Estamos en el mes del amor y de la amistad y, por ello, hablar de las relaciones de pareja es, prácticamente, imperativo. El
amor suele llegar a todos, al menos, una vez en la vida, sin embargo, la manera de amar en la actualidad, ya no es únicamente con alguien de diferente o mismo sexo.
Efectivamente, desde tiempos remotos, como en la Segunda Guerra Mundial, existen modelos para establecerse con una pareja.
Hablemos de las
parejas Lat. De acuerdo con los expertos, esta terminología se aplica a las parejas que no viven juntas habitualmente a pesar de que tendrían la posibilidad de hacerlo.
Es lo mismo que, “vivo contigo, pero sin ti”. Ambos deciden que están mejor viviendo en sus respectivas casas, aunque sean pareja y por temporadas convivan, por ejemplo, en sus viajes, fines de semana, semanas que no tienen la custodia de sus hijos con otras parejas.
No son novios eternos, tampoco representan a la pareja que huye del compromiso, no son free (relaciones casuales), parejas abiertas o no exclusivas. Son parejas que viven felices viviendo cada uno en su espacio.
Este tipo de relación se comenzó a hacer visible en 2006 cuando, en un estudio sociodemográfico encabezado por Sasha Rosencil, se dio paso a la investigación
On Not Living With a Partner: Unpicking Coupledom and Cohabitation, donde el resultado era que existían parejas que aseguraban estar enamoradas, pero por conveniencia decidían vivir separados.
Los poliamorosos
La palabra poligamia se utilizó por primera vez en la década de 1960 y significa en latín:
“muchos amores”. Según datos de la página española Poliamor Madrid, la palabra fue acuñada a principios de los 90´s, cuando el poliamor empezó a desarrollarse como un movimiento social a nivel global. También se puede llamar poliamoría. Las personas que lo practican son
poliamorosas, poliamóricas, poliamoristas o simplemente poli.
El poliamor consiste en amar a varias personas a la vez, de forma consensuada, consciente y ética. Quienes lo defienden, consideran que el amor no tiene que estar restringido, porque si se quiere a alguien, se le desea lo mejor y eso incluye poder ampliar su vida amorosa y sentimental.
La única condición es el amor entre las personas y la aceptación de la relación por parte de todas ellas.
Parejas Dinky
Se trata de un término en inglés que se refiere a las parejas en las que ambos integrantes aportan recursos económicos y no tienen hijos. La traducción sería: doble ingreso sin niños.
Este concepto se originó en Estados Unidos para referirse a los
nuevos matrimonios de la década de los 80´s que formaban una relación estable sin hijos. Se dio como parte el fenómeno cultural “yuppie” (young urban professional), es decir, los jóvenes profesionistas que, cada vez en mayor medida, trabajaban en actividades urbanas propias de las ciudades como despachos, escuelas, hospitales, etc., y cada vez más alejados de los trabajos manuales tradicionales como fábricas, talleres, bodegas, etcétera.
El desarrollo tecnológico también propició la creación de más fuentes de empleos para personas con este perfil y motivó que cada vez más mujeres se integraran a la fuerza laboral. Las ideas de futuro, así como los crecientes problemas de alimentación y contaminación en las ciudades, también fueron un factor para que estas parejas decidieran no tener hijos.
Anarquía relacional, ¿qué es?
La anarquía relacional es el planteamiento y la práctica de formar relaciones que no estén sometidas a un conjunto preexistente de categorías dictado por la normal social.
Es decir, se basa en las ideas y principios del anarquismo social (rechazo a las prácticas autoritarias y jerárquicas y ejercicio de la autogestión colectiva) aplicándolos y adaptándolos a la gestión de los vínculos entre las personas. Plantea cambiar la
manera, no el número de personas con cual vincularse.
Y propone que los vínculos sean autogestionados, en lugar de normativos. Por tanto, rechaza establecer una distinción formal entre los diferentes tipos de relaciones que define prescriptivamente la cultura dominante.
Experiencia, ¿compleja?
