Las prácticas sexuales y las diversidades sexo-genéricas han existido a lo largo de la historia de la humanidad, pero las categorías que las abordan son culturales y pertenecen a tradiciones muy recientes, así lo afirmó Axler YezSal, académicx de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y de la Universidad Ibero-Tijuana.
En 2004, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 17 de mayo como el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. Sin embargo, esta fecha fue instaurada 14 años antes, para conmemorar que la homosexualidad fue eliminada de la Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1990.
Antes de esta fecha, según el Manual de Clasificación de los Trastornos Mentales y del Comportamiento, consideraba que la orientación sexual era un trastorno psicológico y desviación del comportamiento del desarrollo del adulto.
Once Noticias conversó con el especialista Axler YexAl sobre el contexto que atraviesa la comunidad LGBTTIQ+ y sobre los desafíos para abonar a la lucha en contra de la discriminación.
El problema es que las prácticas sexuales y la identidad sexogenérica son planteadas a partir de su patologización, enraizadas en una tradición moral heredada de una visión judeo-cristina”, indicó Axler YexAl.
Axler YexAl, maestrx en Estudios Culturales por el Colegio de la Frontera Norte (El Colef), dijo que esta fecha responde a una larga lucha de la comunidad LGBTTIQ+, ya que el ejercicio pleno de sus derechos humanos han sido obstaculizados durante largo tiempo.
“Lo que se conmemora es que la homosexualidad dejó de ser considerada una patología. Hay que mencionar que el Manual Diagnóstico y Estadístico, que utilizaba la psiquiatría para generar sus patologías, la consideraba una enfermedad mental. La OMS, también la consideraba en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), hasta 1990”, precisó.
Para el especialista, el problema se debe a una tradición moral histórica.
Las prácticas sexuales, a partir su patologización, están enraizadas a una tradición moral histórica. En el medievo, la sexualidad fue patologizada como erotomanía: ‘todo lo que te pone caliente, te enferma’. Poco a poco se crearon categorías para patologizar las prácticas sexuales. También la heterosexualidad era una patología, pero con el tiempo se apoyó una visión institucionalizada del matrimonio heterosexual y esto se llevó a la medicina. Así nace la patologización como parte de una cultura moderna”, compartió Axler.
Incluso, detalló que el estigma histórico es hacia las prácticas sexuales, “el homoerotismo o bisexualidad o androginia han existido a lo largo de la historia de la humanidad, pero las categorías que las abordan y que buscan explicarlas son culturales y pertenecen a tradiciones modernas muy recientes”.
Con respecto al papel del Estado en la lucha contra la discriminación, Axler resaltó que es un arma de doble filo.
“El ideal de Estado benefactor, se consolida bajo la lógica de relación y poder heterosexual. En México es un tema que no se habla, todos y todas damos por sentado su existencia. En el espacio público es tema muy tangencial. No es un tema central, ni se hace un esfuerzo por cambiar. Se reconocen las políticas de visibilización aunque no hay un cambio en la sistematización de la violencia, de la discriminación y el estigma. En la vida cotidiana se ha visto que existe una herencia de valores morales que tienen repercusiones en las prácticas sexuales. Existen, en algunas entidades, marcos legislativos pero a México le falta mucho”, enfatizó.
En México, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS), las cinco entidades con más alta prevalencia por discriminación son: Puebla, Colima, Guerrero, Oaxaca y Morelos.
El 3.2% de la población de 18 años y más, hasta dicho año, se autoidentificó como no heterosexual y 96.8% señaló ser heterosexual. Al 40% de población no heterosexual se les ha negado sus derechos por orientación sexual.
Además, 72% de personas trans declaró que poco o nada se respetan sus derechos, mientras que 66% de personas gays y lesbianas, consideraron que poco o nada se respetan sus derechos, según el apartado sobre la percepción.
Aunado a ello se reconocen los abusos, las torturas, las detenciones arbitrarias e incluso los asesinatos bajo la impunidad, hacia la comunidad LBGTTIQ+, tal como afirma la Comisión Nacional de Derecho Humanos (CNDH). Con dicho marco contextual se ha emprendido una larga lucha política, para visibilizar, reconocer y combatir la discriminación hacia dichas comunidades.
Axler lamentó que “vivimos en un país con políticas sobre educación sexual muy paupérrimas, no es un tema aislado, sino que concierne a la sociedad en conjunto. Ahí el Estado debe tener la capacidad de abordarlo y visibilizarlo como parte de sus políticas públicas”.
“Las identidades y la diversidad como una posibilidad de nuestra época para ser repensadas como alianzas”, destacó.
Axler compartió que al feminismo, como teoría crítica, lucha política y social, se le debe el esfuerzo para entender la diversidad sexual.
Dijo que en la actualidad se debe reconocer la heterogeneidad de las luchas, aunque mencionó la necesidad de que los ‘sentipensares’ tengan un lugar de encuentro.
Las identidades como una posibilidad de nuestra época para ser repensadas como alianzas. Sobra decir que la comunidad LGBTTIQ+ es un movimiento heterogéneo, depende mucho de las latitudes de las que se hablan. No es lo mismo un homosexual de San Francisco, que un homosexual de Ciudad de México o del interior del país. Hay muchas cuestiones que se atraviesan”, señaló.
Con respecto al movimiento trans-excluyente dijo que se debe comprender el lugar de enunciación.
“Es vigente y urgente que las mujeres con vulva reafirmen su lucha, yo no me considero autoridad para hablar del feminismo, sin embargo, considero que se deben conocer las genealogías de las luchas y entenderlas desde la no violencia, porque ya estamos resistiendo a la violencia del sistema. Hay que saber de dónde vienen las luchas, cómo podemos entretejarlas y como rescatar otras sexualidades. Tenemos que entender las intersecciones, las violencias, cuestionar las alianzas y los lugares de enunciación,” concluyó.