Un equipo de astrónomos confirmó con imágenes del Telescopio Espacial James Webb la existencia de un agujero negro supermasivo en activo dentro de una galaxia apenas 570 millones de años después del Big Bang.
El hallazgo, publicado en Nature Communications, aporta una clave inesperada para entender las misteriosas Little Red Dots, un grupo de pequeñas galaxias extremadamente jóvenes y rojizas cuya abundancia y luminosidad venían desconcertando a los astrónomos.
La masa descomunal del agujero negro en CANUCS-LRD-z8.6, muy superior a la esperada para un universo tan temprano, sugiere que estos objetos pudieron crecer a un ritmo mucho más rápido que sus galaxias anfitrionas.

Analizar la luz
El avance se ha producido gracias al espectrógrafo NIRSpec, uno de los instrumentos clave del Webb para analizar la luz de los objetos más remotos.
En este caso, la señal obtenida delata la presencia de gas altamente ionizado que gira rápidamente en torno a un punto central, una firma clara de un agujero negro que está devorando materia.
La calidad de los datos ha permitido estimar la masa del objeto con una precisión inusual para distancias tan extremas, revelando que no sólo es grande, sino que crece con una rapidez que desafía las estimaciones teóricas.
El equipo ha podido, además, analizar las propiedades físicas de la galaxia a partir de la distribución de energía registrada en diversas longitudes de onda.
Los resultados indican que CANUCS-LRD-z8.6 es compacta, contiene muy pocos elementos pesados y no ha generado una gran masa estelar.