En este lugar, el aroma de las montañas se confunde con el del pan de yema recién horneado. Y las enchiladas de mole.
Al igual que los murmullos de las procesiones, que se funden con el agua de cascadas y ríos.
Es Santa Catarina Juquila, en la costa de Oaxaca, uno de los once municipios designados Pueblos Mágicos por la Secretaría de Turismo.
Sus orígenes se remontan al año 400 antes de Cristo, cuando se asentaron en este sitio los chatinos.
Fue la primera cultura que habitó la región de Oaxaca, legendaria por su naturaleza guerrera.
El lugar es famoso a nivel nacional e internacional por el santuario de la Virgen Inmaculada de Juquila, que recibe en promedio dos millones de peregrinos al año.
En sus muros está escrita la historia de este pueblo.
La imagen de nuestra señora, la Inmaculada Virgen de Juquila, fue traída por fray Jordán de Santa Catarina alrededor de 1560, 1590”, explicó Jacinto López, rector del Santuario de la Virgen de Juquila.
El templo fue construido para la imagen de la Virgen de Juquila de 1780 a 1885”, añadió.
Este santuario y las iglesias de los cuatro barrios del municipio: Santa Cruz, la Asunción, San Pedro y San Nicolás conforman la ruta de la fe. Este es un tour recomendado para los visitantes porque pueden explorar esta faceta ligada a la historia de Santa Catarina Juquila con un toque de misticismo.
Pero la religión también genera fuentes de empleo para los residentes. Como Isaac, quien elabora figuras de la Virgen de Juquila en maderas finas, un oficio de familia.
Aquí ya en la casa llevo trabajando 10 años en lo que es la elaboración de la virgen, esto lo aprendí gracias a mi tío, qué nos permitió este trabajo y a mi hermano que me lo enseñó”, explicó el artesano de figuras religiosas, Isaac Cuevas.
Todo el cabello que usamos aquí es natural; el cabello lo adquirimos de los peregrinos que vienen con fe a dejarle al santuario y su cabello ahí lo compramos o nos lo donan en las partes donde lo dejan ellos”, refirió Cuevas.
Santa Catarina Juquila cuenta, además, con paisajes naturales: cascadas y riachuelos, arquitectura colonial. Y la música propia de la región de la costa oaxaqueña: sones y chilenas acompañados con música de guitarras, violines y rítmicos taconeos.
La magia de Juquila también se disfruta en su gastronomía. Los turistas no se pueden ir sin probar el pan de yema. Pero ojo, nada es lo que parece.
Las conchas se llaman caprichos y al pan de muerto le dicen pan floreado; los adornos asemejan pétalos de Nochebuena, que aquí se conoce como flor de Santa Catarina.
El ingrediente principal que distingue el pan de Juquila es la levadura del pulque de maguey. Ese es el ingrediente principal y la canela, eso es algo característico del pan juquileño”, enfatizó Areli Cuevas, maestra panadera.
Y para fiestas, rituales o funerales, otra exquisitez de la cocina juquileña son las enchiladas de mole rellenas de picadillo.
Se prepara este platillo y se envía las casas como una forma de agradecimiento por su apoyo cuando fueron a traer la leña, las personas que han estado ayudando constantemente preparando lo que son los rezos, a los que dieron su apoyo económico, lo que aquí llamamos guilagueza que en muchas partes lo conocen como la Guelaguetza, que es el apoyo económico o en especie”, explicó al respecto la cocinera Aurora Cuevas.
Santa Catarina Juquila, una invitación a la reflexión y la diversión, se ubica a 5 horas de la ciudad de Oaxaca y a dos horas del Aeropuerto Internacional de Puerto Escondido.
Ambas opciones son una invitación a la aventura. Pero no hay olvidar tomar las debidas precauciones por la contingencia sanitaria.
El reto para Santa Catarina Juquila no necesariamente es captar mayor número de turistas por la pandemia, sino que quienes pernoctan y pagan en promedio 350 pesos por noche se queden dos o tres más y contribuyan así a la economía del nuevo Pueblo Mágico.