En La Agujita, localidad de Sabinas, Coahuila, donde colapsó la mina El Pinabete, se viven dos realidades:
La tragedia que mantiene a 10 familias en vilo e incertidumbre, y la voracidad de contratistas y empresarios que mantienen activa la industria del carbón.
“El miedo siempre está desde que sale uno, pero qué más hace uno aquí, tienes que jalar. A veces se pone dura la situación, pero tenemos que atorarle, de eso se vive aquí”, expresó Juan Carlos López, trabajador de pozo de carbón.
Como buen carbonero, Juan Carlos se juega la vida todos los días, y recuerda la vez que colapsó el pozo donde trabajaba:
“Andábamos atrás de la maquiladora y también reventamos con una pared de estas de la mina, pero si nos dió chance de salir a todos”.
La industria carbonífera concentra el 80% de los empleos en Sabinas, Coahuila. El resto lo absorben las maquiladoras.
Es un trabajo jerárquico: primero están los carboneros, quienes extraen el mineral. Luego los malacateros, quienes bajan las canastillas donde ingresan los carboneros a las profundidades.
Y los hueseros, quienes limpian el carbón y los rayados.
“Un rayado de abajo ayudante de palero, hay que ayudarle al palero a llevar la madera y tener un conteo de la gente. Los rayados de afuera reciben 1000 pesos, los de abajo varía el sueldo; yo saco 1,600″, dijo Juan Carlos López.
Los carboneros reciben 100 pesos por tonelada que le arrebatan a las entrañas de la tierra. Llegan a sacar cuatro al día.
Desde el colapso de Pasta de Conchos, que cobró la vida de 65 trabajadores en febrero de 2006, han muerto 80 mineros en los pozos de la región carbonífera de Coahuila.