Esta última manera de relacionarse en pareja, podría sonar un poco más compleja que las anteriores. Por ello, hablamos con Mauricio Matamoros, psicoterapeuta gestalt, quien no sólo conversó con Once Noticias sobre este tipo de afectos, sino que también compartió su experiencia personal porque él practica la anarquía relacional.
Según su perspectiva y experiencia tanto como sicoterapeuta y a nivel personal, Matamoros cree que para que una persona se decida por un tipo de relación de esta naturaleza, deben influir varios factores.
“Yo creo que una persona que lleva una relación
monógama, comienza a cuestionarse, si el modo tradicional de relacionarse y la exclusividad amorosa que practica, le
genera cierta incomodidad o no se siente identificada con esa forma de relacionarse. Entonces, sienten curiosidad hacia otro tipo de relaciones y empiezan a incursionar en este tipo de prácticas”, explica.
“En mi caso, es algo que se dio desde pequeño. Yo me identifico desde la filosofía de la anarquía relacional. (Desde niño) me di cuenta en la forma en que yo veía que se daba la dinámica entre los diferentes tipos de relaciones, no sólo amorosas, de amistad o familiares, como que no cuadraban mucho con mi forma de pensar o ser. Me preguntaba, ¿por qué esto sí? o ¿Por qué esto no?”.
El experto asegura que, cuando una persona comienza a cuestionarse sobre cómo está llevando su relación, debe preguntarse si su forma convencional de estar en pareja lo satisface.
“Desde ese momento, esa persona se pregunta: ¿este estilo convencional es para mí?, si me funciona, o a lo mejor no. Entonces empiezo a investigar en otras formas de relacionarme. Yo practico la anarquía relacional, que es una filosofía que comienza desde algo social, donde cuestionamos mucho las jerarquías o vínculos entre relaciones. Ponemos pausa para construir el vínculo de la relación desde cero”, comentó.
Esa filosofía asume que, “quiero tener un vínculo con una persona, y le pregunto, ¿qué te gustaría tener de nuestro vínculo?, y eso incluye afecto, pasar tiempo, hasta aspectos como la sexualidad; se basa en el amor libre; quiere decir que el amor y el afecto se toman como un recurso ilimitado, y los únicos recursos limitados son el tiempo, la economía y eso es lo que hay que aprender a gestionar”.
¿Cómo recibe la sociedad estas formas de amar?
Matamoros opina que la sociedad presenta resistencia hacia estas relaciones porque se teme romper el esquema de la familia.
“Primero que nada, este tipo de relaciones no son nuevas, porque existen desde los años 70´s, vienen desde el movimiento hippie, la segunda Guerra Mundial. Desde ahí, se comenzaron a explorar diferentes formas de relacionarse. Aun así, la sociedad presenta resistencia sobre todo porque la cuestión monógama viene de hace unos años hacia atrás y la intención es preservar la estructura de lo que es la familia”, subrayó.
Esa estructura social fija, prosigue, es aquella donde en la familia encontramos apoyo emocional. Entonces lo que plantea este tipo de relación no monógama es la perspectiva de recibir este apoyo de
otras personas que no necesitan ser la familia y la descentralizan como única firma social de recibir este apoyo.
De esta forma, el especialista, cree que, al verse en peligro dicha estructura, de ahí viene la resistencia de la sociedad a recibir bien este tipo de relaciones.
“En mi experiencia, depende de las personas. Hay a quienes se lo comento y encuentro rechazos, juicio, comentarios en contra; otras dicen, ‘oye, está muy interesante eso, cuéntame más’, incluso, luego de contarles pueden ser que ni siquiera les interese, preguntan sólo para conocer, pero presentan esta apertura de escuchar y preguntar y ver si lo pueden llevar a cabo”, concluye.
Finalmente, un punto más que precisar es que, el anarquismo relacional, no significa que las personas no tengan ningún tipo de compromiso dentro de sus relaciones, sino que son ellas mismas las que establecen su propio nivel y tipo de compromiso según los sentimientos que experimenten en la relación con la otra persona.