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Las Islas Marías: un proyecto con miras a crecer para el turismo

Desde el año 2019, se puso en operación el proyecto Centro de Educación Ambiental y Cultural “Muros de Agua- José Revueltas”, con la finalidad de impulsar actividades que promuevan el ecoturismo.

Está a punto de amanecer en Islas Marías y nos apresuramos a salir, para alcanzar el alba. Un auto “Safari” ya nos espera para ir al Faro de Puerto Balleto.

Sergio Espinoza, nuestro valiente guía y Protector de la Biosfera, nos advierte que caminaremos cinco minutos cuesta arriba.

Las personas mayores caminan acompañadas por él, mientras que Francisca, nuestra primera guía y Protectora de la Biosfera, lidera a los jóvenes. Todos nos encontramos a tiempo en el Faro luego de pasar cardones y biznagas que resguardan el camino.

Son las 5:24 horas y los rayos se asoman entre las nubes. El sol asciende y observamos el espectáculo en silencio. Al marcar las 5:45 horas, nuestros guías nos explican que este Faro pertenece a uno de los 135 que hay en el país. No es el único en la isla, pero es uno de los más cercanos al puerto.

En este lugar también hay una pequeña celda de hierro, una especie de apando llamada “la lobera”, que servía para castigar a los reos. Estaba frente al sol, para cuando estuviera en su punto más alto, la pequeña celda se calentara y quemara a la persona hacinada al interior. También hay restos de un viejo faro que operaba con candiles.

Ya de regreso, conversamos con los artesanos que ocupan un sitio en los arcos que dan al muelle. Doña Hermelinda, una artesana wixárika de San Blas, nos cuenta que es la primera vez en la isla. Lleva 15 días en María Madre.

Confiesa, mientras su esposo teje las cuentas de chaquira, que tenía miedo de viajar a este lugar, porque le tocó escuchar historias tenebrosas cuando era un centro penitenciario, además, es la primera vez que viaja en un barco.

Pero la artesana también nos confiesa que quedó sorprendida por el lugar y su tranquilidad, por lo que tiene ganas de volver pronto. Según nos relata, cada quince días, los artesanos y artesanas rotan las visitas para que todos puedan llevar su trabajo a la isla. En esta ocasión le tocó a ella y a su esposo, pero ya casi regresarán a San Blas.

Nos despedimos cálidamente de Hermelinda y nos dirigimos al ferry Islas Marías I que está a sólo una hora de zarpar.

La emoción, confieso, no faltó al subir a un transporte que para los citadinos es toda una aventura dada la lejanía con la cotidianidad marítima.

Al interior, el capitán del transbordador Islas Marías, Alan Moreno, nos da un recorrido por el barco de origen chino. El ferry, que apenas tiene casi 4 años de operación, tiene todas las comodidades para hacer un viaje de cinco horas: asientos cómodos, te ofrecen un refrigerio generoso y atención médica.

Pero sobre todo, hay atención personalizada de la tripulación de la Semar que, en todo momento, está pendiente de las necesidades de los pasajeros. El capitán nos cuenta que la tripulación se conforma de 15 personas y dos de ellas, son personal de sanidad.

Este ferry recibe a 199 pasajeros y alcanza una velocidad máxima de 25 nudos, es decir, 45 km/hora, aproximadamente. El capitán resalta que los viajes que se hacen en este transporte marítimo son una oportunidad para conocer la fauna acuática, pero también para admirar, como pocas veces se hace, al océano Pacífico.

“Muy pocas veces tenemos la oportunidad de navegar, de ver a nuestro alrededor el océano, los colores del Pacífico, las nubes. Constantemente estamos viendo delfines, en temporada de ballenas las hemos visto y hace unos meses vimos orcas. Un sinfín de cosas alrededor del viaje. Es una experiencia reconfortante”, nos comparte en una entrevista desde el centro de operación del barco.

Pero también nos relata que la operación de este transporte marítimo implica atender la categoría de protección que tiene la Reserva de la Biosfera Islas Marías.

“¿Qué implica para nosotros evitar la contaminación en el mar? Evitamos lanzar residuos (estamos hablando de materia orgánica producida durante el viaje) combustibles, aceites y llevamos un control estricto de reciclaje. Hay separación de basura constante (latas de aluminio, plásticos, cartón, residuos peligrosos). Es una parte muy enfática de la empresa: mantener el Área Natural Protegida sin contaminación”, cuenta el capitán.

