Los migrantes se aferran al calor y buscan las fogatas encendidas a escasos metros del muro fronterizo, ya que es la única forma de resguardarse de uno de los inviernos más crudos de sus vidas.
Es la Noche Buena y una de las más frías en Ciudad Juárez, Chihuahua, con temperaturas congelantes de menos 7 grados y una sensación térmica de menos 14.
A la intemperie, sin dinero para hotel y lejos de sus familias, así viven los migrantes la víspera de Navidad. La mayoría, otra vez pasará la noche sin probar alimento.
“No hemos comido, hemos dormido en la calle, hemos pasado frío hambre, dificultades, el peligro que nos roben porque nos intentaron robar’’, aseguró Rebeca, una persona migrante originaria de Nicaragua.
Josfet, otro migrante originario de Nicaragua, comentó que no ha comido desde que bajó del autobus.
Este es el drama de cientos de extranjeros que han llegado a la ciudad fronteriza con la meta de cruzar a territorio estadounidense, confesaron a Once Noticias que en sus países de origen y durante la travesía han vivido una pesadilla.
“No tengo trabajo, el dinero no nos rinde, no compramos nada con lo que ganamos cuando trabajamos, pobreza, inseguridad porque no tenemos libre expresión también, nosotros al habernos venido ya sabemos que perdemos todo allá en Nicaragua’’, afirmó Rebeca, una persona migrante originaria de Nicaragua.
Refugios
A unos metros de las fogatas, las fuerzas armadas de Estados Unidos vigilan a los migrantes.
Otros extranjeros tuvieron mejor suerte, alcanzaron albergue en la ciudad y cena caliente.
“Generalmente hemos tenido números desde 85 a 135 personas que se quedan en el albergue cada noche, aquí se les da un lugar donde dormir, comida, se les ayuda hacer las cosas más elementales de higiene, baños, pueden también usar regaderas’’, afirmó Elías Rodríguez, director del Hope Center de Ciudad Juárez.
Asimismo, gracias a donaciones, el refugio del pastor Elías, preparo antojitos mexicanos y menudo para esta noche buena.
“Uno está acostumbrado a que todos los años se reúne con la familia, que si la comida, que si esto, pero gracias a dios que mis hijos son bastante maduros y más bien ellos me estaban dando fuerza a mi’’, dijo Génesis, una persona migrante de Venezuela.
Todos los migrantes esperan que el mejor regalo de Navidad vendrá de la justicia estadounidense. Confían en que se elimine el llamado Título 42, una medida ya rebasada que fue impuesta en 2020 por Trump para expulsar a todas las personas sin papeles, bajo el argumento de evitar la propagación de la pandemia.
En Río Bravo, que divide Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, al fondo el muro fronterizo y a sus pies, cientos de migrantes buscan una oportunidad para ingresar a territorio estadounidense.
Para muchos, quizá la última carta sea la derogación del Título 42 de la ley migratoria del vecino país que básicamente les facilitaría no ser detenidos por la Patrulla Fronteriza si es que logran ingresar y así, entre la zozobra, la esperanza y bajas temperaturas, han tenido que pasar estos migrantes las últimas horas en esta frontera, pasado la Noche Buena y la Navidad a los pies prácticamente del sueño americano.