Colectivos de todo el país hicieron una protesta contra el asesinato de Aranza Ramos Gurrola, una mujer activista que buscaba a su esposo Bryan Omar Celaya desaparecido el 6 de diciembre del año 2020 en Guaymas, Sonora.
Aranza pertenecía al colectivo de “Guerreras buscadoras de Sonora”. Según la versión oficial, hombres armados entraron a la casa de la activista y dispararon contra ella hasta quitarle la vida el pasado 15 de julio.
El caso quedó en manos de la Fiscalía estatal. En comunicados afirmaron que la principal línea de investigación está relacionada con su trabajo en la defensa de los derechos humanos y la búsqueda de personas desaparecidas en esa entidad.
Once Noticias habló con María Teresa Valadez, mejor conocida como “Marité”, que busca su hermano Fernando Valadez Kinijara, desaparecido el 11 de agosto del 2015.
Marité es fundadora del colectivo “Guerreras Buscadoras” al que pertenecía Aranza y explicó que se está exigiendo justicia por la muerte de la buscadora en Guaymas, Sonora.
Las desapariciones siguen pasando en Guaymas. Hay muchas fosas con cuerpos calcinados, muchas casas de seguridad y muchos campos de exterminio”, dijo la activista.
Marité explicó que el clima de violencia contra las buscadoras es preocupante pues ella fue desplazada del estado de Sonora por amenazas de muerte tras la localización de fosas clandestinas.
“Las amenazas vienen directamente de los grupos paramilitares, porque estamos destapando fosas, cloacas que calientan la plaza. Nosotros decidimos dejar de buscar por la situación que se estaba viviendo. Aranza nos es la primer miembro del colectivo que asesinan, también está don Octavio quien buscaba a su hijo con Guerreras buscadoras y también sucedió el homicidio de un muchacho que buscaba a su madre el año pasado”, comentó Marité.
El colectivo ha manejado con bajo perfil el asesinato de sus miembros por temor a más represalias y poner a más personas en riesgo.
“Ellos (los paramilitares) te buscan si haces ruido” explicó Marité.
“Nosotros decidimos no exigir justicia, no saber quién, ni porque los mataron, lo único que exigimos es que nos dejen buscarlos. Incluso llegamos a pedirle permiso a grupos paramilitares para que nos dejarán buscar sin que arremetieran contra nosotras, pero si ellos no lo permitían, no podíamos entrar. Y aunque nos llenemos de impotencia y rabia teníamos que esperar por nuestra seguridad”.
En enero, Marité habló con Aranza y le explicó que la violencia estaba muy fuerte en el valle de Sonora, que tenían que esperar a que los grupos paramilitares les dieran luz verde para que se reactivarán las búsquedas.
Aranza era una persona muy importante para el colectivo, atendía los mensajes de las víctimas que se comunicaban, creaba boletines y difundía información relevante sobre el tema.
Como persona y como intégrate, Aranza era muy importante. Pero ahora nos deja un vacío que va más allá del dolor porque nosotras nos preguntamos ¿quién sigue?. Aranza era una persona con un gran corazón y por eso nos sentimos comprometidas para que su muerte no sea en vano. Queremos que se haga visible que no nos van a parar, porque después de la muerte vamos a seguir la lucha”, concluyó María Teresa Valadez.