Reportajes especiales

“Aunque sea en un puño de huesos trae a tu hermano, quiero que descanse”: madre de desaparecido

Sonora lidera una de las entidades en donde se han encontrado mayores fosas clandestinas; la entidad destaca por desaparición forzada

Raquel López le suplicaba a su hija Liliana, que aunque fuera en un puño de huesos le llevara a Jesús Gilberto López -su hermano- de vuelta a casa. Doña Raquel falleció en julio de 2020, sin haber encontrado a su hijo -quien se encuentra desaparecido desde el 24 de febrero de 2016- y sin que los presuntos responsables hayan enfrentado la justicia al cometer desaparición forzada.

El caso, denunció Liliana López, integrante de Madres Buscadoras de Sonora, no sólo está plagado de inconsistencias, incluso el expediente está perdido.

De hermana a buscadora de Sonora

Liliana López tiene desgaste en una rodilla. Se han acumulado algunos gajes del andar en los terrenos más inhóspitos de su entidad. Le cuesta caminar, pero nada la detiene para ir cada domingo a las búsquedas que ritualmente han emprendido las Madres Buscadoras de Sonora, desde 2019.

Liliana es integrante de ese colectivo, desde el 30 de abril de 2019, uno de los primeros que surgieron en la entidad. Fue fundado por Cecilia Flores, una madre que ante la desesperación e inoperancia de las autoridades decidió ir en búsqueda, con pala y garra, de sus hijos.

En el camino fueron encontrando otras madres y familiares que también padecen y comparten estas injusticias y dolores. Este fue el caso de Lily y su madre Raquel, que se enteraron de las Madres Buscadoras y decidieron unirse en colectivo para encontrar a Jesús, porque hacerlo solas las ponía en riesgo.

Lily subraya que no es madre y que nunca sabrá el dolor de una mamá al experimentar la desaparición de algún hijo o hija:

“Todas las noches mi mamá le pedía a Dios encontrar a su hijo. Se despertaba a las 5 de la mañana pidiéndole a Dios encontrar a su hijo. Yo no puedo decir que se siente perder a un hijo, pero si te puedo decir que se siente perder a un hermano y que en este caminar hayas perdido a tu madre. Yo veía el dolor de ella. Yo tenía mi dolor como hermana […] a través de ella veía el sufrimiento y la impotencia”, expresó Lily, lo que detonó una larga conversación con Once Noticias.

El calvario de la desaparición forzada

En su blusa, Lily trae impresa la imagen de sus seres amados, que se unen al centro con las fechas de la desaparición de su hermano y del fallecimiento de su madre. Ambas imágenes denuncian que las víctimas no sólo son las personas desaparecidas, sino también las familias. En el caso de Raquel su salud empeoró luego de que su hijo fue desaparecido en condición forzada.

“Mi mamá desde que mi hermano desapareció, empezó su lucha sola, porque todavía no había grupos en Sonora. Le da su primer infarto en mayo de 2016 y su segundo infarto le da en diciembre de 2017. Yo vivía en Mérida (durante 16 años) y a raíz de lo que pasó, decidí regresarme a Sonora, en 2018. En 2019 empiezo mi lucha, por la promesa que le hice de buscar a mi hermano. Ahí empezó el revuelo de los colectivos en Hermosillo”, señaló Lily.

Cuando Lily cuenta un poco sobre Jesús señala que padece esquizofrenia, pero estaba controlado con medicamentos. Es ingeniero en sistemas.

Al relatar el día de la desaparición de Jesús, denuncia que él fue ‘levantado’. Señaló que ese 24 de febrero entraron cinco personas a la casa de su madre; irrumpieron por la fuerza y fueron a buscar a un supuesto amigo que estaba con Jesús. Sin embargo, al darse cuenta que lo confundieron con una persona que buscaban, lo dejaron ahí.

Por la irrupción violenta a la casa de la familia López, Raquel levantó una denuncia con el expediente CI 0130/16 ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, en la Agencia Primera Investigadora del Ministerio Público, en Hermosillo, Sonora.

Lily cuenta que más tarde, pero ese mismo día, su hermano salió y expresó algunas burlas -derivadas de los efectos de su enfermedad- a un grupo de personas. Unas horas después, por la noche, supuestos amigos lo sacaron de su casa para ir a comprar botanas, pero Jesús no regresó.

Al ver que su hijo no volvió, como cualquier otro día, su madre acudió a buscar en todas las instituciones: Semefo, hospitales, cárceles. Nada.

Según versiones de testigos Jesús fue golpeado brutalmente con palos. Se defendió y luego lo subieron a un auto. Unos días después el supuesto amigo fue con Raquel a dejarle la credencial de elector de Jesús y la tarjeta de su pensión vacía. Ahí empezó el calvario de búsqueda.

Cuando le entregaron esas tarjetas, Raquel denunció a las autoridades y se abrió el expediente AP0012/16 ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, en la Agencia del Ministerio Público del Sector I en Hermosillo. Lily recuerda que a su madre le dieron malos tratos, por lo que luego denunció ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Raquel había indagado por su parte y decidió llevar sus hallazgos a la comandancia, pero se encontró con una sorpresa que fue para mal: en este lugar reconoció a dos policías estatales que fueron los que irrumpieron en su casa.

