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Descubren gigantesca nube brillante formadora de estrellas

La directora del estudio, Blakesley Burkhart, aseguró que ahora se puede medir cómo una galaxia comienza a transformar el gas y el polvo interestelar en estrellas.

Un equipo internacional de científicos descubrió una nube potencialmente formadora de estrellas que es una de las mayores estructuras individuales del cielo y una de las más cercanas a la Tierra jamás detectadas, un hallazgo que podría redefinir la comprensión del medio interestelar.

La enorme nube molecular de hidrógeno fue bautizada “Eos”, en honor a la diosa griega del amanecer, de acuerdo con la investigación dirigida por la Universidad de Rutgers-New Brunswick, fue publicada este lunes en la revista Nature Astronomy.

Es la primera vez que se detecta una nube molecular con luz emitida en el ultravioleta lejano del espectro electromagnético, lo que “abre la puerta a nuevas exploraciones con este método”, augura Blakesley Burkhart, del Departamento de Física y Astronomía de Rutgers, y director del estudio.

En las nubes moleculares, la molécula más común es el hidrógeno, componente fundamental de estrellas y planetas y esencial para la vida, y presente también en otras moléculas, como el monóxido de carbono.

Las nubes moleculares suelen detectarse con métodos convencionales, como observaciones de radio e infrarrojos, pero en este trabajo emplearon un enfoque diferente: la fluorescencia en el ultravioleta lejano.

“Esta nube brilla literalmente en la oscuridad”, destacó Burkhart, lo que puede ser una oportunidad única para estudiar las propiedades de una estructura dentro del medio interestelar.

El medio interestelar, compuesto de gas y polvo que llena el espacio entre las estrellas dentro de una galaxia, sirve como materia prima para la formación de nuevas estrellas.

“Cuando miramos a través de nuestros telescopios, captamos sistemas solares enteros en pleno proceso de formación, pero no sabemos con detalle cómo ocurre. El descubrimiento de ‘Eos’ es emocionante porque ahora podemos medir directamente cómo se forman y disocian las nubes moleculares”, reconoció Burkhart.

Una técnica de detección diferente

La nube de gas en forma de media luna se encuentra a unos 300 años luz de la Tierra y se asienta en el borde de la Burbuja Local, una gran cavidad llena de gas en el espacio que abarca el sistema solar.

El equipo calcula que la proyección de “Eos” en el cielo es inmensa, mide unas 40 lunas y tiene una masa unas 3 mil 400 veces superior a la del Sol.

“El uso de la técnica de emisión de fluorescencia en el ultravioleta lejano podría reescribir nuestra comprensión del medio interestelar, descubriendo nubes ocultas en toda la galaxia e incluso hasta los límites más lejanos detectables del amanecer cósmico”, según Thavisha 

Dharmawardena, becario Hubble de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA en la Universidad de Nueva York y primer autor del estudio.

Eos se reveló al equipo en los datos recogidos por un espectrógrafo del ultravioleta lejano llamado FIMS-SPEAR (acrónimo de fluorescent imaging spectrograph, espectrógrafo de imágenes fluorescentes) que funcionaba como instrumento en el satélite coreano STSAT-1.

Un espectrógrafo del ultravioleta lejano descompone la luz emitida por un material en las longitudes de onda que la componen, igual que hace un prisma con la luz visible, creando un espectro que los científicos pueden analizar.

En “Eos” predomina el hidrógeno molecular gaseoso, pero en su mayor parte es “CO-oscuro”, es decir, no contiene gran cantidad de este material y no emite la firma característica detectada por los métodos convencionales, lo que explica por qué “Eos” no se había descubierto hasta ahora.

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