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Por un 2021 “sin dolor, sin temor y con fe”, la Santísima Muerte de Tultitlán

Es el primer fin de semana del año 2021. Las calles y avenidas lucen un poco más vacías de lo habitual. En la caótica vía José López Portillo no se observa el típico tráfico de este largo tramo que conecta a cuatro municipios del Estado de México: Cuautitlán Izcalli, Tultitlán, Coacalco y Ecatepec.

En este primer día, se advierte una tensa calma pandémica. A escasos kilómetros hay un hospital privado que atiende pacientes por Covid-19 y no muy lejos están los hospitales públicos que luchan por la misma emergencia sanitaria. 

Desde esta esquina la Santa se observa muy alta, con sus brazos abiertos, en dirección al Sol. En los últimos meses, los portones del templo y la cortina de la tienda aledaña, se observan, la mayor parte del tiempo, cerrados. Con la pandemia y los devenires de los semáforos de emergencia, este espacio optó por cerrar y evitar aglomeraciones.

‘La Madrina’, Kristhel Legaria, de 31 años, comenta a Once Noticias que ha sido muy difícil para ellos, ya que ese terreno tiene capacidad para 600 personas.

“El templo se mantiene de pie gracias a los visitantes. Es complicado porque el templo debe seguir moviéndose aunque ellos no estén presentes. Seguimos sobreviviendo y agradeciendo”.

Este primero de enero fue distinto a otros años. No hubo oración y aunque la gente pasaba a los nichos, para persignarse, orar por alguna causa o dejar flores, lo hacía en grupos muy pequeños.

Traían cubrebocas, ingresaban a la tienda -cuya entrada da hacia el patio- y salían con alguna veladora. No rebasaban los 15 minutos de estancia. Algunos descansaban sobre los bancas que se encuentran frente a la enorme escultura de la Santísima, pero se retiraban al poco rato. Imperaba la solemnidad, el silencio y un patio solitario.

En medio del patio se encuentra la escultura más grande. Debajo de ella, a sus pies, hay un nicho con una lona que tiene la fotografía de Estela Vargas y que se acompaña del mensaje: “Sin dolor, sin temor y con fe. Por siempre en nuestro corazón”.

Algunos de los devotos se detienen y se persignan. Otros toman fotografías con el celular. Hay flores, veladoras y un atrapa-sueños. Ana Laura, una de las dos hijas de Estela Vargas, comenta que la gente le deja cosas a su madre, que también está representada en un grafiti sobre una barda, junto al ‘Comandante Pantera’.

Hasta el 1º de enero las autoridades confirmaron el deceso de 14 mil 423 personas causado por el Covid-19 y 6 mil 277 casos activos, en el Estado de México. Con la vuelta al semáforo rojo en diciembre, se ha pedido seguir las medidas preventivas. Se suspendieron las actividades masivas como la asistencia a centros religiosos, fiestas y reuniones, así como el incansable llamado de evitar salir de casa.

Esto contrasta con lo comentado por Joel, que vive en Coacalco. Acudió para pedir un buen inicio de año: “aunque esté lo del Coronavirus yo no falto para verla. Además, es inicio de año, hay que iniciar bien y protegido. Nosotros le pedimos a la flaquita, ella nos cuida. Le digo que esto sí está cabrón, pero es cuestión de fe”.

Después de compartir algunas palabras, lleva su veladora al nicho de la Santa Muerte de los Milagros. Se persigna, reza y se retira. Joel le toma una foto a la enorme escultura.

El templo y la pandemia

Kristhel cuenta a Once Noticias que el templo tiene trece años. Afirma que su hermano, el ‘Comandante Pantera’ “siempre visualizo tener el templo más grande del mundo, él fue quien la construyó. Él quería que el mundo supiera que existe la devoción a la Santa Muerte. Por eso puso una Santa grande, -de 22 metros de altura- para que a nadie se le olvidara”.

Jonathan Legaria Vargas, el ‘Comandante Pantera’ y fundador de este proyecto, fue asesinado un año después de inaugurar este espacio. Posteriormente, su madre Enriqueta Vargas (quien murió hace apenas dos años), fue la que dio continuidad a este proyecto. Ahora Kristhel, quedó con el legado, para proseguir con el templo.

Al respecto, ‘La Madrina’ cuenta que: “esto surge porque ella le hace una promesa a la Santa, le dijo, ‘si tú me entregas a los asesinos de mi hijo, yo te voy a llevar tu culto a lo más alto, a lo más grande’. Mi madre le cumplió y empezó a viajar por todos lados y empezó a decirles a las personas que salieran a la luz, que no tuvieran miedo de rendirle culto a la Santa Muerte. Eso fue lo que hizo que tuviera tanto impulso. Mucha gente en la actualidad ya no tiene miedo de mostrarlo. Antes se guardaban las cadenas o imágenes. Me acuerdo que todo el mundo llevaba las imágenes tapadas, para que nadie las viera. Ahora ya no es así. Hay orgullo. Hemos querido que la gente conozco el culto y no les da pena ser criticados”.