Durante nuestro recorrido nos adentramos hasta las entrañas del motor y la maquinaria, ubicada en la parte más baja del barco.

Una vez que finaliza nuestro recorrido, los pasajeros suben a tomar sus lugares y aprovechamos para interceptarlos para conocer su experiencia en las Islas Marías. Una de ellas fue María Teresa, originaria de Ciudad de México quien decidió visitar este lugar acompañada de sus padres.

“Muy agradable. Es un lugar que invito a visitar”, nos dice y agrega que sus expectativas fueron superadas.

En un principio, cuando recién zarpó el barco y los pasajeros arribaron a la isla, prevalecía la emoción y todos compartían expectativas muy altas con respecto a su visita.

En ese momento, María Asunción, originaria de Guadalajara, quien por primera vez visitaba las islas, nos compartió que su principal expectativa era “conocer la vida de la isla, la zona de reserva y por el gusto de viajar en barco”, señala.

Luis Corona, originario también de Guadalajara, dijo que nunca imaginó visitar este lugar, “lo había visto con las películas o en fotografías, pero nunca pensé en mi vida, tengo 68 años, que iba a venir”. Para el tapatío, hay tres puntos que se deben visitar: el Tren Transistmíco, el Tren Maya y las Islas Marías, “los tengo que conocer son parte de conocer las cosas de la patria”.

El visitante nos dijo que el objetivo de su viaje, principalmente, era tener un fin de semana de descanso “está lejos de las aglomeraciones y de los centro turísticos que estamos acostumbrados”, sentenció.

Protectores de la Biosfera despiden a Islas María I

El barco zarpó poco después de las diez de la mañana y hubo nostalgia, como la que siempre sentimos ante cualquier despedida cuando se navega en el mar “con el corazón turbado y el espíritu en duda”, porque el viaje continuaba, pero sólo por algunas horas, cinco para ser exactos.

Y pensar que hace mucho tiempo, las navegaciones podían durar “cuarenta y tantas o más horas”, como nos recuerda José Revueltas en Los muros del agua (1941).

¿Qué sigue para las Islas Marías?

Nos quedamos un momento sobre el muelle. Los Protectores de la Biosfera se preparan para el próximo viaje: el de nosotros. Nos tocará volar de regreso en un avión de la Semar y saldremos desde el pequeño aeródromo que se ubica a unos cuantos kilómetros desde el muelle.

Miramos al mar y pensamos en la emoción que causó su descubrimiento. En nuestra visita al Museo de Sitio conocimos el principio de esta historia: cuando las Marías era “de la Concepción”, pero luego quedaron olvidadas por mucho tiempo.

Desde 2019, tal como nos cuenta el capitán Marco Bautista, director del programa y estrategia de la jefatura del Gobierno de las Islas Marías, el eje para impulsar este proyecto ha sido el de recuperar un espacio a favor de conservarlo dada su importancia ecológica y medioambiental.

De ahí que sólo se rehabilite la infraestructura, para evitar impactar a la isla. Aunque, sólo el 10% del total de las islas tienen impacto medioambiental por las actividades humanas, el resto se ha logrado conservar.

Aún se reconstruyen los caminos, porque se busca que los visitantes puedan recorrer todo el contorno de la isla María Madre, además se construye una pequeña playa, cerca del muelle, para que las personas puedan nadar como si fuera una alberca pero en el mar.

El viaje se cierra con un pedaleo en bicicleta por el muelle. Al finalizar el día, todos vuelven a su hospedaje, para preparar el regreso.

En 2019, una historia de castigos y violaciones a los derechos humanos terminó y se dio paso a la transformación con el proyecto Centro de Educación Ambiental y Cultural “Muros de Agua- José Revueltas”.

Con la visita a Islas Marías nos llevamos un poco de su memoria viva y del conocimiento de este asombroso lugar.

En tanto, la noche “está palpitante y llena de misterio”, así como la pensó José Revueltas cuando seguramente se quedó atónito ante la inmensidad de la oscuridad y el mar, aquí, en Islas Marías.

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