la catástrofe de la línea 12 del metro, los que buscan a personas que se encuentran bajo las estructuras colapsadas.” Le llama la atención la logística, el análisis y el trabajo que hacen para ingresar a buscar personas. “Me gustaría especializarme en eso.”

 

Los estudiantes concluyeron con la reflexión de que todos los días son importantes para la Cruz Roja Mexicana, por lo que invitan a la población a sumarse como voluntarios, como estudiantes de las escuelas, a capacitarse y a informarse de lo que hacen.

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