El ejido el Jorullo se extiende, y parece inacabable, entre la Sierra Madre Occidental y las aguas del pacífico.
Aquí, hace 16 años se escribió la historia de un turismo que hiciera menor la huella de carbono. Un atractivo sustentable.
“Nos dimos cuenta que teníamos un paisaje hermoso, un río precioso y fue eso que nos decidimos a aprovechar nuestros recursos naturales de otra forma, de otra manera”, Miguel Pulido, consejo de administración de Canopy River.
Agricultores, cuya tierra no prosperaba, ganaderos que no poseían animales y campesinos en terreno infértil fue el escenario que sortearon 35 ejidatarios que de la adversidad hicieron una oportunidad.
“Fue de ver las precariedades por las que estábamos pasando, se decía “es que mi abuelito, mi tío, mis papás estaban con muchas necesidad” y morían con muchas necesidades, veíamos que íbamos por el mismo camino y decidimos un día cortarle y buscar un proyecto alternativo”, agregó.
La montaña vio nacer un proyecto turístico amigable con el medio ambiente.
“Hemos logrado el autoempleo, hemos bajado muchísimo el impacto al medio ambiente y a nuestra gente le ofrecemos un lugar donde puedan llevar sus centavos a sus casas”, dijo Pulido.
Con la misión además de mostrar al visitante las tradiciones mexicanas y con una operabilidad de respeto al medio ambiente, en este espacio se puede apreciar el puente colgante más largo del mundo con 470 metros de largo y 150 metros de altura.
El turismo sustentable, en su modalidad de ecoturismo, turismo de aventura y turismo rural, representa un mercado global de 2.3 billones de dólares a nivel mundial.
En México, uno de cada cuatro turistas se relaciona con actividades de turismo de naturaleza, que se involucra directa o indirectamente con temas sustentables.
En Puerto Vallarta, el sector turístico apuesta por aprovechar al máximo la ola del turismo sustentable.
Este paradisiaco lugar alberga un proyecto que, a pesar de la modernidad, permanece con su propuesta sustentable.
Se llega en lancha local y es parte de playa caballo, una de las zonas semivirgenes de la región.
La tímida construcción se asoma entre las palmeras, el nombre de este proyecto ecológico proviene del huichol.
“Mariaka tiene su origen en la lengua huichol, que significa el aura o la energía que conecta a las personas, ese es el sentimiento con el cual partió el proyecto de Casitas Maraika, para construirse como un proyecto sustentable”, Cesar Brambila, gerente operativo de Casitas Maraika.
El turismo que se quiere para el futuro se observa aquí. en el bejuco de esta modesta construcción, el cuidado en el uso del agua y en las prácticas de quien la administra.
“Creemos mucho en el respeto a la madre naturaleza, todo nuestro sentir viene de trabajar con ella, tenemos el proyecto de compostaje, cuidamos mucho el uso de plásticos, no vendemos botellas de agua, por lo mismo de que no nos gusta usar plástico, preferimos regalar un vasito de agua a usar plásticos”, añadió.
Proyectos comunales como este buscarán su crecimiento, pero cuidando de no impactar el medio ambiente.
La pandemia replanteó las experiencias de viaje, en este renacer del turismo; uno de los sectores más sensibles, se aprecia un turismo más consciente.
“Estoy totalmente seguro de que sí tendrá su boom, porque la gente está buscando conectar nuevamente con algo que perdimos en esencia, que era la libertad, de este lado de la bahía es uno muy libre”, afirmó Brambila.
Con una mayor oferta, para los grandes hoteles no pasa desapercibido este cambio en el viajero.
“Son personas que buscan bienestar, relajarse, buscan descansar o trabajar desde un lugar cómodo, distinto a lo normal”, Roberto Gómez, gerente de marketing del Hotel Resorts, Puerto Vallarta.
El turista post pandemia consciente está en estas nuevas formas de viajar.
“Hay mucho espacio entre los camastros, en el restaurant, vienes en un grupo y ya estas alejado del otro, nosotros que vinimos en pareja pero igual alejados de la siguiente pareja y eso esta super bien”, José Luis Maldonado, turista nacional.