La visión del amor que nos han vendido, y que hemos comprado, no siempre describe la realidad en las relaciones de pareja, así lo señala Arthur C. Brooks, científico de Harvard y experto en felicidad.
La etapa del enamoramiento donde existe una intensa atracción y cada que vemos a esa persona especial el cuerpo se estremece tiene fecha de caducidad, pero todos se preguntan: ¿Qué pasa después de que esa intensidad amorosa disminuye? ¿El amor se termina?
La respuesta del científico es: “No”, pero puntualiza que el secreto de las parejas más felices no es la pasión sino la amistad, conexión que el experto considera mucho más sólida y duradera.
“Los matrimonios más felices son los que se caracterizan por lo que llamamos ‘amor de compañía’, no ‘amor apasionado’” explicó C. Brooks.
La química del amor
Las reacciones químicas que se dan cuando dos personas se conocen y enamoran comienzan en el cerebro, como lo señalan diversos estudios, el cual entra en un estado de euforia como si experimentara una fuerte adicción.
La dopamina, la oxitocina y la serotonina inundan el sistema nervioso, generando una sensación de placer, apego y bienestar, reacción que el especialista de Harvard ha denominado “amor apasionado”.
Esto no es una casualidad, pues esas intensas sensaciones tienen el objetivo de crear un vínculo suficientemente fuerte como para que las parejas permanezcan juntas el tiempo necesario para reproducirse; pero todo disminuye.
Este es el punto de quiere en una relación de pareja, porque hay quienes piensan que el amor se esfumó y hay quienes comprenden que su atracción ha evolucionado para pasa a algo más duradero.
El “amor de compañía”
Para el investigador Arthur C. Brooks para pasar del “amor apasionado” al “amor de compañía” las parejas deben construir una verdadera amistad, “a lo que quieres llegar en cinco años es a la mejor amistad, y la mejor amistad es algo mágico”.
Si se trabaja en la confianza y en la amistad, el amor no desaparece, sino que se transforma en un sentimiento más estable y profundo, basando en la complicidad.
El científico define el “amor de compañía” como aquel que permite sentirse seguro en una relación de pareja, donde la cotidianidad es un lazo no un obstáculo.