En sólo cinco años, el SARS-CoV-2 se convirtió en uno de los virus más estudiados del planeta.
Alrededor de 150 mil artículos de investigación se difundieron; esto equivale al triple de la cantidad de artículos publicados sobre el VIH, en el mismo periodo.
Además, se han generado hasta ahora más de 17 millones de secuencias genómicas del SARS-CoV-2, más que de cualquier otro organismo.

Parte de lo que aprendimos desde la virología, fue que los virus cambian más de lo esperado. Lo característico de este virus fue su rápida transmisibilidad y alta virulencia.
La gripe se propaga principalmente al adquirir mutaciones que permiten evadir el sistema inmunitario; en tanto que nadie se había infectado de este virus, muchos científicos no esperaban observar una gran transformación viral hasta después de que el sistema inmunitario actuara, ya sea mediante infecciones o por vacunas.

También vimos que los casos crónicos podrían revelar información; pues quienes sobrevivían a la infección, la eliminaban en cuestión de días.
Las infecciones a largo plazo se producen en la gripe, y en el caso del SARS-CoV-2, el virus se adapta para sobrevivir en el huésped y no para propagarse a otros.