El impacto fue tal que Raquel se desmayó y desde ahí su salud fue en detrimento. Un par de días después Raquel tuvo su primer infarto. En su segundo infarto estuvo tres meses internada y en un coma que la dejó delicada e imposibilitada para ir físicamente a buscar a Jesús.

Inconsistencias y expediente perdido

La primera inconsistencia, según recuerda Lily, fue cuando revisó junto a su madre la presunción de ausencia que pusieron las autoridades en el expediente. Cuando Lily le sacó copias en el Congreso, se dio cuenta que la declaración de su madre, además, estaba cambiada.

Luego, un agente ministerial, de nombre Alberto, llamó a Lily para preguntarle qué noticias y avances de investigación tenía sobre el caso de su hermano, “pero tú eres el agente, tú deberías decirme qué hallazgos tienes. Me dejó su número y dijo que no tenía nada. Yo lo dejé así porque en ese tiempo había extorsiones”, declaró Liliana.

A esa pesadilla sumó que uno de los supuestos amigos de su hermano -y testigo, porque estuvo cuando lo sacaron de la casa-, fue confrontado, por un agente ministerial, con Doña Raquel. Unos días después de esa confrontación el hombre fue con machete en mano para agredir a Raquel.

Eso está asentado en el expediente, el cual está ‘extraviado’. Además, las personas involucradas fallecieron y el único que sobrevive es el atacante de su madre; en la actualidad está en la cárcel -también por agredir a su propia madre-, pero pese a las evidencias las autoridades no han tomado la declaración.

Todo se resume en que ‘nadie sabe nada’ y que hasta ahora, gracias a las copias que compartió con el medio, tiene evidencia de que el expediente existió. Liliana ya ha rectificado también su denuncia.

Sonora: desapariciones forzadas y fosas clandestinas

En todo el país rezumba con fuerza la misma pregunta: ¿dónde están nuestros(as) desaparecidos(as)? En Sonora se suma el cuestionamiento, ¿quién (es) los y las desaparecieron?

Y es que el fenómeno de las desapariciones en esta entidad posee características que resaltan: prevalece la desaparición forzada y es una de las entidades con mayores índices de fosas clandestinas.

Investigadores como Antonio Barragán indican que las desapariciones de Sonora es un fenómeno social emergente ligado a la eclosión del aumento de violencia. Durante el período de la “guerra contra el narcotráfico”, en el sexenio presidencial de Felipe Calderón Hinojosa, los números no sólo crecieron sino que se dispararon y el aumento no se ha detenido.

El Comité Ciudadano de Seguridad Pública Sonora, registra que en 2012 comenzaron a aumentar las denuncias por desaparición. En 2017, se contabilizaron 600 personas desaparecidas; 31 personas en los primeros cuatro meses de 2018. Para 2019, según la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNBP), solo se registraron seis personas desaparecidas. Esto último critican que es inverosímil dadas las diferencias de hallazgos de fosas clandestinas en la entidad.

Entre diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2019, se encontraron 90 fosas clandestinas y se exhumaron 143 cuerpos en la entidad, según “Informe sobre fosas clandestinas y registro nacional de personas desaparecidas o no localizadas”, presentado en enero de 2020, en Sonora.

A nivel nacional se encontraron 873 fosas, de las cuales de exhumaron mil 124 cuerpos y fueron identificados 295 y sólo 243 fueron entregados a familiares.

En ese lapso de tiempo fueron cinco las entidades que concentraron el mayor índice de fosas clandestinas: Sinaloa, Colima, Veracruz, Sonora y Jalisco.

De 2006 a 2019 se detectaron tres mil 631 fosas clandestinas en todo el país y 81.5% de ellas se concentraban en 11 entidades. Sonora ocupaba entonces el octavo lugar a nivel nacional sobre fosas clandestinas.

Según expuso Ceci Flores, las Madres Buscadoras de Sonora han localizado alrededor de 700 personas con vida y 680 cuerpos. Además han demandado, en diversas ocasiones, que el gobierno estatal realice pruebas de ADN de 803 cuerpos que están en fosas comunes.

El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), de 1964 al 8 de abril de 2022, detalla que a nivel nacional hay 242 mil 786 personas desaparecidas, no localizadas y localizadas, de las cuales 40.71% están desaparecidas y no localizadas.

En Sonora, en el mismo período de tiempo, hay 4 mil 271 personas desaparecidas y no localizadas, de los cuales 4 mil 435 son hombres y 2 mil 241 son mujeres.

En el caso de desaparición forzada el panorama es confuso porque, RNPDNO registra que sólo hay ocho casos denunciados de desaparición forzada en la entidad, pese a que tal como señalaron las Madres Buscadoras de Sonora, este tipo de desaparición es persistente, pero no se habla del tema.

“Las autoridades no se dan cuenta, las victimas somos nosotras, las que nos quedamos aquí; también los niños y niñas que han quedado huérfanos. Nosotras no tenemos recursos o seguro social, tienes que dejar de trabajar para buscar a tu familiar. Del 2019 al 2022 la situación ha sido muy difícil pero hemos dado un paso muy grande, pero ha sido una lucha dolorosa”, enfatizó Lily al medio.

El padre de Lily, de 73 años, ya le pidió que le traiga a su hermano de vuelta: “no me quiero ir, como se fue tu mamá, sin ver a tu hermano”, le dijo a su hija. Antes de que su madre muriera le dijo a Liliana, que ya habían encontrado a muchos, pero aún faltaba su hermano; “ya casi mamá, ya casi”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button