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Viento solar puede producir agua en la Luna: NASA

Este hallazgo tiene implicaciones para las operaciones de los astronautas del programa Artemis de la NASA en el Polo Sur de la Luna.

El Sol es una fuente de los componentes que forman el agua presente en la Luna, una teoría que fue confirmada por la NASA tras realizar una simulación de laboratorio.

De acuerdo con la teoría, cuando una corriente de partículas cargadas, conocida como viento solar, impacta la superficie lunar, se desencadena una reacción química que podría generar moléculas de agua.

En un artículo publicado por los investigadores en la revista JGR Planets, se destaca que este hallazgo tiene implicaciones para las operaciones de los astronautas del programa Artemis de la NASA en el Polo Sur de la Luna.

Se cree que gran parte del agua de la Luna está congelada en regiones permanentemente sombreadas de los polos.

“Lo emocionante es que, con solo suelo lunar y un componente básico del Sol, que siempre está liberando hidrógeno, existe la posibilidad de crear agua. Es increíble pensarlo”, dijo Li Hsia Yeo, investigadora del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.

Cabe resaltar que algunas mediciones de naves espaciales ya insinuaban que el viento solar es el principal impulsor del agua, o sus componentes, en la superficie lunar.

Una pista clave en este estudio es que la señal espectral de la Luna relacionada con el agua, cambia a lo largo del día.

Foto: Unsplash.com

En algunas regiones, es más intensa en las mañanas más frías y se atenúa a medida que la superficie se calienta. Cuando la superficie se enfría de nuevo por la noche, la señal alcanza su punto máximo. Este ciclo apunta a una fuente activa -probablemente el viento solar- que repone pequeñas cantidades de agua en la Luna a diario.

¿Cómo comprobaron la teoría?

Los científicos construyeron un aparato para examinar las muestras lunares recogidas por los astronautas del Apolo 17 de la NASA, en 1972.

Primero eliminaron cualquier posibilidad de agua que pudieran haber adquirido durante su almacenamiento. Luego, con un acelerador de partículas “bombardearon” el polvo con viento solar simulado, durante varios días.

Usaron un espectrómetro para medir la cantidad de luz que reflejaban las moléculas de polvo, lo que mostró cómo cambiaba la composición química de las muestras.

Al final, el equipo observó que disminuyó la señal luminosa que rebotaba en su detector, precisamente donde el agua suele absorber energía.

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