El 28 de diciembre el espacio cumplió un año más, sin embargo, no hubo festejo como en años anteriores.

‘La Madrina’ afirma que “este año terminó muy difícil y empieza igual. Siempre en los días primero armonizamos a la gente, se les hace una limpia energética, pero con la pandemia no se ha podido hacer, porque no podemos tener el contacto directo con las personas. Nosotros, todo el año, hemos suspendido esta limpieza energética. No fue la excepción en este primero de enero-“.

Comenta también que han tenido que adaptarse a estos tiempos: “Las personas pueden tener el acceso, pero no hay oración. No podemos convocar a la gente a oración. La gente llega con ramos gigantes de flores, para que los dejemos entrar. Si les permitimos entrar, rezan y luego se retiran”.

Kristhel, afirmó que para los devotos ha sido muy complicada la pandemia.

Por las cuestiones de salud y de tantas muertes, la gente necesita ese refugio. Necesita llegar y pedir por su familia. Nos hablaban para pedirnos que abriéramos. También para agradecer que sobrevivieron. Antes del semáforo rojo, hacíamos tres oraciones para que la gente pudiera ingresar. En el templo y con la pandemia sólo entraban 100, oraban y luego debían salir. No podían entrar todos. Cuando se vino el semáforo rojo nos pedían que no cerráramos, al menos para que la gente viniera a persignarse. Por eso los dejamos entrar”.

Por el (nuevo) año

Clara, de 38 años, llegó con su esposo y su tía. Vinieron de Ecatepec a dejar una veladora y pedir por protección y salud.

Pues nada más venimos a pedir por el año. Venimos para cumplirle a ella. Siempre le cumplimos, porque ella es poderosa-. La tía de Clara se regresó a su auto, sin ir al nicho, porque no traía cubrebocas: -es que con todo esto a uno se le olvida eso del cubrebocas, pero bueno, no hay gente. Lo bueno que vino y eso es lo importante”.

Mientras se llevó a cabo la charla, una mujer de escasos 18 años, llega a pedir su limpia. Uno de los trabajadores de este espacio, un muchacho joven y con cubrebocas, se prepara para realizarla. Lanza algunas instrucciones previas a la mujer. Le pasa un huevo por todo el cuerpo, le hace una oración y le pide que la repita. Después le pasa unas hierbas, que son quemadas una vez que finalizan, y dibuja un círculo en el suelo, alrededor de la mujer. Utiliza alcohol y al finalizar le prende fuego.

Cuando terminan el proceso, ella recoge sus cosas y lleva su vela, recién adquirida en la tienda, al nicho de la Santa Muerte de los Milagros. ‘La Madrina’ comenta a Once Noticias que las limpias son para empezar bien el año, para purificarse.

Durante la visita se observa que la mayoría de las personas que asistente son jóvenes, no rebasan los cuarenta años y vienen de lugares aledaños. Estela, de 20 años, los visita de Cuautitlán y lleva un cubre-bocas color rosa y a su pareja. Afirma que llegó a pedir por el año nuevo: -vine a dejar una vela y a pedir por el año, para quitarme malas vibras y envidias. Vine para agradecerle-. Al finalizar, se dirigen al nicho de la Santa Muerte de las Siete Potencias, a la que se le puede pedir de todo. Se quedan poco tiempo y luego se retiran.

“Con permiso de Dios y de la Niña venimos el siguiente fin”

Se escuchan algunos autos que pasan en la avenida. Llegan otros visitantes a la tienda. Piden informes y precios. Adquieren algún producto para protegerse o veladoras curadas. Algunos se detienen en el altar de la Santísima, que se encuentra dentro de la tienda, y observan las esculturas de tamaño natural del ‘Comandante Pantera’. Se persignan y se encaminan a los nichos. Pasan frente a la Santa del patio, la Grande, y se persignan.

La muerte, para los devotos, tiene un significado distinto. ‘La Madrina’ afirma que la ven desde un plano espiritual distinto.

Con tantas muertes y así, ahorita, es difícil no sentir miedo, pero bueno. Estamos en la tierra, pero algún momento el cuerpo ya no va a estar. Es una cuestión de aceptación de este camino. Es inevitable no ver a la muerte con dolor o tristeza, pero ver la muerte como un paso más, que llega en el momento indicado. No es antes o después. La vemos sin dolor, sin temor y siempre con fe. Eso es lo más importante, para los devotos de la Santa Muerte. Eso es lo que nos hace diferentes”.

Al templo siguen acudiendo las personas, para pedir por el año que llegó, por salud, y dejar alguna ofrenda. Se persignan frente a la imagen del Comandante Pantera y la Madrina. Al poco rato se van. “Con permiso de Dios y de la Niña venimos el siguiente fin”, afirma uno de los visitante frente a la Santísima de 22 metros.

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