En el marco del 25N, por el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, se inauguró la exposición “Hilando Memoria, Tejiendo Justicia” en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCU).
La exposición reúne más de 50 piezas bordadas, a pequeño y gran formato, sobre mantas y telas que fueron realizadas de manera colectiva por un grupo de madres de víctimas de feminicidio, desaparecidas y sobrevivientes de tentativa de feminicidio en colaboración con la Colectiva Siemprevivas.
Estas piezas fueron bordadas durante las audiencias en juzgados, en jornadas y mítines, así como durante los encuentros que tuvieron las participantes, en la Glorieta de las Mujeres que Luchan, tal como compartió Julia Antivilo, curadora de la exposición y coordinadora de la Cátedra Rosario Castellanos de Arte y Género (UNAM), a Once Noticias.
Amalia de Montesinos, integrante de la Colectiva Siemprevivas, compartió al medio que las piezas fueron bordadas en diversas temporalidades: la primera fue realizada en agosto de 2017, en los primeros mítines que hicieron en rectoría, en Ciudad Universitaria, por el feminicidio de Lesvy Berlín Osorio.
“Fue una manta con las cosas que le gustaban a Lesvy”, recordó Amalia y agregó que, eso detonó su interés por darle continuidad, porque es una forma de construir memoria viva. Fue así que bordaban afuera de reclusorios y en los juicios que acompañaban en Ciudad de México, Estado de México y Puebla.
“Nos propusimos hacer campamentos afuera de tribunales y espacios de justicia, para convocar a compañeras y bordar. La idea es contar la historia de las compañeras, conocer ¿por qué se debe hablar de ellas y sus procesos? Nos reunimos con las madres para que nos cuenten los gustos y sueños de sus hijas”, expresó.
La bordadora dijo que también nació a raíz del proyecto de maestría de su compañera Alejandra, que bordó una cartografía emocional, como parte de su tesis. Además, fue impulsado por Aracely Osorio, madre de Lesvy Berlín, y Julia Antivilo. Se expuso en este lugar porque “surgió una necesidad creciente de tomar los espacios universitarios”, dijo Amalia.
Las bordadoras exigen justicia para las hijas de este país
A todas las une el dolor y la rabia. Cuando toman el micrófono explican el significado de los hilos de colores, los símbolos utilizados o las frases que decidieron dejar en las mantas, hechas en bastidores de todos los tamaños.
El dolor no corresponde al tamaño de la manta, sino al tiempo invertido en cada bordado, en las vueltas que le dieron a las figuras y a los trazos. También participaron otros y otras familiares como sobrinas, tías, hijas, hijos o hermanas.
Todos los bordados piden justicia para las hijas de las bordadoras, para las hijas de sus compañeras, para las hijas de este país.
Una de ellas es María Patricia Becerril Gómez, madre de Zyanya Estefanía Figueroa Becerril, médica pediatra y víctima de feminicidio. Su vida fue arrebatada el 15 de mayo de 2018, en Puebla, tal como recuerda su mamá.
Patricia relató a Once Noticias que el caso de su hija continúa abierto dado que la Fiscalía General de Puebla, en sus investigaciones, dijo que se había suicidado, sin embargo, denunció que hubo inconsistencias, la principal: que la supuesta carta de despedida de Zyanya –encontrada de forma póstuma- no correspondía a su letra, según pruebas de un peritaje independiente de grafología que solicitaron.
“La fiscalía dijo de que se había sido suicidado, prejuzgando y sin conocer antecedentes de Zyanya y sin investigar, que es lo más terrible. Existen protocolos para investigar muertes violentas de una mujer, ellos sí los conocían y no los llevaron a cabo. La letra no corresponde a la letra de mi hija. Solicitamos, a través de la Fiscalía General de Justicia que haga un tercer peritaje para ver si corresponde”, comentó.
Con los peritajes buscan robustecer los argumentos para exhumar el cuerpo de su hija y que las pruebas científicas den luz sobre el caso.
“Reconocer que ellas fueron arrebatadas de la vida y merecen, merecemos, el derecho a la verdad y la justicia. Es un proceso muy largo, complicado, desgastante. Pareciera que eso pretenden las autoridades, desgastarnos”, enfatizó.
A Patricia se le escapan algunas lágrimas, pero revira y explica que los bordados le han dejado un gran aprendizaje y que es un proyecto de acompañamiento entre quienes comparten el mismo dolor. Dijo que, “pretendemos una lucha por la vida y la no repetición, ojalá se unan a este propósito, para la promesa que queremos ver cumplida, ¡NI UNA MÁS!”.
María del Carmen Volante Velázquez es madre de Guadalupe Pamela Gallardo Volante, desaparecida desde 2017, en el kilómetro 13.5, en el Ajusco. Ella no bordó para la exposición, pero su hija fue bordada rodeada de flores. El rostro es el mismo que lleva su madre impreso en el delantal que la caracteriza.
“¿En dónde está Pamela?” Es la interrogante que acompaña a esta pieza, y que se hace, de forma constante, Carmen. Y aunque no bordó ha acompañado a otras mujeres bordadoras.
“En estos 5 años seguimos caminando, con estas autoridades indolentes, porque no han dado con el paradero de Pam. Para nosotros es muy importante que regrese a casa. Siempre la busco en vida”, dijo en entrevista con Once Noticias.
Carmen denunció que su hija ha sido revictimizada y también su familia, pero las investigaciones son nulas ante quienes pudieran ser responsables de la desaparición de Pamela.
