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Esther brinda apoyo a personas migrantes que llegan a ciudad Juárez

FOTO: DENISSE HERNÁNDEZ /CUARTOSCURO.COM

En la Ciudad Juárez, casi la mitad de su población es de origen migrante, la otra mitad es migrante ocasional. La mayoría de las y los juarenses ha vivido el fenómeno migrantes, por eso acompaña a las y los extranjeros en su caminar. 

Para Esther no hay duda, las y los migrantes son hermanos necesitados a quienes hay que ayudar. A pesar de origen humilde, desde hace meses, esta mujer abre las puertas de su casa a migrantes que han colapsado la ciudad.

“Yo en lo que tengo de vida nunca me había tocado que vinieran así tantos que haitianos, venezolanos, cubanos, pero cuando vienen, hay que abrirles la puerta no podemos dejarlos a la deriva”, dijo la habitante de Ciudad Juárez, María Esther Acosta. 

Ella cumple la máxima cultura popular mexicana: “mi casa es tu casa“.

“Quien quepa aquí en la casa que es la casa de ustedes, es bien recibido, y es lo mismo que les inculcó yo a mis hijos, a mis nietos, que hay que tener esa empatía. Aquí, en Ciudad Juárez somos muy solidarios, somos gente que hemos apoyado muchas veces y cuando apoyamos, lo hacemos de corazón”, agregó Esther Acosta. 

Pero no sólo su casa, Esther abraza a las y los migrantes y les abre las puertas de su corazón. Aunque no sabe de letras, a eso, ella le llama humanismo.

“Debemos ser solidarios, humanitarios echarles la mano, nada nos cuesta, no tenemos mucho, pero lo poco que yo tengo se los brindo de corazón y Dios sabe que no les cobró un peso, ni hago tampoco negocio con ellos, ni nada”, comentó. 

La bondad de Esther es comprobada por Elías, caraqueño que hace cuatro meses se vio orillado a dejar su país. Él comentó que Esther se convirtió en un ángel para él y apareció minutos antes de que se entregara a la patrulla fronteriza. 

“Éramos cinco y nos quedamos con 100 pesos y dijimos qué vamos hacer con 100 pesos y nos sentamos afuera del Oxxo y llegó el ángel llamada doña Esther, que es mi mamá que tengo acá y muy agradecido con doña Esther, con toda su familia, me han brindado apoyo, me han motivado, que le eche ganas a la vida y como todo, hay que tener fe por un mejor futuro. Es como si fuera mi mami, como me quiere, me Jala las orejas”, dijo Elías. 

Para Elías, Esther es su segunda mamá, quien además de acogerlo le ayudo a encontrar empleo. Recuerda que su natal Venezuela trabajaba de barbero, pastelero y reparados de celulares, pero el sueldo no le alcanzaba para sostener a su familia.

“Un sueldo mínimo es del que trabaja en una empresa por decirlo acá en una maquila, el sueldo mínimo es de cinco dólares, siete dólares al mes y eso para un sustento de una familia no alcanza”, declaró Elías. 

Gracias al cobijo de Esther, Elías retoma fuerzas para reponerse, ya trabaja y puede ahorrar para continuar su viaje hacia al norte. 

“A esta gente hay que verla como familia, como familia no como un extraño, no como un apestado, es familia. Él es como mi hijo. Aquí, me han tratado mejor que mi propia casa”, finalizó Elías. 


 

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