
Históricamente, la función reproductiva de las mujeres ha sido vista como un destino ineludible, junto con los estereotipos de lo que “debe ser” una madre: abnegada, incondicional, entregada a las demás personas, la “supermujer” que todo lo puede.
Sin embargo, en las últimas décadas, muchas mujeres han impulsado la construcción de nuevas formas de ejercer la maternidad.
En entrevista con Once Noticias, Esther Vivas, autora del libro “Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad”, señala:
“El gran problema es que nos miramos en un espejo donde nos dicen que tenemos que ser una mamá perfecta, siempre feliz, que lo hace todo bien. Pero ese ideal de maternidad no existe y nos genera mucho daño y culpa porque nunca vamos a alcanzarlo. Ser madre es fracasar, equivocarse, no poder más… es hacer lo que podemos”.
Repensar la maternidad implica reconocer que el trabajo de cuidados es esencial para la vida, pero sigue estando infravalorado. De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) subraya que el cuidado debe ser reconocido como un derecho humano universal, y un bien público, y que habrá que transformar su concepción para que deje de ser una carga individual y asumirse como una responsabilidad colectiva. Así lo plantea Esther Vivas:
“Es necesario valorar este trabajo de cuidados y entender que debe ser una tarea compartida. La maternidad no puede ser una responsabilidad exclusiva de la madre; cuidar a niñas y niños es una responsabilidad social, porque son el futuro de nuestra sociedad”.
Romper con los mandatos de género impuestos sobre la maternidad es un proceso que requiere tiempo y transformación. Según Vivas, ese cambio puede empezar desde lo cotidiano:
“Hay que reconciliarnos con la maternidad real, ser compasivas con nosotras mismas y entender que hacemos lo que podemos. Nos han vendido un ideal romántico de la maternidad que es falso: ser madre implica un trabajo duro, una carga mental enorme… y querer abarcarlo todo es imposible”.
De cara al 8M, Día Internacional de la Mujer, es momento de ver la maternidad desde el gozo y la imperfección, no desde la culpa. Ser madre o no serlo debe ser una elección libre, no una imposición.
En definitiva, el derecho al aborto y el acceso a métodos anticonceptivos son la base para garantizar una maternidad deseada y no forzada. En esta sociedad, ser madre es difícil… pero no serlo también lo es.