Ante la devastación y sin importar su edad, tuvieron que dejar los juegos y las libretas y tomar escobas, bolsas, botellas.
“Se cayeron las láminas y un pedacito de mi techo y la lona estaba tirando agua para mi cuarto”, cuenta Isabela.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia estima que alrededor de 300 mil niñas, niños y adolescentes resultaron afectados tras el paso del huracán “Otis”. Ahora levantarse de la tragedia también es su mayor preocupación.
Pedro Martín, niño de 12 años contó cómo le ayuda a su mamá a trabajar, como acarrear láminas, palos y árboles.
Pablo, también de 12 años, contó que hay muchos niños en este país y que ocupan también agua, jugo y alimentos.
Con alimentos calientes, agua potable, medicamentos y el servicio de luz, las autoridades trabajan de punta a punta de la bahía, sin descanso, para garantizar su bienestar.
Ante la devastación en la colonia Centro de Acapulco, ellas y ellos anhelan también ayudar a sus seres queridos, a su comunidad… Y de nuevo, poder disfrutar de su niñez.