Hallan fósiles del ave Pinicola enucleator en España
La identificación del "camachuelo picogrueso" aporta una evidencia excepcional sobre el clima frío que afectaba el sur de Europa.

Los restos fósiles de Pinicola enucleator, un ave boreal desaparecida hace más de 24 mil años, fueron hallados en Cueva del Cudó de Mont-ral, en las montañas de Prades, España, gracias a una serie de excavaciones, informó el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).
Este hallazgo, según el IPHES, aporta una prueba directa de la presencia de especies árticas en latitudes meridionales, e indica que el clima en la zona era mucho más frío y seco, con bosques abiertos y condiciones típicamente boreales.
AVE BOREAL EXTINTA
— CRCpaleos (@CRCpaleos) April 14, 2025
Identifican restos fósiles de Pinicola enucleator, un ave propia de regiones boreales, en la Cova del Cudó (Tarragona), aportando una prueba directa de la presencia de especies árticas en latitud
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De igual manera, detalló que estos fósiles de aves en las Montañas de Prades han permitido reconstruir que durante el final del Pleistoceno tuvieron lugar una serie de desprendimientos masivos de hielo conocidos como Evento Heinrich, que provocaron un enfriamiento repentino a todo el hemisferio norte.
“Por lo que, la presencia de fósiles del camachuelo picogrueso, una especie que actualmente sólo habita las zonas árticas del norte de Europa, indica que el clima en la zona era mucho más frío y seco, con bosques abiertos y condiciones típicamente boreales”, señaló el instituto.
Los investigadores se centraron en dos cavidades próximas a Mont-ral: la Cueva del Cudó y la Cueva dels Galls Carboners. En total, se analizaron más de 450 restos de aves a través de un exámen tafonómico detallado para entender cómo se acumularon los restos y qué depredadores intervinieron.

Así, en la Cueva del Cudó, dijeron, la mayoría de los restos corresponden a pequeños pájaros, especialmente Passeriformes, con un 41 por ciento de huesos que muestran marcas de digestión.
“Estos datos indican que rapaces nocturnos como el Duque o el Búho cornudo, y diurnos como los halcones, utilizaban la cavidad como lugar de alimentación y reposo”, agregaron.
Por el contrario, la Cueva dels Galls Carboners muestra una acumulación mayoritaria de palomas inmaduras, lo que sugiere que podía haber sido una zona de cría.
“Las marcas de dientes presentes en muchos huesos indican una alta presión de depredación por parte de pequeños carnívoros como el zorro o el lince ibérico, que aprovechaban la vulnerabilidad de las crías en los nidos”, indicaron.
Esta investigación abre nuevas vías de estudio sobre las estrategias de caza y alimentación de estos animales en este tipo de entornos, y también muestra cómo las cuevas actuaban como espacios multifuncionales en antiguos ecosistemas, donde se encontraban especies modificantes, rapaces y carnívoros compitiendo por los recursos.
La investigación, publicada en la revista Geobios, fue liderada por Mario Marqueta, investigador predoctoral del IPHES con la participación de la doctora Rosa Huguet y el doctor Josep Maria Vergès, investigadores del IPHES y la doctora Carmen Núñez-Lahuerta, investigadora de la Universidad del País Vasco-UPV/EHU.