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Nuestro maíz no sólo se come, también se usa como cosmético artesanal

 ¿Qué mexicano no conoce, el sabor, el color y la textura del maíz? Aunque si de cosméticos artesanos, hechos con este alimento se trata, Elizabeth Rueda conoce los entresijos para hacer del maíz una gama de jabones y cremas para hombres y mujeres. 

¿Cómo nace este proyecto?

Liz, como le dicen de cariño, es fundadora de la marca Izamaíz, cuyo significado es Iza-despertar o renacer en Náhuatl; este emprendimiento social agro-ecológico de cosmética natural sostenible fue fundado en 2014 e inició operaciones en 2016.

“Somos una pequeña empresa familiar especializada en la elaboración de jabones artesanales naturales, Iza significa despertar del maíz; la dedicación, empeño y esfuerzo implementadas en este proyecto, me ha permitido una constante evolución”, dice en entrevista con Once Noticias.

La cosmética de Izamaíz inicia a base de maíz, tepezcohuite, cacao, nopal, avena y algunas flores; además del aceite de maíz, de cacahuate, de coco. Un producto natural y vegano.

“Y si te das cuenta, son materias primas que se ofrendaban a los dioses por su alto valor en México, porque en tiempos prehispánicos se usaban en el temazcal y baños calientes y cumplían su función de higiene y tratamientos de posparto o terapéuticos”.

La fusión de sangre mexicana y japonesa

Pero el ímpetu de Liz por salir adelante, como la mayoría de las mujeres mexicanas que luchan por abrirse paso en la vida, tiene su trasfondo. Ella tiene de profesión la Contaduría y como tal se desempeñó durante 25 años.

Lleva en su sangre la mezcla mexicana y japonesa: su madre, doña Avelina Torreblanca es originaria del estado de Tlaxcala; y su padre, don Takeshi Kameda, nació a la orilla Monte Fuji, en Japón.

“Crecí con dos culturas maravillosas llenas de tradición y magia: el maíz y el arroz; el Iztaccíhuatl o el Popo y el Monte Fuji; desde que era niña fui inquieta, soñadora, llena de energía, súper apasionada por la vida, soy una mujer que me sorprendo a cada instante de la vida”.

Y esa energía la imprimió desde pequeña en su cotidianeidad al ser campeona nacional de gimnasia olímpica con tan sólo 8 años de edad.

“Por la cultura de mi padre, fui emprendedora y en el cierre de mi carrera universitaria tuve un gran proyecto; en aquella época cuando estaba este boom de las velas, logré tener una fábrica de velas exitosa; desde que yo me acuerdo trabajaba y tenía ese espíritu emprendedor; mi papá fue un gran impulsor en esto”.

Fue desde que tenía su empresa de velas, cuando ella trabajó con sus talentos creativo, emprendedor y desarrollador de negocios; durante más de dos décadas al frente de la industria financiera se involucró más en la cuestión de MyPymes, específicamente en la parte de la reingeniería, a fin de mejorar los procesos para las empresas y que éstas fueran eficientes en sus operaciones.

“Todo emprendimiento comienza con un sueño y con una proyección y de demostrar quienes somos. Y entonces me dije: ‘si lo hago para las demás empresas, ¿por qué no para mí?’, fue un paso difícil porque no es lo mismo dirigir un negocio que dirigir tu propio negocio”. 

Fue así como luego de pasar por el negocio de velas, llegó Izamaíz, donde “abrazó” la riqueza natural del México antiguo, ¿cómo?, elaborando un producto artesanal y retomando las tradiciones mesoamericanas con productos elaborados a base de maíz.

Pero para adentrase a este mundo también tuvo sus complejidades. “Me he encontrado con muchos retos; de ser emprendedora a ser todóloga; es un gran reto adentrarme al mundo del maíz, yo no conocía nada de él, pero llega Rafael Mier, director de Fundación Tortilla de Maíz, me agarra de la mano y me dice ‘vamos juntos’”.

De esta forma, la emprendedora toma cursos al lado de Mier, sobre todo lo que tenga que ver con el maíz y, de pronto, se descubre ante un mundo increíble y apasionante.

“Mi proyecto está 80% enfocado hacia el maíz, a rescatar nuestros maíces nativos mexicanos, a trabajar con mujeres campesinas, porque ahora también estamos sembrando maíz en (el municipio de) Ayahualulco, Veracruz”.

Los productos que se ofertan en Izamaíz son básicamente el jabón, que es uno de los productos principales de esta gama, hecho a base de aceite de cacahuate, de 90% de maíz; de cacahuate y coco; así mismo, de un agregado de harina de maíz, de tepezcohuite y de nopal, dependiendo el tipo de jabón que se elaborará.

También hay cremas a base de maíz y una sólida, de cacao. La marca es cero empaques, sin químicos y cero conservadores.

Pero, ¿qué hay de los costos de estos productos artesanales de maíz? Ella lo explica de la siguiente manera:

“Es un proceso que inicia en el campo, tarda un año para que tengas un jabón en tu mano, no es un proceso industrializado, tiene precios promedio en el mercado, pero no es un precio económico”, dice sincera.

Y es que, este tipo de trabajo, pasa por diversos pasos tan elaborados que, al llegar a la etapa final, debe obtener cierta recompensa.  

Por eso explica que el proceso comienza en el campo, desde la siembra del maíz agroecológica, donde no se emplean pesticidas; donde hay siembras de temporal en las que se depende de las lluvias y factores externos ambientales para que un maíz se dé, lo cual ya es un logro.

“Luego vienen las festividades en septiembre, que es la elotiza, la primera cosecha; después sigue dejarlo secar hasta noviembre o diciembre, cuando se convierte en mazorca; lo cosechamos en un periodo de secado; ya cuando se transforma llega al taller y se convierte en cosmética natural”.

Quiere unir a más campesinas a esta loable labor

Finalmente, Liz Rueda invita a más campesinas a que se unan a su proyecto porque la intención es ayudarlas a elaborar otro tipo de alternativa para su sustento.

Si quieres conocer más sobre los productos de Izamaíz, puedes hacerlo entrando a sus redes sociales de Instagram y Facebook con el nombre de la marca. Sus puntos de venta son: Tienda Ecosentli en las sucursales de Escandón y Coyoacán; así mismo, en Museo de Arte Popular y en Cencalli Museo del Maíz.

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