Colibríes sufren cambios en su anatomía por comederos: estudio
Colocar comederos parece que está generando cambios en el tamaño y forma de sus picos de algunas especies de colibríes.

Colocar comederos para colibríes en jardines y balcones se ha convertido en un pasatiempo entrañable para millones de personas.
Esta práctica parece que está generando cambios notables en la biología de algunas especies, en particular en el colibrí de Anna, según un nuevo estudio publicado en la revista Global Change Biology.
Esta investigación, liderada por Nicolas Alexandre, genetista en Colossal Biosciences, sugiere que la alimentación suplementaria mediante comederos no favorece la expansión geográfica de ciertas poblaciones de colibríes, sino que también influye directamente en su morfología, específicamente en el tamaño y forma de sus picos.
Los resultados revelaron que los colibríes de Anna alargaron sus picos de forma considerable en regiones donde los comederos son abundantes, probablemente como adaptación para aprovechar de manera más eficiente estas fuentes de alimento de acceso continuo.

Curiosamente, en las zonas más frías hacia el norte de su distribución actual, donde la necesidad de conservar calor es mayor, se detectó una tendencia opuesta con picos más cortos y compactos, lo cual refuerza el hallazgo de que estas aves también utilizan sus picos como mecanismo de termorregulación.
Gracias a las cámaras infrarrojas empleadas en el estudio se demostró que el pico actúa como superficie disipadora de calor y que, por ende, un pico más pequeño ayuda a retenerlo en climas fríos.
Además de estos cambios fisiológicos, los investigadores observaron que en áreas de alta densidad de comederos, los machos desarrollan picos más puntiagudos, una característica vinculada a comportamientos agresivos, lo que a su vez sugiere una presión selectiva ligada a la competencia territorial por el acceso a los comederos, donde las disputas entre individuos son frecuentes.

Este fenómeno de rápida transformación, ocurrido en apenas unas 10 generaciones de aves, se considera un ejemplo paradigmático de evolución acelerada.
El autor principal del estudio sugiere que el colibrí de Anna podría considerarse una especie comensal, es decir, que se beneficia evolutivamente al convivir estrechamente con los seres humanos, sin perjudicarlos. Este concepto es común en especies como las palomas, que han prosperado en entornos urbanos durante siglos.
¿Cómo se llevó a cabo la investigación?
La investigación se desarrolló desde 2019 por un equipo compuesto por 16 científicos de 12 instituciones, con la cual se generó un modelo evolutivo que conecta la urbanización humana con transformaciones físicas en estas aves.
El equipo analizó datos de varias fuentes por ejemplo, registros del censo estadounidense para medir la expansión urbana, archivos periodísticos antiguos que documentaban la aparición y proliferación de comederos, el Conteo Navideño de Aves de la Sociedad Audubon para estimar la distribución poblacional, y especímenes de museos que permitieron medir los cambios en la forma y tamaño de los picos.
También se consideraron variables como la introducción masiva de árboles de eucalipto en California, una fuente de néctar exógena que florece durante casi todo el año, como factor coadyuvante.