Edith Hernández Torres es hermana de Israel Hernández Torres, un joven que fue secuestrado en el año 2012 y estuvo cuatro años desaparecido, pero en 2017 fue identificado en las fosas de Tetelcingo, en Morelos.
Edith regresó a ese lugar cuatro años después de abrir las fosas clandestinas hechas por la Fiscalía del estado de Morelos y aunque fue una experiencia dura, consideró que era necesario para cerrar un ciclo en su vida.
No pensaba regresar a este lugar, pero creo que era importante para tratar de dejar estas emociones. Agradezco haber encontrado a mi hermano, que ahora mi mamá tiene una tumba a dónde ir a dejarle una flor. Pero venir aquí es algo difícil para nosotros, es algo que no habíamos cerrado”, explicó Edith.
Durante este año Edith estuvo gestionando que en el panteón de Tetelcingo se pudiera iniciar un jardín o algo que no le afectará al panteón.
María Concepción Hernández fue la mujer quien descubrió la fosa clandestina de Tetelcingo, pues en la búsqueda de su hijo Oliver la llevo a mostrar la creación de fosas clandestinas de autoridades.
En ese lugar todo comenzó porque Oliver fue secuestrado. Hacen el levantamiento de cadáver y llega al forense de Morelos. Su familia identificó el cuerpo, pero no sé lo entregaron, porque le dijeron que tenían que hacer las pruebas periciales para la identificación. La familia se va esperando que todo estuviera bien. Pero cuando la familia regresa les dicen que ya se lo habían llevado a inhumar en este panteón. Como la mamá de Oliver ya sabía de está fosa, hizo que lo sacaran, vinieron de la fiscalía y empiezan a sacar los cuerpos hasta encontrar a Oliver, era de los que estaban abajo, nos pidió apoyo a las familias que estaban en búsqueda, a la Universidad y a diferentes actores políticos a cómo Javier Sicilia para que el gobierno y la Fiscalía abrieran esa fosa y se identificaran esos cuerpos”, relató Edith.
“A las exhumaciones vinieron familias de varios estados a buscar a sus desaparecidos y ahí encontraron a mi hermano, pero nos enteramos dos meses después cuando nos avisaron que uno de los cadáveres coincidían con nuestro ADN en 99% de compatibilidad y fue así como regreso a casa Israel”.
Dentro de los detalles de identificación, Edith mencionó un dato, pues señaló que el problema es que muchas veces las familias no saben quiénes deben aportar esa información, pues hay que tener en cuenta que si el desaparecido es hombre, necesitan el linaje masculino, y si es mujer, necesita el linaje materno
A cuatro años de trabajar en la fosa de Tetelcingo, sólo se han identificado a doce personas de 117 encontradas.
En el panteón de Jojutla pasó una situación similar pues se tenía el registro de 35 cuerpos y se localizaron 85, el problema de este lugar es que por la falta de un trámite burocrático no iniciaron la confronta genética para la identificación de las personas localizadas.
Pasaron cuatro años para que hicieran una validación de perfiles genéticos. Es un trámite burocrático donde tienen que sentarse cuatro instituciones, pero lo hicieron hasta principios de este año. La Fiscalía del estado, Universidad de Morelos, Policía federal, y FGR. Aparte de sufrir una desaparición, cuatro años de espera, hasta ahora van a empezar a salir las coincidencias”, externó la buscadora.
Los colectivos de Morelos estuvieron trabajando. Sacaron los cuerpos de los Servicios Médicos Forenses (Semefos) y exigieron públicamente que identificaran a todos los cuerpos localizados y que las familias formaran parte de este proceso.
“Sabemos que no es perfecto y como familias no lo avalamos, pero estamos como observadoras tratando de hacer lo mejor posible y recolectando las violaciones a los derechos humanos. Si no obligamos a las autoridades, ellas no lo hacen y si lo hacen, tratan de hacerlo mal. No nos están haciendo un favor, ellos tenían que hacer su trabajo desde antes de que ocasionaran está crisis y ahora no se pueden colgar ninguna medalla. Esto vino a cambiar la estrategia, para que si hay algún identificado puedan localizarlo de nuevo. Nosotros no confiamos totalmente en este nuevo proceso porque también vemos que los hacen mal”, concluyó Edith Hernández.