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Villas de Salvárcar, Chihuahua, la otra mentira histórica

La noche del 30 de enero de 2010, un grupo de jóvenes del Colegio Bachilleres y de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez fueron asesinados por el crimen organizado.

La farsa de la “verdad histórica” sobre Ayotzinapa no sido la única gran mentira en los tiempos recientes de México, con Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se recurrió a infinidad de mentiras para ocultar la verdad de diversos crímenes de Estado. 

Aguas Blancas, El Charco, El bosque, Tlatlaya, Atenco, Acteal son algunos ejemplos de los montajes de gobiernos para encubrir crímenes, para dar impunidad a los responsables o para ocultar la negligencia del gobierno en turno. Todo bajo el amparo de una política de represión y sangre ordenada por mandos civiles. 

Esta es una de esas, las otras mentiras históricas. Villas de Salvárcar, 30 de enero de 2010, las mentiras de Felipe Calderón.

Aquella noche, un grupo de jóvenes del Colegio Bachilleres número 9, CBTIS 128, y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, disfrutaban de una fiesta e. una vivienda de las calles Villa del Portal y Villa del Sauzal. Todos con edades entre los 15 y 20 años. 

Pasada la noche, cerca de 20 hombres armados pertenecientes a los grupos criminales de “La Línea” y “Los Aztecas” llegaron al lugar para cerrar las calles y comenzar una de las peores masacres de las que se tiene registro, ya que supuestamente entre los invitados de la fiesta había integrantes de una banda rival, “Los Artistas Asesinos”. 

Sin piedad algunas, los criminales irrumpieron en la casa donde se realizaba el festejo y sin importar nada, ni nadie, comenzaron a disparar contra las y los jóvenes que se encontraban en el domicilio. Los cuerpos de las víctimas fueron destrozados por las balas, quedaron en la memoria de los padre de familia que llegaron corriendo al lugar, después de que los sicarios se retiraron, una vez su propósito fue cumplido. 

El saldo fue de 15 jóvenes asesinados y 10 más heridos. Tras lo terribles hechos, en una gira por Japón, el entonces presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa se le facilitó el don de la interpretación y en una declaración pública dijo que las y los jóvenes asesinados eran pandilleros. Así, el crimen quedaba justificado bajo la lógica de Calderón de que “si los mataron es porque en algo andaban”. 

“Señaló que se trababa de un problema, un pco la explicación que se tiene el día de hoy, de que pues era violencia entre criminales y que, después conforme van avanzando las investigaciones, en un contexto de mucha violencia en esas ciudad fronteriza, después de demostró que no era así, que los asesinos se habían equivocado, porque salen a matar, drogados, ebrios y manejando armas para las que no tienen ninguna capacitación y resulta que estos jóvenes inocentes fueron masacrados sin mayor piedad, entonces”, dijo el experto en seguridad, Javier Oliva. 

La justificación de Calderón buscaba culpar a las y los jóvenes por un ambiente de violencia, asesinatos, narcotráfico, y enfrentamiento que él mismo creo en su sexenio, con su fallida guerra contra el narco.  

El 11 de febrero de ese año, todavía en el novenario a las personas muertas, Felipe Calderón visitó Ciudad Juárez. De todo lo que haya podido pasar en esa visitar hay un momento que conmovió a todo el país, lo conmovió y mandó un mensaje claro, de los miles de asesinatos registrado en este estado y en México.

Una capa de la sociedad cargaba a la mayor parte de los muertos y la impunidad era el factor común, eso le reclamó Luz María Dávila, madre de dos jóvenes asesinados esa noche. Ella perdió a sus dos únicos hijos en aquella casa de la cruz, dos estudiantes, uno del CBTIS 128 y el otro de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ambos que, para Calderón, eran pandilleros.

“Disculpe Presidente, yo no le puedo decir bienvenido, cuando para mí no lo es, nadie lo es. Yo quiero que se haga justicia, no nada más para mis dos niños, sino para todos los demás niños, yo no puedo darle la mano y decirle bienvenido porque para mí no es bienvenido”, declaró Luz María Dávila, madre de víctimas. 

“Aquí Juárez está en luto, no es justo que mis muchachitos estaban en una fiesta, quiero que usted se retracte de lo que usted dijo, que eran pandillero. Uno de mis hijos estaba en la UACH y el otro estaba en la prepa. Es que no puede ser que diga que ellos eran pandilleros, estudiaban y trabajaban, le apuesto que si a usted le hubieran matado a un hijo, usted de bajo de las piedras buscaba al asesino, siendo que como yo no tengo los recursos, yo no los puedo buscar”, agregó Dávila. 

A Felipe Calderón no le quedó más que pedir disculpas por sus dichos al haber revictimizado a las víctimas y asegurar que se trataban de pandilleros. Al visitar Ciudad Juárez y tras los reclamos de los padres de las víctima, el ex presidente pidió perdón a unos padres destrozados. 

“Les dije a aquellos padres de familia, que le presentaba y les ofrecía la más sentidas de las disculpas, si cualquiera de esas palabras hubiera ofendido a ellos o a la memoria de sus hijos. Y lo reitero ahora eran muchachos ejemplares, deportistas, estudiantes, buenos estudiantes y buenos hijos”, dijo el expresidente de México. 

La guerra contra el narco que inició Felipe Calderón y que llegó a Chihuahua bajo el nombre operativo conjunto Chihuahua en marzo de 2008, llevó a Juárez a entrar en la lista de ciudades más violentas del mundo y a registrar alrededor de 10 mil homicidios en cuatro años. 

Ese 31 de enero de 2010, se recordará como uno de los episodios más violentos en la historia de México, una página roja y obscura que se manchó con la sangre de 15 jóvenes inocentes que fueron asesinados sin piedad algunas, bajo el ambiente de violencia creado por Calderón. 

 

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