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Estudios sobre las masculinidades, una oportunidad para combatir la violencia

Los estudios sobre la masculinidad son un área de investigación que se ha abordado, principalmente, desde las ciencias sociales. Devienen de los estudios de género y nacen al calor de la academia feminista, en la década de los setenta, en el mundo anglosajón (se conocieron como los Men’s Studies).

 

Estos estudios sentaron ciertas bases para abordar la masculinidad e identidad masculina, en relación con modelos hegemónicos que no consideraban otras categorías que atravesaban a los varones y sus relaciones sociales.

 

En América Latina, a finales de los ochenta, comienzan a desarrollarse investigaciones sobre los varones desde una perspectiva de género, tal como señala Mara Viveros Vigoya (2003), citada por el investigador Óscar Misael Hernández (2007).

 

Hacia los noventa, los estudios en la región, se basaron en los modelos propuestos por los Men’s Studies, sin embargo, plantearon nuevas formas metodológicas para abordarlos, por ejemplo: reconocieron la diversidad de identidades de los hombres y sus diversas experiencias, por lo que sustituyeron  masculinidad por masculinidades. Además, consideraron otras categorías de análisis lo que complejizó las experiencias, tal como expone Óscar Hernández en su investigación.

 

Once Noticias conversó con Christian Ángeles, doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Estudios Regionales (El Colegio de la Frontera Norte) para conocer su perspectiva sobre estos estudios y los desafíos en el contexto actual, en cuyas cifras se expresa la persistencia del machismo como una práctica ‘normalizada’: en México, 10 mujeres son asesinadas diariamente por hombres. 

 

Intentar aventajar a las mujeres es una acción terrible y muchos varones somos participes de ello”.

 

Christián Ángeles comparte con Once Noticias que el concepto y la categoría de Masculinidad “está formado por diferentes elementos con base en lo que conocemos como género. Estos elementos están dados por todas las actividades que han sido asignadas a los cuerpos sexuados biológicamente con un pene. Los estudios en torno a las masculinidades son una rama de los estudios del feminismo, ahí tuvo su punto de partida”.

 

Señala que algunas teóricas del feminismo, en la década de los setenta, “pugnaron por involucrar a los estudios, las prácticas y las interacciones de los varones. Sin embargo, es en los ochenta, que en los estudios del feminismo, comienza a especificarse el estudio de los hombres y las masculinidades. Hay diferentes ramas en que los estudios de masculinidad han evolucionado: en principio, se denominaban estudios de los hombres, posteriormente estudios de género de los hombres y las masculinidades”.

 

El especialista señala que en estos estudios se han tipificado algunos tipos de masculinidad:

 

Raewyn W. Conell, una socióloga australiana, desarrolló el concepto de ‘masculinidad hegemónica’, que no es más que un tipo ideal de masculinidad que reúne todos los elementos y características que un varón ideal debía de cumplir para ser considerado en esta categoría. Estos elementos eran dados en función de criterios occidentales: varones blancos, que tuvieran dinero, trabajo, proveedores, líder de familia, etc. La mayoría de los hombres quedaban fuera de la categoría, sin embargo, sirvió para articular modelos de masculinidades”.

 

El investigador indicó que en este análisis es necesario imaginar una pirámide: “hasta arriba está la “masculinidad hegemónica’ y debajo se encuentran las ‘masculinidades subordinadas’, que están en constante pugna con la primera, ya que aspiran a colocarse en la cima.” En las masculinidades subordinadas se encuentran los indígenas o afrodescendientes.

 

El especialista señaló que a pesar de ello había matices, pues las masculinidades subordinadas se volvían cómplices y protegían a la hegemónica con la esperanza de estar arriba. Eso generó mucho revuelo en los estudios. Sirvió para enfatizar el pacto patriarcal entre los varones.

 

Al ser cuestionado sobre una posible regionalización de las masculinidades, el investigador señaló que existen elementos que pueden ayudar a definir ciertas características por región; sin embargo, resaltó que la masculinidad es una entidad superior.

 

Los procesos de deconstrucción son una manera de sobreponer y perpetuar la dominación masculina. Los procesos de nuevas masculinidades están ajustándose a ciertas demandas de las mujeres y han puesto su agenda frente al feminismo, para perpetuar sus privilegios. Enunciar una deconstrucción masculina no tiene más elementos que posicionarse políticamente frente a las demandas legítimas de las mujeres. Se pueden enunciar, pero están posicionándose por encima de las demandas de las mujeres. En una sociedad patriarcal y machista, se tienen que atender, primero las demandas de las mujeres. Intentar aventajar a las mujeres es una acción terrible y mucho varones somos participes de ello.

 

Consideró que las nuevas masculinidades atienden a todos los constructos del tema de género. “Es un camino lineal. No hay una pugna y no se contrapone, por lo que el tema de la diversidad sexual o el tema trans no está en discusión, ya que si uno se enuncia desde estas nuevas masculinidades, no debería de existir discusión o exclusión al respecto”.

 

El especialista señaló que a los hombres les toca atenderse desde su propia trinchera:

 

Nos toca apoyar sin prejuzgar, sin juzgar y ser empáticos. Enarbolarnos es un acto de protagonismo en donde los varones queremos llevar la batuta al respecto. Nos toca respetar las expresiones de las mujeres y sus luchas”.

 

Finalmente, compartió con Once Noticias que romper el pacto patriarcal es un proceso doloroso. Sin embargo, lamentó que hay procesos en los que no se va a romper.

 

Consideró que para romper con estos pactos:

 

Se deberían de romper a partir de procesos reeducativos de de(con)strucción del propio sistema de género, que actualmente determina tu posición como hombre o mujer en la sociedad. Romper con esto implica transformar las acciones machistas para erradicar la violencia contra las mujeres. Creo que no todos estamos dispuestos a hacerlo, sin embargo, derrocar al sistema de género que nos determina es necesario para generar procesos que construyan un nuevo sistema”.

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