Ingeniería genética: más allá del dilema ético
La realidad médica supera la ciencia ficción; hoy existen máquinas que imprimen cuerpos completos y corazones artificiales salvan vidas.

¿Te imaginas un mundo donde nacer con una enfermedad genética como la anemia falciforme no es un destino, sino un problema corregido, antes de que abras los ojos por primera vez, al nacer o donde un diagnóstico de cáncer se soluciona con un tratamiento diseñado exclusivamente para ti? No es un guion de Gattaca o de Elysium, sino la realidad que la edición y la ingeniería genética están forjando.
¿Qué tan cerca estamos de superar la ficción?
Desde la película de Blade Runner hasta el videojuego de Bioshock, la ciencia ficción ha soñado con un futuro de cuerpos mejorados y órganos de repuesto, pero también ha advertido sobre los riesgos de jugar a ser dioses.
“Estamos desarrollando órganos humanos mediante bioingeniería para trasplantes, con la misión de eliminar la lista de espera para trasplantes de órganos”, explicó el director Miromatrix Medical, Jeff Ross.
La ingeniería genética transformó la medicina. Desde los años 70, cuando descubrimos cómo cortar y pegar ADN con precisión quirúrgica, la ingeniería genética ha transformado la medicina.
Bacterias modificadas producen insulina humana y hoy, herramientas como Crispr-Cas9 permiten corregir genes defectuosos, atacando enfermedades como el Alzheimer o la enfermedad de Huntington. En 2020 restauró parcialmente la visión en pacientes con ceguera hereditaria.
El futuro va más allá. Imagina terapias que editen genes para prevenir la diabetes o retrasar el envejecimiento.
Claro, no todo es color de rosa. Modificar genes también plantea dilemas éticos. ¿Qué pasa si alguien decide alterar el color de la piel o la estatura? ¿Quién tomaría esas decisiones?
“Se remonta a conceptos como la eugenesia e incluso al Frankenstein de Mary Shelley. Debemos pensar en lo que podemos hacer cuando tenemos el poder de alterar quiénes somos fundamentalmente”, explica Jennifer Doudna, premio nobel de química 2020.
La ciencia ficción como en El quinto elemento, imagina máquinas que imprimen cuerpos completos y aunque estamos lejos de eso, la ingeniería de tejidos da pasos firmes.

Con células madre y bioimpresión 3D, se crea piel para quemaduras, válvulas cardíacas, incluso ya se diseñó un corazón humano miniatura, con vasos funcionales, aunque no puede latir correctamente. Y si un órgano no es viable, los implantes mecánicos entran en escena como en El hombre nuclear o El vengador del futuro: los cyborgs no son ficción.
“Tenemos la capacidad escribir con células vivas a partir de células madre e implantar canales vasculares en 3D, para luego conectar esos canales a una bomba y hacer fluir oxígeno y nutrientes, a través de ese tejido, de modo que permanezca vivo”, señaló Mark Skylar-Scott, investigador de la Universidad de Stanford.
Innovaciones que devuelven autonomía
Implantes cocleares devuelven la audición, corazones artificiales salvan vidas y prótesis biónicas, controladas por el cerebro, permiten a personas amputadas recuperar su movilidad.
En el horizonte, hay chips cerebrales para tratar el Parkinson o restaurar recuerdos. Por supuesto hay retos: riesgos de rechazo, infecciones, costos elevados y la pregunta ¿hasta dónde debemos llegar?
El futuro de la medicina con genes editados, órganos impresos y cuerpos mejorados, no sólo cura, redefine lo que significa ser humano.