Nuevas puertas se abren para los viajeros de casa y del mundo.
Once nuevas distinciones de “Pueblos Mágicos” se suman a la vasta gama turística que ofrece nuestro México.
Entre dos aguas, el mar del pacífico y la laguna de términos, se yergue orgullosa la Isla Aguada en Campeche, que desde hoy es considerada Pueblo Mágico.
En la misma península, la blanca Yucatán que cuenta en su haber con dos pueblos mágicos: las hermosas Izamal y Valladolid. Ahora esta entidad pone a disposición del turista dos mágicas localidades más, se trata de Maní y su grandeza gastronómica; y de Sisal, paraíso ecoturístico por excelencia.
La alquimia de los artesanos mexicanos les valió la distinción para sus localidades.
Paracho, Michoacán donde se deja el alma en la creación de las guitarras; y la cuna del rebozo: Santa María del Río en San Luis Potosí, motivaron al comité para otorgar a cada uno de estos municipios la misma distinción.
El encanto de la pequeña Mexcaltitlán, considerada la Venecia mexicana, en Nayarit; y la arquitectura de Tetela de Ocampo, en Puebla que cautiva al aventurero, fueron suficientes para conquistar esta mención.
El turismo religioso podrá contemplar en Santa Catarina Juquila, en Oaxaca, un lugar más para cultivar su fe.
Las lagunas hidalguenses de Zempoala, la pintoresca y cálida Ajijic en Jalisco y el colonial Tonatico, en el Estado de México, se ganaron un lugar en esta lista de pueblos mágicos que hoy crece de 121 a 132 demarcaciones.
El reto para todos será posicionarlos como destinos sostenibles y ejemplares.