A pesar de que el primer párrafo del texto político principal de la Cumbre climática de la Organización de Naciones Unidas (ONU), COP30 en Belém, Brasil, destacó el reconocimiento de “los derechos de los pueblos indígenas, así como sus derechos sobre la tierra y el conocimiento tradicional”, las conversaciones no cumplieron con la representación, la ambición y la verdadera acción sobre los problemas climáticos que afectan a los pueblos indígenas.
“Esta fue una COP donde fuimos visibles, pero no empoderados”, aseguró Thalia Yarina Cachimuel, miembro Kichwa-Otavalo de la Delegación de Guardianes de la Sabiduría.
Si bien, muchos indígenas que asistieron a las conversaciones se sintieron fortalecidos por la solidaridad con tribus de otros países, muchos de ellos reiteraron la necesidad de que las naciones presionaran por acuerdos sobre cómo eliminar gradualmente combustibles como el petróleo, el gas y el carbón, “y no ver la naturaleza como mercancía, sino verla como sagrada”.
Preocupados por considerar solo el simbolismo y dejar fuera la real participación de los pueblos indígenas, algunos de los más de 900 asistentes de dichas comunidades insistieron en permitir una participación real y efectiva.
“Lo que hemos visto en esta COP es un enfoque en la presencia simbólica en lugar de permitir la participación plena y efectiva de los pueblos indígenas”, manifestó Sara Olsvig, presidenta del Consejo Circumpolar Inuit.