Pensaba que ahí me iba a quedar toda la vida. Cuando nos dijeron que íbamos a salir, ahí empezó la nueva experiencia de mi vida. Volver a encontrarme con mis hijos, con mi esposa. Dicen que el bien más importante después de la vida es la libertad. Es como volver a nacer. Encontrarme con mis hermanos, con mis sobrinos, conocer a los nuevos integrantes de la familia: mis nietos. Es una cosa muy bonita, una bendición de Dios que estemos juntos otra vez. A pesar de todo lo que hemos padecido”, fue la primera confesión de Reyes Alpízar a Once Noticias, en medio de una acogedora sala, rodeado de su esposa, sus hijos y nietos.
Pese a los casi 18 años que pasó en prisión preventiva, y cuya experiencia dolorosa le dejó marcas imborrables en su cuerpo y en su mente, no le arrancaron la sonrisa, menos la calidez y amabilidad para recibir visitas en su casa, cuyo espacio fue construido con esfuerzo y algunas lágrimas; es el refugio de una familia que como tantas fue víctima por la injusticia de las autoridades mexiquenses. Su único delito fue no tener los privilegios que se requieren en este país, para acceder a la justicia.
Reyes Alpízar Ortiz fue detenido por las autoridades del Estado de México, sin orden judicial previa, el 25 de octubre del 2002 señalado como presunto autor material, junto con Jaime Martínez Franco, del asesinato de la exregidora de Atizapán, María de los Ángeles Tamez Pérez, ocurrido el 5 de septiembre del 2001.
Reyes Alpízar, tras su detención arbitraria, fue torturado y obligado a declararse culpable por un delito que no cometió. Fue arraigado durante 34 días en los que, además, estuvo inconsciente en un hospital debido a la violencia a la que fue sometido. Posteriormente, fue privado de su libertad tras dictarle una prisión preventiva oficiosa, que duró 15 años en el Penal Estatal de Neza-Bordo, en el municipio de Nezahualcóyotl, y casi 3 en el Penal de Barrientos, ambos en el Estado de México.
El arraigo ilegal
Reyes es un hombre ordinario, habitante del municipio de Atizapán. Relató que no recuerda la fecha exacta de su detención, sólo recuerda cuando despertó en el hospital de Traumatología.
“Estuve tres días inconsciente. Me acuerdo cuando desperté y tenía los electrodos. Pregunté que dónde estaba y qué hacía ahí y los doctores me dijeron ‘pues estás a disposición de la Procuraduría de Justicia’. Cuando volví en sí, había una veintena de policías con armas largas. Recuerdo que los doctores dijeron que debía quedarme en observación porque no estaba bien y los policías dijeron ‘¡Nos vale madres, nos lo vamos a llevar así!’ Entonces me quitaron los electrodos, yo no podía caminar porque tenía todo mi cuerpo hinchado por los golpes. Me pidieron que me levantara, pero no podía. ¿Cómo no vas a poder? ¿Cómo sí pudiste haberle disparado a la regidora?’ Yo lo negué”, describió.
“Antes de eso llegaron dos personas con traje gris y me preguntaron si yo Reyes Alpízar. Me pidieron mi nombre completo y les dije que me llamaba Reyes Alpízar Ortiz y ellos alegaron que yo me llamaba Felipe Reyes Alpízar Ortiz y les dije que no. Me dijeron, ‘bueno, como te llames, firma aquí. Vas a estar arraigado por disposición del Juez Séptimo Penal del Distrito Judicial de Tlalnepantla y vas a estar en el Hotel San Isidro’. Me sacaron como un animalito. Me subieron al carro, me llevaron al hotel y ahí empezó el arraigo, que no era otra cosa más que estarme inventando situaciones y personas que desconocía”, recordó.
Durante su arraigo ilegal Reyes compartió que fue sometido a incesantes golpes y a tortura por parte de sus captores pertenecientes a las autoridades mexiquenses.
Cabe señalar que cuando ocurrió el asesinato de la exregidora, Reyes estaba en Tula, cuidando a su mamá, que padecía Alzheimer. Durante su arraigo Reyes dijo que temía que fueran a casa de su madre, “porque estaba enferma, pero sí llegaron. Arribaron 70 unidades de la Policía Ministerial y rodearon la casa. No hicieron un cateo legal, sino que saquearon todo: borregos, gallinas, cosas de valor que teníamos en la casa, acarrearon hasta con los trastes”, denunció.
Presentación ante los medios de comunicación
Para Reyes aún es complicado rememorar esos días, porque duelen. Mientras narra, es inevitable aguantar el nudo en la garganta, y de vez en vez su voz tiembla. Sin embargo, dijo a Once Noticias que en esos días le dieron unas hojas en las que aceptaba que había sido contratado por el expresidente municipal de Atizapán, Juan Antonio Domínguez Zambrano, a través de Daniel García Rodríguez, junto a Jaime Martínez para privar de la vida a la exregidora María de los Ángeles Pérez Tamez, por 300 mil pesos:
Eso es lo que yo tenía que decir ante los medios. Las horas y los minutos se me hicieron eternos. Yo escuchaba el reloj del hotel. Me acuerdo que me pasaron por teléfono a mi mamá, pero no hablaba. Luego me pasaron a mi hermano, que quería verme. Y luego me peinaron y me pasaron a un auditorio con un pódium, en el que estaba el Procurador del Estado con varias autoridades, y abajo, estaban todos los periodistas. Me pusieron un pasamontañas. Me acuerdo que los dos policías municipales que dirigieron la tortura, fueron los mismos que me agarraron y me amenazaron (…) Yo ya no tenía fuerzas para pararme. Entré en un punto de oración, estaba invocando a Dios y pidiéndole protección y fortaleza. Me acuerdo muy bien que en cuanto entramos, unas periodistas me preguntaron si me consideraba culpable o inocente del homicidio de María de los Ángeles Pérez Tamez”.
