Violencia académica: visibilizar para transformar la realidad de mujeres en la ciencia
En las universidades, laboratorios y lugares de producción científica aún existen mujeres que sufren violencia académica.
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La molécula de ADN (ácido desoxirribonucleico) es, quizá, la más popular. En ella está toda la información genética de los organismos.
Fue descubierta por James Watson y Francis Crick, científicos que, incluso, recibieron el premio Nobel, pero el trabajo de una científica, Rosalind Franklin, fue esencial para descifrar la estructura del ADN y nunca fue reconocida.
A más de medio siglo, en las universidades, laboratorios y lugares de producción científica siguen existiendo miles de Rosalind Franklin, que sufren de violencia académica.
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“Violencia académica se refiere a patrones de abuso de poder que ocurren en la docencia, la investigación y la difusión del conocimiento. En el ejercicio de los roles profesionales”, indicó Carolina Espinosa Luna, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.
A lo largo de su trayectoria profesional y, recientemente, a través de las 133 entrevistas a mujeres en la academia, Carolina Espinosa ha investigado por qué siguen existiendo este tipo de violencias. Ha encontrado principalmente tres causas:
“A que los académicos abusan de su poder, a que cuentan con redes de influencia, a que las instituciones lo respaldan por acción o por omisión y a que hay un ambiente de normalización de la violencia”, resaltó.
Identificó que la violencia contra las mujeres suele ser sexual. Desde comentarios misóginos por parte de los profesores, hasta obligarlas a tener relaciones sexuales dentro o fuera de las instituciones. También enfrentan violencia física.
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“Una mujer narró cómo la encerraron adentro de un laboratorio (…) un investigador, y se fue y la dejó encerrada y ya se hacía de noche y no podía salir. Otra mujer que la dejaron encerrada en un cubículo con su director de tesis y tuvo que gritar para tratar de hacer un escándalo y que la pudieran abrir, o sea, muchas de estas retenciones forzadas”, indicó la especialista.
Esta problemática estructural no sólo afecta a nivel personal, también en lo institucional y en la esfera social, pues excluye a las mujeres de producir conocimiento.
Espinosa Luna propone un nuevo acuerdo académico donde todos impulsen cambios graduales, como incluir en los criterios de evaluación, la ética del personal.
“Cambios en donde no se premie a los investigadores que tienen antecedentes de acoso y de abuso. Se sabe que hay investigadores que son acosadores y se les entregan reconocimientos y se les hacen honores. Eso no puede seguir ocurriendo. Es una ofensa, un daño y un agravio mayor a las víctimas”, destacó.
Hablar de estos temas también será parte de transformar la realidad de las mujeres en la ciencia.