Comienza la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz, por lo que uno de los temas es el papel de las mujeres en la ciencia, dado que visibilizar sus aportes es todavía un desafío.
Once Noticias conversó con Janet Alejandra Gutiérrez Uribe y Grisel Trujillo, académicas del Tecnológico de Monterrey, quienes están inmersas en investigaciones enfocadas a los alimentos, como el frijol negro, para combatir enfermedades como el cáncer, y a la bioimpresión de tejidos biológicos con el fin de ayudar a personas que requieran trasplantes.
Las mujeres en la ciencia
Janet Alejandra Gutiérrez Uribe y Grisel Trujillo, son científicas mexicanas unidas por el amor a la ciencia. Ambas se han hecho acreedoras a reconocimientos y lideran proyectos de investigación en nuestro país.
Sin embargo, también las une la curiosidad, la persistencia y el gusto por los retos.
Al respecto, Janet Alejandra, directora regional del Departamento de Bioingeniería y Ciencias, recuerda que desde niña le gustaba jugar a ser maestra; durante su adolescencia le gustaba participar en concursos relacionados con matemáticas, física y química.
Para Grisel, la figura de su mamá, quien es médica veterinaria, fue muy importante pues de ella aprendió el amor por la naturaleza y los animales, por lo que asegura que su vocación nació del amor a las ciencias naturales.
Ambas coinciden en que las mujeres ocupan un lugar relevante en el ámbito científico. Janet Alejandra, nunca ha sentido que ser mujer haya sido un impedimento para hacerse de un espacio en la ciencia.
Sin embargo, de acuerdo con Unesco, aunque las mujeres representan 33.3% de todos las personas investigadoras, sólo 12% de las personas que son miembros de las academias científicas son mujeres.
Este organismo concluye que las investigadoras suelen tener carreras más cortas y se enfrentan a tener salarios mal pagados, en comparación con sus colegas hombres. Además de que su trabajo está subrepresentado en revistas de alto nivel y a menudo no se las consideran para ascensos laborales.
Janet Alejandra comparte que se siente afortunada cuando trabaja con otras científicas.
“A veces somos nosotras quienes nos ponemos limitaciones. Y bueno la familia que te pone restricciones de ¿a qué hora te vas a casar? ¿A qué hora vas a tener hijos? Sí puedes ser una excelente científica, pero no hagan nada que no sea compatible con la búsqueda de la felicidad personal”.
Para Grisel, la experiencia ha sido de altos y bajos. Y es que señala que se pone en duda la capacidad de las mujeres, para alcanzar logros históricos, tal como lo han hecho los hombres, por lo que afirma que es una cuestión cultural que persiste en la sociedad.
“Ha sido difícil demostrar que nuestras habilidades como mujeres e ingenieras están a la par y son tan complementarias como las de los hombres. Tengo gente que ha creído en mí. Mentores fantásticos que me han impulsado y que me han hecho ser consciente que mis habilidades y talentos son igualmente competitivos a los de un hombre. Es difícil penetrar esa cultura de poca valoración para las mujeres en estos campos”, dijo la investigadora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias a Once Noticias.
Investigaciones sobre el frijol negro
Janet Alejandra Gutiérrez cuenta con una trayectoria de más de 15 años, ha trabajado en la fitoquímica y bioquímica nutricional de compuestos fenólicos y otros nutracéuticos. Su principal investigación se centra en alimentos mexicanos como frijol negro, cactus, agave y maíz.
Sus logros científicos la hicieron acreedora al Premio de Investigación 2020 de la Academia Mexicana de Ciencias. También forma parte del grupo de investigación NutriOmics , impulsado por el Tec de Monterrey, que busca promover tecnologías, para identificar compuestos nutracéuticos asociados a granos y plantas, que pueden ser utilizados en la prevención y tratamiento de enfermedades crónico degenerativas.
Así mismo, es inventora de más de 10 patentes y aplicaciones en México y el exterior.
En la conversación, señala que uno de los grandes logros que la han marcado es vincular a investigadores e investigadoras de diferentes disciplinas, dado que su trabajo tiene que ver no sólo con formación de recursos humanos sino en emprendimientos científico y de vinculación con empresas.
La investigadora relata que uno de sus principales hallazgos fue con el frijol negro y comenzó cuando ingresó a la maestría, “al revisar la literatura nos dimos cuenta que en las poblaciones donde se consumía (frijol) había menos incidencia de cáncer”, dijo.
El tema no se había trabajado, por lo que para Janet Alejandra fue un área de oportunidad; así llegó a pedir apoyo a la Escuela de Medicina.
La científica explica que han trabajado con distintas estrategias para cambiar la idea de que el frijol es sólo un alimento que acompaña al platillo principal. Luego de años de investigación, lograron obtener unas cápsulas de frijol con compuestos que se pierden con el agua; también una harina (que sustituye al frijol refrito) que se puede incorporar como botana; “es parte de lo que hacemos y ya está por lanzarse al mercado”; expresó.
Por esa razón afirma, con un halo de cariño, que el frijol negro es su hijo mayor.
Crear tejidos con bioimpresión
La científica, quien además es profesora, se siente orgullosa formar nuevas científicas y científicos, así como de nuevas tecnólogas y tecnólogos. “Ahorita tenemos una empresa de base tecnológica comenzando y la CEO fue mi voluntaria de investigación en mi grupo, eso me da mucha satisfacción”, comentó.
Grisel Trujillo fue merecedora de una de las 5 becas para las Mujeres en la Ciencia L´Oreal-Unesco-Conacyt-AMC 2019 por el proyecto de bioimpresión. La profesora encabeza este proyecto y se trata de la bioimpresión de tejidos biológicos y órganos funcionales en 3D, para pacientes que requieran de un trasplante.
Afirma que su meta con este proyecto es hacer órganos funcionales, “creo que es un campo de investigación mágico, que trata de manipular la materia”, agrega.
Grisel explica que se trata de modificar químicamente a hidrogeles, para cultivar células y crear tejidos, con el objetivo de que en un futuro puedan ser trasplantados en pacientes que lo necesiten.
“Están los hidrogeles que vienen de fuentes naturales, por ejemplo, las gelatinas; modificarlos químicamente para hacerlos más tecnológicos, más funcionales y usarlos para cultivar células y crear nuestros propios tejidos, y así generar tejidos funcionales. Ahorita sólo hemos logrado hacer tejidos vivos funcionales pequeños, todavía no están listos para ser trasplantados. Básicamente es construir vida fuera de un cuerpo biológicamente natural”, explicó.
Apoyar a la ciencia
Las científicas comparten una opinión: ambas señalan que falta mayor apoyo a la ciencia, aunque para Janet Alejandra, hace falta generar un vínculo entre la ciencia y una visión empresarial, ya que considera que ayudaría a fomentar el desarrollo científico.
Para Grisel Trujillo, en México, no sólo falta más apoyo a la ciencia –mayor financiamiento– sino también creer en ella.
“Pensamos que los grandes descubrimientos y avances se generan en los países de primer mundo, como Estados Unidos, en Europa, y descartamos de inmediato el valor que pueda tener la ciencia en México y vamos a buscar fuera lo que aquí se puede construir; hace falta apoyo, creer en la ciencia y más financiamiento”, concluyó.
La Semana Internacional de la Ciencia y la Paz fue celebrada por primera vez en el año 1986 como una iniciativa no gubernamental que formaba parte del Año Internacional de la Paz. Gracias al éxito que tuvo su celebración se repetiría cada año. Fue hasta 1988 que la Asamblea General de la ONU la oficializó. Su comienzo va precedido por el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, que se festeja el 10 de noviembre.