Simone de Beauvoir plantea en su ensayo más reconocido El segundo sexo, una pregunta fundamental, ¿qué es una mujer?.
A lo largo de la historia la mujer ha estado minimizada a dos cuestiones: a definirla a partir de una serie de características físicas y biológicas, y a su relación (sumisión en un estatus de otredad) con el sujeto, el hombre. La autora plantea que las identidades (femeninas) van más allá de situarse a partir del sexo, es más bien una construcción social y cultural.
Y tal construcción ha sido desde una perspectiva machista, heterosexual y sesgada a la negación de las diferencias. Diana Hernández, quién se reconoce como lesbiana, ha experimentado los vaivenes de enfrentarse a las fronteras personales y sociales de asumir una orientación distinta a la impuesta.
En entrevista con Once Noticias, Diana Hernández dijo que reconocerse como lesbiana no ha sido fácil sino un camino turbio y doloroso, porque para ella, como hija única, ha sido enfrentarse a las expectativas no sólo de su familia, sino de lo que espera la sociedad heterosexual de las mujeres.
No creo que las expectativas [de su madre] vengan de un lugar de odio, como tener pareja, independencia, éxito e hijos. Era claro que la iba a decepcionar porque sabía que rompía una ilusión”, comentó.
Sin embargo, resaltó que por eso es importante la representación para asumir la diversidad, es decir, “ver a otras identidades es importante porque así podrían decir ‘ah, mi hija puede ser lesbiana o soltera y exitosa.’ La representación de la diversidad sexual es tan limitada que se escapa del imaginario colectivo de nuestra generación”.
“Nunca he sentido que mi éxito se defina a partir de mi orientación sexual”.
Diana tiene claro quién es y qué quiere, por lo que le cuesta trabajo entender que sus papás no lo vean así, ya que se sigue perpetuando una frontera que hace creer que ella es una decepción para el sistema sociocultural tradicional.
En entrevista, la investigadora y documentalista reconoce que también ha experimentado los prejuicios internos.
“Una de las primeras cosas fue que yo decía que no saldría con trans, pero mi ex me dijo que las personas trans no quieren que se les reduzca su ser y existencia a sus genitales. Siento que desde ahí me replanteé muchas cosas y empecé a quitarme prejuicios y transfobia internalizada. Estoy en proceso de redescubrimiento, porque quiero nombrarme lesbiana, no como lencha sino más bien sáfica, es un término más amplio”, comentó Diana Hernández.
Cuestionó el hecho de que la sociedad tenga que poner etiquetas para identificarte.
“Asumo que mi existencia es un acto de resistencia constante, decir y hablar y decirle a la gente que no porque sea morra tenga que hablar como un vato y no porque sea lencha sólo debo ser lesbofeminista, porque es excluir a otras identidades”.
Para Diana, no obstante, es importante sentirse libre de elegir cómo quiere verse y elegir su orientación sin tener que responder a los prejuicios de la sociedad. Dijo que es válido tener y sentir miedo, porque hay muchas formas de ser mujer.
La persona que te ama siempre estará contigo, sin importar la sexualidad, pienso que cada quien es libre de ser quien es. Hay que romper la idea del clóset, porque así no tienes que gritarle al mundo que eres tal o cual, sino que cada quien decide quién ser y a quien tener o perder en su vida. No hay un camino único para reconocerte como lesbiana. Yo recomiendo acercarse a otras mujeres sáficas, para resonar con otras experiencias. Saber y conocer otras experiencias es fundamental. Yo no quiero perder a mi familia y eso no atenta contra mi identidad y puedo vivir con ello. Lo más importante es nuestra seguridad”, declaró.