En Ecatepec, Estado de México, un grupo de paramédicos de Protección Civil espera en la estación de bomberos de “Las Américas” hasta que las emergencias sucedan. Acuden a rescatar personas en lo alto de antenas, ayudan a personas atropelladas o heridos de gravedad; pero hay una unidad que solamente se dedica a atender pacientes de COVID-19, y trasladarlos a los hospitales.
Cuando los radios suenan y obtienen la dirección todos se alistan, se ponen sus trajes blancos tyvek y el equipo aislante. Prenden la sirena de la ambulancia y salen a toda velocidad para atender a las personas con el virus que puso en crisis al planeta.
Son ellos los que están en la primera fila, quienes deben de tratar con las familias colapsadas por el terror y con pacientes desesperados.
En el Estado de México se han reportado 330 mil personas contagiadas y 41 mil fallecidos a causa del COVID-19. Ecatepec es uno de los municipios más poblados de esta entidad. Es aquí donde los paramédicos no paran de trabajar para contener las muertes de estos casos.
“Yo pienso que los paramédicos en este momento tenemos un gran importancia por el combate contra el COVID-19, por la gravedad del padecimiento. Somos el primer respondientes que da la atención y estabiliza a los pacientes para después trasladarlos a los hospitales, pero ahora con la tercera ola los hospitales se saturan y los tiempos de espera son muy largos”, comentó uno de los paramédicos de Protección Civil a Once Noticias, quien nos pidió nombrarlo “Jaime”.
El mecanismo de atención a los pacientes COVID-19 cambió abruptamente la vida de quienes utilizan las ambulancias, pues el distanciamiento social tocó su vida personal.
Nuestro mayor miedo es el contacto con los pacientes con COVID-19. Me da miedo contagiarme y pasarle el virus a mi familia, yo tengo esposa y mis padres que son personas mayores y desde que esto empezó he tenido que alejarme de todos para cuidarlos. Uno nunca sabe cuándo puede contagiarse e iniciar una cadena lamentable en la familia o en el propio trabajo con los compañeros que no atienden esta enfermedad. Sí cambió toda mi vida social desde que inició esta pandemia”, relató.
A más de un año de iniciada la pandemia, el personal de salud ha ido modificando sus protocolos para cuidarse cada vez más y evitar la propagación de este virus que ha cobrado la vida de varios trabajadores en el sector salud.
“La tecnología que se fue creando a lo largo de este año nos ha ayudado, las capsulas aislantes para los pacientes, y el propio equipo de aislamiento de sustancias corporales que han ido usando los paramédicos como lo es el tyvek, las micas, los googles, los sanitizantes, botas desechables, el cubre bocas y los guantes. Y también hay que mencionar que ese equipo debe tener el correcto manejo de esos materiales para su desecho”, explicó el paramédico.
La protección de las personas de manera individual, señaló, parece nula. Eso desata una cadena de complicaciones empezando por la saturación de hospitales que tardan horas en recibir un paciente, eso ocasiona que las ambulancias COVID-19 no puedan seguir atendiendo y por lo tanto los síntomas de otros pacientes se agraven. Recomendó a la sociedad a seguir los cuidados de manera estricta.
Llegó la hora de terminar el turno. Los paramédicos desechan todo el equipo, rocían desinfectante a toda la ambulancia, así como a su cuerpo. Se retiran sin el caluroso despido que acostumbraba en tiempos prepandemia.
Son muy lamentables las situaciones en las que encontramos a las personas contagiadas que requieren nuestros servicios. Esta enfermedad no perdona a ricos, pobres, poderosos o a indefensos por eso es que hay que tenerle mucha precaución. Nosotros no vamos a dejar de trabajar porque nuestra labor es cuidar las vidas de las personas pero si me gustaría recomendarles a todos que se cuiden porque de eso depende también nuestra salud”, exhortó el paramédico.