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Manipulación mediática que existía entre poder político y medios de comunicación

Los montajes orquestados desde el poder político y, en diversas ocasiones, con la complicidad de medios y periodistas, fueron, efectivamente, una constante en sexenios anteriores ya fuera para justificar acciones o decisiones políticas, o bien como distractores de la opinión pública.

 

Un ligero ejercicio de memoria nos lleva a varios de ellos.

 

En 1985, ante el sismo que devastó parcialmente la geografía del entonces Distrito Federal y frente a las fuertes críticas que recibía el Gobierno de Miguel de la Madrid por su incapacidad para atender las consecuencias del sismo, surgió el caso de un niño que presuntamente estaba atrapado entre los escombros. Le llamaron Monchito en los medios y luego se sabría que todo había sido un engaño, un montaje desde el gobierno.

 

Durante una semana sirvió como distractor de las críticas y al cabo de ese tiempo se abandonó su búsqueda. El director de las misiones de rescate dijo que desde un principio aquello fue un engaño; Monchito sería el antecedente de otra niña fantasma que muchos años después se crearía desde Televisa: Frida Sofía.

 

En 1996, el gobierno de Ernesto Zedillo era centro de fuertes cuestionamientos por los constantes errores en la investigación del crimen del priista José Francisco Ruiz Massieu. Apareció entonces un personaje que se robó los reflectores: una vidente llamada Francisca Zetina, apodada La Paca. Apoyada por el procurador de origen panista Antonio Lozano Gracia, que condujo las investigaciones de la extinta PGR para dar supuestamente con los restos del diputado Manuel Muñoz Rocha, desaparecido dos años antes y figura clave para aclarar el crimen. La Paca dijo que sus restos estaban enterrados en la finca el encanto, propiedad de Raúl Salinas de Gortari.

 

Todo fue planeado por el fiscal Pablo Chapa Bezanilla, quien fue cesado en 1997.

 

En julio de 2005 y necesitado de presentar resultados en materia de seguridad y ante señalamientos de colusiones con el crimen organizado, Genaro García Luna armó su primer montaje mediático, con el secuestro del técnico del equipo Cruz Azul, Rubén Omar Romano, quien fue liberado dos meses después por elementos de la Agencia Federal de Investigación.

 

Al medio tiempo de un partido de futbol, Romano agradeció los esfuerzos de la AFI, encabezada por García Luna. Tiempo después un exintegrante de esa corporación señaló que la liberación del técnico celeste fue recreada por Genaro García Luna para promocionar a la institución y su propia imagen.

 

En el sexenio de Felipe Calderón, además del caso Florence Cassez, se manipuló el cadáver de Arturo Beltrán, líder del cártel de los Beltrán Leyva, abatido por elementos de la Marina en diciembre de 2009. El cuerpo del capo permaneció varias horas con los pantalones abajo y cubierto con billetes ensangrentados. Pretendía así el gobierno de calderón exaltar su guerra contra el narco.

 

El caso de la pequeña Paulette es uno de los montajes más indignantes de la justicia mexicana. Ocurrió con Felipe Calderón en la presidencia y Enrique Peña Nieto como gobernador del Estado de México. La niña fue reportada como desaparecida el 22 de marzo de 2010 en Huixquilucan. Durante nueve días nadie la encontró, a pesar de los operativos. Y de pronto el cadáver apareció en un resquicio de su propia cama. Lo cual supuso un montaje para encubrir un presunto crimen. Los padres de la niña eran amigos cercanos del gobernador y de la clase política de Atlacomulco. Las investigaciones concluyeron que Paulette murió por asfixia.

 

En junio de 2014, en esa misma entidad, pero en el municipio de Tlatlaya, 22 civiles fueron abatidos por militares, como resultado de un supuesto enfrentamiento. La CNDH documentó que 15 de las víctimas fueron ejecutadas; todas se habían rendido y estaban desarmadas. Se había montado una escena de crimen para enmascarar una ejecución extrajudicial.

 

El más reciente caso de manipulación mediática ocurrió el 20 de septiembre de 2017, tras el terremoto que de nueva cuenta puso a prueba la resistencia de la capital del país. El rescate de una niña a la que una reportera de Televisa llamó Frida Sofía, ocupó el trabajo de brigadistas y horas de transmisión ininterrumpida en Televisa. La madrugada del día siguiente la Marina desmintió esta versión y sepultó la historia de la niña Frida, junto a la confianza de muchos ciudadanos en los medios de comunicación. Pocos se ocuparían de la incapacidad del Gobierno para atender esa emergencia.

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