Mientras eso ocurría, Reyes escuchó que el coordinador de dicha presentación afirmó que él era el homicida material de la exregidora.
“‘Ahora les presentamos al homicida de la Séptima Regidora, dijo. Yo nada más iba a ser presentado como el que le había estado echando aguas a Jaime Martínez, el que dijeron que supuestamente era el asesino. Y resultó que fui presentado como el homicida material. Reyes Alpízar, comentó que cuando le quitaron el pasamontañas, se encomendó a Dios y denunció con un grito la tortura por parte de los policías. Agarré aire y con las pocas fuerzas grité: ‘¡Soy inocente y estos hijos de su pinche madre me estaban torturando!’ De repente, apagaron todo y me golpearon. Me llevaron a un cuarto y ahí estaban mis hijas. Me las enseñaron a través de una ventana con película polarizada y me dijeron ‘A ver hijo de tu pinche madre, si te sientes muy hombrecito ¿no? ¿Tienes muchos pantalones? Mira quien está ahí. Las vamos a violar enfrente de ti, para ver si tienes muchos pantalones’ Me dieron descargas eléctricas y fui sometido a otras formas de tortura”, denunció.
Posterior a eso y al hablar con su familia, y asegurarse de que se encontraban a salvo, Reyes Alpízar decidió leer la confesión que le fue dada por las autoridades, en la que aceptaba que él había participado en el asesinato de la exregidora. Sin embargo, en dicha declaración denunció que Jaime Martínez Franco, se encontraba recluido en el penal de Tula, Hidalgo:
“Hasta la fecha, viene en la declaración. Eso rompía toda la investigación y todo lo que estaba establecido desde el principio”, todo lo que le hicieron declarar, dijo, eran “puras mentiras”.
Tortuosa experiencia en Barrientos
Cuando fue llevado al Penal de Barrientos, la historia de tortura no cesó por parte de las autoridades, además de las incesantes humillaciones a las que fue sometido. Al respecto, Reyes confesó que sentí “una impotencia muy canija y sobre todo el dolor. No puedo explicar el rencor y el coraje, por la impotencia de no poder defenderme, porque yo no cometí ese delito, para que me trataran así”.
En Barrientos, las autoridades ya tenían una declaración preparada. Reyes denunció que fue obligado a declarar “me hicieron firmar unos documentos con un contenido que desconocía. Sí, confesé unas cosas porque me decían que tenían a mi madre y que la iban a golpear y violar, y también a mis hijas.”
En este penal conoció a Daniel García Rodríguez, con el que sólo cruzó algunas palabras. Posteriormente, fue trasladado al cabo de unos días al Penal de Neza-Bordo. En dicho lugar padeció la misma violencia por parte de las autoridades sumada a la violencia cotidiana al interior del recinto penitenciario.
El penal de Neza-Bordo durante 15 años
“Desde que llegas, como no tienes inmunidad ahí, te forman y pues tienes que atorarle. Y ahí tienes que empezar desde abajo, primero buscarte un respeto y el respeto se consigue a través de los golpes”.
Fue canalizado a distintos módulos, al menos dos, y en cada uno debía enfrentar la violencia de los que manejan el interior, las pandillas, ganarse el respeto, para sobrevivir: “todo es pelea, todo, por cualquier cosa. Había veces en que me peleaba cuatro o cinco veces al día, así, una cosa muy canija por lo mismo que ese penal, en ese tiempo, estaba muy pesado.
Reyes denunció que en dicho penal prevalecían condiciones infrahumanas:
Por celda vivían 30 o hasta cuarenta individuos con cinco camarotes. Las enfermedades e infecciones estaban al cien. El agua que se utilizaba para bañarnos se utilizaba para beber, pero si te tomabas esa agua, salían unas manchas negras en todo el cuerpo y si no te atendían rápido (sino tenías visitas para que te llevaran medicamentos) nada más te inyectaban hidrocortisona. No me acuerdo bien, pero eran te inyectaban un líquido y a los dos o tres días, ¡pum! Un montón de difuntos. Los motines, las fugas, todo eso”.
Prisión preventiva y tortura ante la CorteIDH
El 20 de mayo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) comunicó que el caso fue presentado ante la CorteIDH. Al respecto Reyes considera que es un evento extraordinario, dijo que:
Es algo que el señor Daniel y yo habíamos estado pidiendo desde hace muchos años, en oración y lo habíamos pedido mucho. Es un gran avance para mí y para mis seres queridos, porque ya quiero que esto se acabe; tantos años de estar encerrado y ahora cargar con un brazalete. Pienso que es un gran avance”, declaró.
Reyes relató que en México, pese a las reformas de justicia penal, prevalece la detención arbitraria y la violación a los derechos humanos de las personas. Comentó que en su caso fue la fabricación de delitos y la fabricación de un culpable al vapor, “que fui yo.
El hecho de que te detengan sin una orden de aprehensión. Quizás en los medios de comunicación sí aparece que la policía hizo esto, o lo otro, pero toda la gente que yo conocí en las prisiones, de veinte personas, pienso que 17 son como yo, que no cometieron el delito. Generalmente la detención arbitraria de la policía en México sigue siendo el pan de cada día”, concluyó.