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Vuelo Blue Origin… lo bueno, lo malo y lo feo

En esta nave de Blue Origin, seis tripulantas rebasaron los 100 kilómetros de altura y se convirtieron en la primera misión de mujeres en llegar al espacio exterior de la era moderna. El hecho generó reacciones en las redes sociales: lo bueno, lo malo y lo feo.

Comenzando con lo MALO: en efecto, estos vuelos “civiles” son sólo para unas cuantas personas con capacidad de costearlos. Una experiencia de 11 minutos, tiene un costo de 350 mil a 500 mil dólares, unos 10 millones de pesos. En redes sociales se advierte que esas cantidades resultarían útiles para apoyar acciones que impulsen la educación, por ejemplo.

Lo FEO: ¿la misión fue un acto publicitario en favor de Katy Perry? Así se advirtió, al resaltar que cantó “What a Wonderful World”.

De esta misión también han llamado la atención en redes sociales los trajes que portaban las tripulantes, diseñados especiales para cada una.

Al respecto, merece la pena destacar que, a la fecha, Blue Origin ha realizado 11 vuelos tripulados de esta naturaleza y ninguno había sido tan cuestionado como éste, que incluyó sólo a mujeres.

En segunda cuestión: los trajes son de una firma que planteó evitar los diseños tradicionales de poliéster brillante, que suelen tener los trajes de hombre, y crear diseños de neopreno resistente al fuego.

En este contexto, merece la pena resaltar lo BUENO. Más allá de que la tripulación incluyó a la figura de Katy Perry o a la prometida de Jeff Bezos, la escritora Lauren Sánchez, las otras tripulantes tienen un perfil destacado. 

Amanda Nguyen es defensora de derechos humanos y sobreviviente de un ataque sexual. Ella no desembolsó un solo dólar para “pasar a la historia”. Su travesía fue patrocinada por la organización space for humanity, que busca ampliar esta experiencia a personas que inspiran. Es la misma organización que apoyó a la mexicana Katya Echazarreta.

“Normalmente tengo palabras bonitas que decir, pero en este momento, sólo quiero que todos los sobrevivientes sepan que puedes curarte. Ningún sueño es demasiado salvaje, y si es tan salvaje como ir al espacio, realmente lo puedes hacer”, explicó la investigadora de Bioastronáutica, Amanda Nguyen. 

Estos vuelos particulares también abonan al desarrollo de nuevas naves que ayudan a ampliar los horizontes rumbo al espacio.

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