“Siempre buscaré a Pam, porque su desaparición vino a mutilar a toda la familia, porque no tenemos consuelo. Ella desapareció en Ciudad de México, es un tema que no han querido reconocer las autoridades”, enfatizó.
Carmen dijo que el bordado de Pamela fue un regalo que le hicieron las Siemprevivas, “han caminado con Pame y ahora que hicieron esta exposición, para que vean que sigue desaparecida”. Agregó que el recorrido es impactante y que devela el dolor de las madres.
“Es una parte de lo que va minando a las mamás, porque eran hijas que tenían un proyecto de vida, que tenían hijos. He aprendido a caminar también con ellas, con las madres de víctimas de feminicidio, y otras compañeras de desaparecidas, porque hablo por mi hija y hablo por todas ellas”, concluyó.
Uno de los bordados de gran formato en esta exposición es el de Yeritza Bautista Cortés, egresada del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien contó al medio que es sobreviviente de tentativa de feminicidio.
En su bordado hay un camino y ella aparece en tres momentos: al principio, retratada llorando y al final, en donde sostiene un megáfono y alza su voz para pedir justicia. Confiesa al medio que el bordado fue hecho en su mayoría por su mamá, Estela Cortés, y el dibujo lo realizó su sobrina de 14 años.
Ella bordó una frase y bromea que se observa la diferencia, dado que su mamá se fijó en los detalles. Afirma que el bordado fue un trabajo colectivo que le ayudó a sanar aquello que la había lacerado, porque en el año 2020 estuvo a punto de morir en manos de su expareja.
La primera vez, recuerda, el agresor la golpeó y le tiró sus dientes, por lo que requirió algunas cirugías. Perdió la sensibilidad en su mandíbula y también la movilidad de su pierna izquierda.
La última vez, el agresor fue detenido en flagrancia, cuando intentó estrangularla. En septiembre de este año se logró la primer sentencia por tentativa de feminicidio, por ahorcamiento, y su agresor fue sentenciado a 11 años y 8 meses, “sino hay marcas o un arma de por medio, se desacredita el delito, pero logramos esa sentencia”, comparte.
Yeritza cuenta que ha estado en la lucha para que se apruebe la ratificación de esta figura que quedó congelada en el Senado, una cuestión que lamentó, luego de que en la Cámara de Diputados se ratificó con 40 años de cárcel.
Estela dijo al medio que le gustó mucho bordar a su hija y hacer ese trabajo, porque en un principio “mi hija estaba muy derrotada, muy sola, muy triste, pero encontró a estas compañeras y le dieron empuje para salir adelante. Tiene un significado muy grande para mí. La bordé en etapas y en la última ya está con la voz en alto”, confiesa.
Estela pasó dos semanas completas en los que dedicó hasta ocho horas en bordar, a veces dedicó algunas madrugadas a la pieza, por lo que dice Yeritza, fue muy sanador, para ambas.
El bordado, una estrategia para exigir y tejer memoria
Bordar el dolor, denunciar las desapariciones o exigir justicia por feminicidios, no es una manifestación única de México.
Y es que se antecede de trabajos como los que hacían las arpilleras en Chile, durante la dictadura de Pinochet, para denunciar las desapariciones a través de bordados. También está el caso de Argentina con las madres de la plaza de Mayo, quienes utilizaban las telas para el mismo cometido, en el contexto de la dictadura.
Julia recordó también la iniciativa ‘Bordando feminicidios”, que surgió al finalizar la administración de Felipe Calderón, para bordar los asesinatos de mujeres y niñas en México.
“Hay muchas mujeres que a través del bordado, de hilar y de tomar un tiempo de reflexión, utilizan el arte como un medio para comunicar y como sanación, para plasmar esas luchas”, expresó la curadora de esta exposición en entrevista con Once Noticias.
En el caso de las madres de esta exposición comparten un contexto en el que la violencia hacia las mujeres ha ido en aumento en nuestro país. En el caso de los feminicidios, desde 2015 hasta el año 2021, suman 5 mil 525. De enero hasta octubre de este año van 777 feminicidios, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Con respecto a las desapariciones, de acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), hay 108 mil 025 personas desaparecidas y no localizadas. De ese total, 26 mil 864 son mujeres y 80 mil 422 son hombres, además 739 personas aparecen como indeterminados.
La tentativa de feminicidio cobró relevancia este año cuando en abril diputados la ratificaron hasta con 40 años de cárcel; está pendiente que se vote en el Senado. Las cifras de estos delitos, sin embargo, son todavía invisibilizados dado que de 1.7 millones de ataques violentos contra mujeres registrados en ocho años, sólo se juzgaron 781 casos como tentativa de feminicidio, es decir, 0.04%. El resto fueron clasificados como lesiones dolosas o violencia familiar.
Julia agregó que esas mantas son parte de una expresión paradójica porque aunque ahora ocupan un espacio en este recinto, son y nacieron en el espacio público, y su finalidad es la denuncia. Recordó que muchas mantas llevan pedazos de la ropa de las víctimas y objetos.
Amalia de Montesinos agregó que el bordado es un espacio que ha sido relegado a las mujeres, pero que ha encontrado una reivindicación como espacio político.
“Es un espacio para reconocernos entre nosotras, para pensar de manera colectiva en la justicia que merecemos y tejer vínculos. Somos mujeres diversas, pero nos encontramos para nombrar a las compañeras y recordarlas”, relató.
La exposición estará abierta al público hasta el 24 de febrero en el CCU Tlatelolco. El 4 de febrero, en este mismo lugar, habrá un taller de bordado y ecotejido colectivo, para activar la manta del altar que también se encuentra en la muestra.