El pasado 28 de abril se aprobó en la Cámara de Diputados la Ley de Menstruación Digna. La propuesta modificará el artículo 114 de la Ley Educativa, con una reforma a la fracción XVI y adicionará la fracción XVII, en materia de salud y gestión menstrual.
Fue aprobada con 432 votos a favor, una abstención y cero en contra. El dictamen pasó al Senado.
La ley tiene su antecedente en una iniciativa que presentó el año pasado la colectiva feminista Menstruación Digna México.
En un principio se propuso la eliminación del 16% de IVA en los productos de gestión menstrual. Sin embargo, se sumaron otras propuestas fundamentales como la gratuidad de suministros de toallas, tampones y copas menstruales, en escuelas públicas de educación básica y media superior. Esto con la finalidad de avanzar hacia la universalidad, en la que también se consideró la necesidad de atender las condiciones estructurales para una gestión integral y la generación de datos sobre menstruación en México.
Once Noticias conversó con Anahí Rodríguez, vocera de Menstruación Digna México, tanto sobre el dictamen aprobado como por la lucha por posicionar la gestión menstrual en la agenda pública y política en México.
Antecedentes por una menstruación digna
“Una cosa es la gratuidad de productos, y otra, la eliminación de impuestos”, dijo Anahí, activista y vocera de Menstruación Digna México, quien además comentó que son 20 países los que han eliminado los impuestos a estos insumos.
Por ejemplo, Australia, India, Canadá y algunos estados de Norteamérica (Florida, Nueva York y otros). En América Latina, algunos países como Guatemala se han sumado a esta lucha, igual que México”, comparte Anahí.
La aprobación de la gratuidad de los insumos para la menstruación nos abre la posibilidad de ser el primer país latinoamericano de tener este tipo de ley, “aunque es un proceso largo y no será tan sencillo”, dijo Anahí.
La lucha por llevar el tema de la menstruación a las agenda políticas y públicas es aún reciente. En noviembre del 2020, Escocia fue el primer país que aprobó la gratuidad de productos para la menstruación. El proyecto de ley fue presentado por la legisladora Monica Lennon (desde el 2016) con el objetivo de combatir “la pobreza del período”, para que las personas de escasos accedieran a estos productos.
En Reino Unido, las toallas sanitarias costaban hasta 8.82 euros mensuales, es decir, 10.6 dólares. A principios del 2021, Reino Unido abolió el ‘tampon tax’ a estos productos sanitarios.
En América Latina, Colombia fue el primer país en eliminar el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) a toallas sanitarias y tampones. Fue una iniciativa impulsada por organizaciones civiles, académicas, activistas, estudiantes y mujeres, desde el 2015. En noviembre del 2018, la Corte Constitucional ordenó la eliminación del IVA. En la actualidad continúan en la lucha para que se aplique a la copa menstrual.
En Argentina, se han dado ordenanzas municipales para la provisión gratuita de estos insumos y para promover información de gestión menstrual, tal fue el caso de tres municipios (Morón, Santa Fe y San Rafael). La colectiva Femini(s)ta impulsó estos proyectos. Hasta el momento se han impulsado 16 proyectos de ley de alcance local, provincial y nacional.
En México, el pasado 2 de marzo, el Congreso de Michoacán aprobó la Ley de Menstruación Digna, que establece la gratuidad de productos de gestión menstrual a estudiantes de escuelas públicas e impulsa la educación sexual y menstrual en infancias y adolescencias.
En Ciudad de México, en agosto del 2020, se aprobó la iniciativa de ley para promover la gratuidad de insumos para la menstruación, en el Congreso local.
“Estamos muy contentas de lo que pasó en la Cámara de Diputados, porque este es el primer paso de un camino que todavía es largo. Queremos que se reconozcan los derechos menstruales y erradicar la pobreza menstrual”, señaló la vocera.
Más adelante dijo que “la iniciativa se planteó en las escuelas de educación pública, porque muchas de estas instituciones están ubicadas en zonas con alta marginación. Es decir, ni siquiera cuentan con la infraestructura necesaria para asegurar la menstruación digna: el 58% de los planteles en el país no tienen agua potable; el 19% tienen carencias de inodoros. Es un tema complejo”.
Anahí comentó que “la universalidad contempla a mujeres privadas de la libertad, mujeres en situación de calle, personas migrantes, jornaleras, etc. Esto no tiene que ser un privilegio sino un derecho. Además, en ley incluimos la copa, pero puntualizamos en los contextos y las desigualdades, tenemos que ponerlo en la discusión”.
La activista comparte que prevalecen estigmas y prejuicios al hablar sobre este proceso biológico, “hasta para nombrarlo preferimos decir periodo y no menstruación. Es una cuestión cultural que tenemos que cambiar para que estas políticas rindan frutos. Ahí está el gran reto. Normalizar algo que es biológico y que no haya menosprecio”.
Al ser cuestionada sobre el impacto medioambiental de estos productos y sobre la prohibición de tampones en Ciudad de México, Anahí Rodríguez consideró que se suele poner énfasis en las mujeres, como si fueran el problema y no se pone énfasis en los materiales.
Creemos que es importante que se presione a las empresas que hacen estos insumos, para que ofrezcan productos que no dañen el medio ambiente. Desafortunadamente no todas tenemos el dinero para usar la copa menstrual. Consideramos que cada mujer tiene derecho a decidir qué usar. Es una decisión personal. Recalcamos, sin embargo, que necesitamos tener garantías sobre las condiciones estructurales, para partir del mismo horizonte [Sic.]”, precisó Anahí Rodríguez.
La vocera enfatizó a Once Noticias que no hay datos de menstruación en nuestro país, por lo que exhortan a las instituciones a generar información, para crear políticas públicas.
“Falta mucho por caminar, pero vamos dando pasos hacia delante. Esperamos que se apruebe en el Senado. Es un gran reto y un enorme desafío, porque si se logra, hay que vigilar que se cumpla”, concluyó Anahí.
Sobre la Colectiva
Menstruación Digna México surgió en el 2019. Agrupa a diferentes organizaciones y personas.
Esta organización empezó por la indignación al ver que no hay políticas públicas en nuestro país sobre el tema.
Es indignante porque es un proceso biológico de las mujeres que vivimos por cuatro décadas y además, somos el 50% de la población. Por eso surgió este movimiento,” finalizó Anahí.