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UNAM impulsa rehabilitación neurológica con videojuegos

Investigadores del Laboratorio de Investigación y Desarrollo de Aplicaciones Interactivas para la Neuro-Rehabilitación (LANR) de la UNAM ayudan a la neurorehabilitación con videojuegos y dispositivos tecnológicos.

Desde hace más de 10 años, el LANR desarrolla herramientas tecnológicas que se utilizan en la rehabilitación para tratar las secuelas de la Enfermedad Vascular Cerebral (EVC).

Los investigadores han creado 15 videojuegos y seis dispositivos con sensores que ayudan a los pacientes a recuperar sus funciones motoras y cognitivas, a través de juegos y la repetición controlada.

Entre los dispositivos se encuentra el Topo-crisis, en el que el paciente debe pegarle al topo antes de que se esconda –ayuda a rehabilitar la fuerza muscular de hombro, codo, muñeca y el rango de flexibilidad en el plano horizontal–.

También, un mouse ergonómico con cinta de neopreno que sirve para la debilidad o rigidez en las manos.

Hay una rodillera electrónica que detecta movimiento de extensión y flexión de la pierna; el juego Penal Madness, en donde el usuario se desempeña como portero de futbol y trata de detener la mayor cantidad de penaltis –ayuda a recuperar la movilidad articular y la fuerza del hombro–.

Los videojuegos, señala Alberto Castro, cuentan con software y hardware que permiten rehabilitar la fuerza muscular y mejorar la motricidad o coordinación de algunas partes del cuerpo como hombros, codos, muñecas, dedos y los ojos.

Para crear los videojuegos se utilizó el motor Unity y varios sensores, mouses ergonómicos, volantes y visores de realidad virtual.

Además, explica, se vinculan a una nube de datos o servidor central donde se almacenan los datos de pacientes y terapeutas, así como las rutinas asignadas a cada paciente y los resultados de cada una de sus sesiones.

Esto con la finalidad de monitorear el progreso del paciente y conjugarlo con su terapia tradicional.

La EVC es silenciosa y con secuelas

La enfermedad vascular cerebral (EVC) es la segunda causa de muerte a nivel mundial y ocupa el primer lugar de discapacidad adquirida en personas adultas.

En México, cada año se registran alrededor de 170 mil casos de infarto cerebral y la edad promedio de las personas que lo sufren es de 73 años, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN).

Se trata de una enfermedad silenciosa, aunque hay factores de riesgo, por ejemplo, 9 de cada 10 casos se deben a factores modificables como el tabaquismo.

La EVC ocurre cuando el cerebro deja de recibir oxígeno y glucosa. Las neuronas en la zona afectada mueren en cuestión de minutos y las secuelas pueden ir desde problemas motores o de lenguaje hasta dificultades en la memoria y la atención.

75% de las personas supervivientes tiene secuelas definitivas y 33% se vuelve dependiente para el resto de su vida.

No obstante, gracias a la plasticidad del cerebro, las personas pueden recuperarse; es vital que tras la lesión cerebral, las personas accedan lo más pronto posible a terapias de rehabilitación.

Los investigadores señalan que la rehabilitación debe empezar una vez que los pacientes estén estabilizados.

En un tiempo preciso, aseguran, la rehabilitación debe comenzar desde la primera semana a tres o seis meses, porque es cuando el sistema nervioso puede regenerarse morfológica y funcionalmente.

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