La carrera por la elección presidencial en Brasil rumbo al 2 de octubre tiene como punteros a Luis Inácio Lula Da Silva, con 47% de la intención del voto, 15 puntos porcentuales sobre el actual mandatario Jair Bolsonaro (32%), quien se quedó tres puntos menos de lo que tenía hace un mes, según el Datafolha (18 de agosto), instituto especializado en opinión pública, perteneciente Grupo Folha de Manhá, afincado en Brasil.
¿Cómo llegan esos “punteros”?
Para hablar de algunas de las debilidades y fortalezas que enmarcan las estrategias de estos contrincantes políticos, Tomás Milton Muñoz Bravo, académico de Relaciones Internacionales del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), comentó que “al menos con los datos que tenemos hasta el momento, es posible prever la victoria de Ignacio Lula Da Silva”.
Añade que, sin embargo, se necesitará “muy probablemente” una segunda vuelta, ya que en el sistema electoral de Brasil, se necesita ganar 50%+1 de los votos en toda la elección.
“Y, hasta el momento, las encuestas más benignas nos revelan hasta un 49% de preferencia; sabemos que son encuestas y siempre hay algunos errores y todavía falta tiempo, y si no ocurre una desgracia, lo lógico sería que ganara en primera vuelta Lula y de todos modos tener que disputar una segunda vuelta donde el resultado sería más cerrado con Bolsonaro”, afirma.
La parte débil de Lula
Al enumerar las debilidades del expresidente, en primer lugar, Tomás Milton Muñoz menciona el estigma de haber estado en la cárcel. Esto a pesar de que se usaron una serie de “triquiñuelas” para enviarlo a prisión.
“Recordemos que repararon un departamento de Lula (con dinero aparentemente ilícito) y básicamente por eso lo metieron a la cárcel, en un elemento fehaciente donde se había comprobado que él cometió ilícitos terribles e indignantes, no así integrantes del Partido de los Trabajadores donde sí se demostró que cometieron actos ilícitos ligados con corrupción”, precisa.
Agrega que, pese a haber sacado de la pobreza a una gran cantidad de personas, se considera que Lula no hizo lo suficiente y mucho menos Dilma Rousseff, expresidenta de Brasil, quien es considerada uno de los elementos que generan debilidad en la campaña de Lula Da Silva porque no generó mayor riqueza.
“Recordemos que también le toco a ella tener el Mundial de Futbol (2014), los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro (agosto 2016). Las Olimpiadas se habían aprobado con Lula, entonces a los dos se les culpa, sobre todo las clases medias, de haber utilizado recursos para otros fines y no para educación, salud y otros servicios públicos; desgraciadamente se quedó como estigma que haya llevado a Dilma como su delfín; y si estuviéramos en México eso pareció como especie de Maximato, de la continuación de las políticas de Lula”.
Subraya, además, que Bolsonaro ha jugado con la idea, entre sus bases duras, de que Lula es un comunista y eso le resta puntos entre cierto electorado.
“Nada tiene que ver Lula con el comunismo, sí es un socialista diferente precisamente por la cercanía que tuvo con algunos líderes de izquierda como (Hugo) Chávez y eso sigue siendo uno de esos factores negativos”.
Once Noticias conversó con Ana Karla Uribe Escalante, doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien cree que uno más de los contras en esta campaña para Lula es seguir enfrentando el papel y poder que ejercen las fakes news.
“Las últimas semanas han salido notas de los seguidores de Bolsonaro que argumentan que si Lula gana va a cerrar las iglesias; esto se ha disipado porque se sabe que Lula es un ferviente creyente y esa noticia, aunque es falsa, podría tener cierto impacto en su carrera al 2 de octubre”, explica.
La también docente del diplomado en Economía Internacional y Globalización, afirma que el discurso de Bolsonaro y la élite conservadora brasileña y latinoamericana también juega en su contra.
Ese discurso, añade, se ha construido sobre las perversidades de los populistas donde se encierra Lula y que los han conceptualizados como “populacheros”, es decir, como gente que no sabe hacer política.
Lado positivo
En cuanto a las fortalezas del exmandatario Lula Da Silva, la experta enlista las siguientes:
- La elección de Geraldo Alckmin, como candidato a vicepresidente en la fórmula donde contiende por la presidencia. “Al final, muestra una estrategia política donde hay disposición para negociar con posiciones de carácter conservador adheridos a una agenda neoliberal que, aunque son contrario a una agenda económica con distribución de ingreso, también requieren de expansión de mercado interno”.
