Nacional

Matanza de Apatzingán, la otra mentira histórica

El 6 de enero de 2015, decenas de elementos de la Policía Federal entraron al municipio de Apatzingán, donde realizaron un operativo dejó como saldo 16 personas asesinadas y 44 detenidos.

La farsa de la “verdad histórica” sobre Ayotzinapa no ha sido la única gran mentira en los tiempos recientes de nuestro país. Con Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se recurrió a infinidad de mentiras para ocultar la verdad de diversos crímenes de Estado.  

Aguas Blancas, el Charco, el Bosque, Tlatlaya, Atenco, Acteal, son algunos ejemplos de los montajes de gobiernos pasados para encubrir crímenes, para dar impunidad a los responsables o para ocultar la negligencia del gobierno en turno. Todo bajo el amparo de una política de represión y sangre ordenada por mandos civiles.  

Esta es una de esas, las otras mentiras históricas:  

Matanza de Apatzingán, Michoacán, 6 de enero de 2015

Las mentiras de Alfredo Castillo y Enrique Peña Nieto

El 6 de enero de 2015, decenas de elementos de la Policía Federal entraron al municipio de Apatzingán, para, según ellos, realizar un operativo de seguridad en contra de las organizaciones criminales “Los Viagras” y “Los Caballeros Templarios”. Al cabo de algunas horas, ese supuesto operativo dejó como saldo 16 personas asesinadas y 44 detenidos.

Los hechos iniciaron la madrugada del 6 de enero, cuando pobladores de Apatzingán, fuerzas rurales y autodefensas se manifestaban frente al Palacio Municipal por la disolución de su grupo (el G-250), que fue organizado y contratado por Alfredo Castillo, comisionado de Seguridad del estado, para detener a “La Tuta”, líder de Los Caballeros Templarios.

Tras pasar varios meses en la sierra de Michoacán en coordinación con fuerzas federales y estatales en la búsqueda de Servando Gómez y no tener resultados, las autodefensas fueron despedidas sin pago alguno y enfrentando nuevas incursiones de Los Caballeros Templaros en su localidad, por lo que iniciaron una manifestación.

La Policía Federal llegó la madrugada de ese 6 de enero con la orden de disolver la manifestación y detener a los participantes que ya llevaban meses de protesta, sin embargo, las fuerzas federales, arribaron al lugar a disparar contra los pobladores.

El ataque duró 15 minutos, federales disparaban contra los manifestantes, quienes huían de las detonaciones; cámaras de vigilancia del lugar registraron el momento del ataque y cómo personas desarmadas huían de los disparos.

La Policía Federal disparó contra todos lo que se interpusiera en su camino y también golpearon a los pobladores que encontraban en el lugar.

“Me gritan, levante las manos, ponte de rodillas, cuando iba a levantar las manos y ponerme de rodillas, una persona que estaba más hacia abajo, rumbo a tres hermanos, una persona que estaba de rodillas, se ve como le disparan en la cara y cae la persona, cae el compañero, le disparan a la persona, estando de rodillas, rendido, sin armas. Lo ejecutaron los policías federales”, dijo un testigo de la masacre.

Horas después a las 7:20 de la mañana, la Policía Federal trasladó a los detenidos a un penal en Tepic, Nayarit, en camionetas de la Policía Federal; los sobrevivientes del ataque de la madrugada, alcanzaron a la caravana que transportaba a los detenidos y con palos en las manos intentaron rescatar a sus compañeros.

Ahí inició el segundo ataque. La Policía Federal disparó contra los civiles e incluso utilizaron la ametralladora de uno de sus vehículos.

El saldo fue de más de 10 personas asesinadas; en un principio los cuerpos quedaron tirados sobre el suelo, con decenas de tiros que podían observarse en las crudas imágenes.

Después del enfrentamiento vinieron las mentiras: Alfredo Castillo, para deslindar responsabilidades, comentaría -de acuerdo con el ex comisionado de Seguridad de Michoacán- que las personas asesinadas fueron producto de un fuego cruzado y enfrentamiento entre los mismos pobladores y auto defensas.

“Prácticamente todas las personas fallecidas pudieron haber sido ultimadas por sus propios compañeros, esto es por un tema de fuego cruzado”, sostuvo Alfredo Castillo, excomisionado de Seguridad en Michoacán.

Sin embargo, días después, esta mentira, esta farsa del gobierno de Michoacán, comenzaría a ser desenmascarada.

Videos de testigos y de cámaras de seguridad y personas que presenciaron los hechos y médicos que atendieron a los heridos, darían paso a la verdad, a lo que realmente pasó; una matanza a quema ropa por parte de la policía y la frase que caracterizó a este acontecimiento de: “fueron los federales”.

“Iban si mal no recuerdo dos personas, el que iba manejando, el copiloto, y otras tres personas sentadas en lo que es la caja de la pickup y fue tiroteada; se vio hasta como cayeron los cristales y las siluetas como cayeron también”, expuso el testigo de la masacre.

Agregó: “Y de los federales yo sí también escuché que alguien gritaba ‘mátenlos, mátenlos’. Gritaban las muchachas, porque era un muchacho, su esposa, la hermana y otros dos que iban en la camioneta y gritaban ellos: ‘no tiren, no tiren, estamos desarmados y luego lloraban y luego gritaban y luego lloraban y yo asomándome por ahí. Se vinieron por la banqueta todos, y de ahí de las esquinas así los agarraron, así los agarraron y estaban vivos protegiéndose. Y hasta que vieron los federales ya no les tiraban, se vinieron y los masacraron. Los hicieron pedazos”.

Incluso una grabación de radio comunicación de los pobladores atacados, se escucha que uno de ellos advierte que quienes disparan son los federales:

“Acá todavía están tiroteando, no puede salir uno de los compañeros. Nos están tirando los federales. No nos podemos salir. Se nos acaba de morir un compañero aquí en las manos, se me acaba de morir ahorita, nos acaban de pegar a otro. ¿Cómo le hacemos? ¿Nos vamos a quedar o qué? ¿Nos vamos a quedar? ¿Nos vamos a quedar a morir mientras llega el apoyo?”.

Días después, Alfredo Castillo presentó vídeos y fotografías en las que se veían  los cadáveres con armas a sus costados, rifles con cargadores que no correspondían, cartuchos sin percutir, en fin una serie de irregularidades; sin embargo nada pasó.

El saldo total de estos dos ataques perpetrado por la Policía Federal fue de 16 personas asesinadas y 44 detenidos.

Y aunque las víctimas presentaron las evidencias y exigieron justicia, nada pasó, hasta cuatro años después.

El 21 de agosto de 2019, ya en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, se detuvieron a seis elementos de la Policía Federal como presuntos responsables de aquella matanza.

La Fiscalía General de la República dio a conocer que Israel “S”, Antonio “S”, Heriberto “C”, Jorge “C”, Rodrigo “G” y Juan “G”, fueron detenidos y acusados por la probable comisión de los delitos de homicidio, actualmente se encuentran en un penal de Guanajuato a la espera de su condena.

Castillo y Peña Nieto siguen impunes.

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