- El hecho de “vender esperanza”, y el retorno de políticas sociales públicas. Por algo se considera que su lema “somos una idea” apela a exaltar la virtud de la nostalgia y un pasado estable con certidumbres, que no existen con Bolsonaro.
- El salir de su presidencia con una aprobación altísima, de 80%.
“Otra ventaja de Lula es Bolsonaro per se porque al final, su mala gestión administrativa resulta una de las grandes oportunidades para la campaña de Lula”.
- Su potencial político e histórico para capturar votos. “No hay una figura tan emblemática, tan polémica; el proceso legal que se generó en su contra, al comprobarse como falso, para mí lo ha cubierto con un manto mesiánico, es decir, Lula se vuelve parte de la gente, de lo común; en este sentido encabeza la parte de la injusticia”.
- Su imagen a nivel internacional. Si gana, la Unión de Naciones Suramericanas tendría su renacimiento y con ello daría paso a una nueva oleada de gobiernos de izquierda encabezando el continente sudamericano.
- Su habilidad y contactos políticos y el saber crear alianzas con un centro no tan extremo como el de Bolsonaro.
Lo aceptable de Bolsonaro
Por tanto, en lo concerniente a las fortalezas de Bolsonaro, Muñoz Bravo agrega que una de éstas se enfoca a la parte monetaria.
“La economía durante su gestión en el año 2020 todavía fue complicada por la pandemia, pero en el año 2020-2021 ya creció más de 4.9%”.
En ese sentido, el especialista en materia internacional asegura que Brasil hoy tiene alrededor de 9.9% de población económicamente activa desempleada y que, aunque eso parecería una cifra muy alta, sí se han recuperado empleos a partir del 2021 y 2022, detalle que le genera un bono
Para el docente del ITESM la parte negativa de Bolsonaro tiene que ver con su imagen de un personaje de una ola populista pero de derecha, más cercana al fascismo, que sigue pensando que el ejército debería patrullar las calles en todo momento. Y finaliza recalcando que, “hasta hoy se prevé que va a haber una segunda vuelta, en la primera gana Lula y en la segunda será cerrada”.
Un proceso electoral altamente polarizado
En entrevista con Once Noticias, Ana Tereza Duarte, politóloga y doctoranda en ciencia política de la Universidad Federal de Pernambuco, Brasil, resaltó que, este proceso electoral está marcado por la polarización. Los ciudadanos decidirán entre el autoritarismo representado por el presidente Bolsonaro y, por el otro lado, el panorama de aquel crecimiento económico del año 2010 representado en la figura del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
De acuerdo con la politóloga, Bolsonaro se ha pronunciado de manera cotidiana en contra del proceso electoral, además se ha opuesto al arribo de observadores internacionales e intenta incluir a las fuerzas armadas en tareas electorales.
“La mayoría de los evangélicos están apoyando a Jair Bolsonaro, en Brasil el 25% de la población es evangélica mientras que un 50% es católica de ellos solo el 52 por ciento apoyan a Lula, otro dato interesante es que las intenciones del voto para el político gobernante aumentaron entre la población que gana dos y cinco sueldos mínimos, mientras que el apoyo a Lula creció en la gente que tiene una renta más alta”, expresó.
Del mismo modo reconoció que este divisionismo queda en evidencia debido a que incluso muchas personas que no apoyan al opositor Partido de los Trabajadores apoya a Lula, por ser un candidato democrático comparado con Bolsonaro.
En vísperas de las elecciones, y de su candidatura a la relección, el discurso de Bolsonaro se ha centrado en atacar el proceso electoral, además de que ha reiterado que se podría presentar un fraude electoral, lanzando también acusaciones sus oponentes.
En tanto que el discurso de campaña de Lula se ha centrado en compartir un discurso para un Brasil del año 2000, cuando en realidad el contexto internacional ha cambiado pues esta nación ya no vive el boom de las commodities, lo cual había apalancado el crecimiento económico.
“Si Lula gana, el Brasil que va a recibir es completamente distinto al que recibió en 2003; es un Brasil con una inflación altísima, los precios de los alimentos muy altos, la sociedad mucho más polarizada que en 2003. Durante su campaña no ha considerado ese escenario”, señaló.