En los ochenta se registró la presencia de una pandemia que asoló a la población mundial: el VIH-SIDA. Desde el comienzo de la epidemia, según datos de ONUSIDA, 34.7 millones de personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el SIDA.
El avance científico y las investigaciones han permitido tener mayor conocimiento sobre la enfermedad y sobre los tratamientos. Actualmente las personas que viven con VIH deben seguir un tratamiento antirretroviral para reducir su carga a niveles indetectables y no transmitir el virus.
Guillermo está decidido a compartir su caso. Durante largo tiempo lo ha mantenido bajo perfil.
No vas por la vida dando tu nombre y tu enfermedad, como si fuera una etiqueta (…) Mi intención es que la gente que tenga VIH no tenga miedo, que sepa que puede llevar una vida normal y por otro lado, tengo la intención de que la gente que no conoce el tema sea amable y empática. Estoy listo”, declaró en una conversación con Once Noticias.
“Tu vida cambia, en mi caso, me cambió la vida para bien porque me volvió consciente de muchas cosas, incluso de la vida misma”.
Guillermo Sánchez vive en Cancún, tiene una productora independiente y una sonrisa enorme que se dibuja en su rostro con cada broma y que se acompaña de una cálida voz. Cuando se enteró que era seropositivo su vida cambió por completo.
“Fue terrible, porque fue por vía transmisión sexual. La persona que me contagió lo sabía, pero no estaba en tratamiento. Fue muy complejo. Tuve una depresión terrible. Cuando me enteré fue porque empecé con dolores de cabeza muy fuertes, fui a la clínica Condesa y me dieron el diagnóstico. Ahí me dieron tratamiento”, comentó.
Estigma y serofobia
El productor dijo que las personas no se hacen la prueba por temor “a ser rechazado o rechazada por la sociedad”.
Y es que el rechazo, deriva de la discriminación y de la serofobia; esta última se define como “el miedo irracional hacia las personas que tienen VIH, evitando cualquier tipo de acercamiento o contacto con las personas que son seropositivas o portadoras”. Dicho miedo es injustificado y no tiene sustento científico con base al riesgo de transmisión a terceras personas.
Guillermo lo vivió por parte de una pareja que al enterarse que era seropositivo lo rechazó y dio argumentos que evidenciaban desinformación, pese a que la carga del virus en su cuerpo es indetectable.
No obstante, su círculo cercano y su familia, así como el acompañamiento de los médicos fue fundamental, lo que le ha permitido vivir de otra forma el proceso.
Mi familia ha sido muy amorosa y nos hemos informado muy bien sobre la enfermedad. Jamás me han dejado solo, todo el tiempo han estado conmigo, acompañándome. Mis amigos también me han apoyado, pero me parece que es porque mi círculo es un círculo informado, yo he visto cómo hay personas que sufren el rechazo de su familia. He conocido historias desgarradoras personas de bajos recursos que terminan en la calle, en las drogas, en la soledad y sin obtener los tratamientos necesarios”, indicó.
Cuando fue diagnosticado sufrió depresión a tal grado que pensaba en atentar contra su vida, “mucha gente se suicida al enterarse del diagnóstico”. Sin embargo, acudió con los especialistas, donde conoció a la trabajadora social Leticia Valadez, quien le ha brindado el acompañamiento personalizado necesario.
Guillermo comenzó su tratamiento en el 2014, por lo que 7 años después su carga viral es indetectable.
“Con el tratamiento, cada cuerpo es diferente y reacciona distinto. Hace dos años llegó un nuevo medicamento que es menos hipotóxico y es una tableta al día. Tu vida cambia, en mi caso, me cambió la vida para bien porque me volvió consciente de muchas cosas, incluso de la vida misma”, reconoció.
Mauricio tuvo un diagnóstico tardío
Rebeca y su familia viven en Nezahualcóyotl, Estado de México, cerca del Bordo de Xochiaca. Mauricio su padrastro, murió por SIDA.
“Él tuvo 3 hijos con mi mamá. No era cariñoso, pero tampoco nos trató mal. Yo lo recuerdo como un hombre indiferente, estaba muy poco en la casa (…) Me acuerdo que no nos decía nada, pero una vez se peleó con mi mamá y pues todo se escuchaba, porque vivíamos todos juntos en un cuarto con dos recámaras, y él no quería tener relaciones. Yo creo que ahí ya sabía que tenía algo”, recuerda Rebeca con Once Noticias.
Cuando Mauricio confirmó su enfermedad era demasiado tarde, durante meses presentó cuadros diarreicos, bajó escandalosamente de peso y frecuentemente padecía fiebres, pero no tenía seguro médico y su esposa aseguraba que era brujería. Sin embargo, fue diagnosticado con SIDA, en el Hospital General.
“Recuerdo cuando íbamos a visitarlo, estaba tan flaco que tenía su piel pegada a los huesos, estaba irreconocible. Yo sentía pena. Hasta que un día murió. Mis hermanos ni se enteraron que su papá había muerto, todos tienen un tipo de retraso. Mi mamá sí le lloró. Me acuerdo que en la cuadra luego hablaban mucho, decían que se había muerto ‘por joto’, unas vecinas decían que por drogadicto, porque ellas lo habían visto inyectándose. La verdad, yo creo que lo mató la pobreza y pues la ignorancia. No sabíamos nada de clínicas que tratan la enfermedad y él ya la tenía muy avanzada”, comentó Rebeca.
La discriminación es otro de los problemas que acompaña a la enfermedad.
“Una vez nos dijo que un vecino lo había insultado y hasta no le había permitido entrar a la tienda, porque lo iba a contagiar. Sí sufrió Mauricio hasta el rechazo de la gente, aunque no de nosotros”, expresó.
Según ONUSIDA define “la exclusión, restricción o distinción arbitraria por motivos de una característica personal o por su presunta pertenencia a un grupo determinado, en lo que respecta al VIH. La discriminación incluye actos de violencia, rechazo social, violencia verbal o violencia institucional”.
Mauricio falleció en el Hospital General, un 14 de febrero y nadie, salvo Rosa ‘M’, su esposa, le lloró en su tumba. Tenía 37 años y el motivo de muerte, según el certificado de defunción, fue SIDA.
En México, según datos de la Secretaría de Salud y de la Dirección de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades Transmisibles, publicados en su informe histórico por el Día Mundial del VIH 2020, desde 1983 hasta 2020, han sido diagnosticados 313 mil 969 casos por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Hasta 2020, 99.2% de casos notificados adquirió el virus vía transmisión sexual, 0.5% por drogas inyectables y 0.2% perinatal; mientras que en dicho año no se registraron casos por transmisión sanguínea.
En ese año, además, se registraron 7 mil 459 casos nuevos notificados, mientras que en 2019, fueron 17 mil 172. Los estados con mayor tasa de casos nuevos diagnosticados por VIH son: Quintana Roo, Colima, Yucatán, Veracruz y Morelos.
Guillermo reconoció que para él su proceso ha sido muy importante “porque te vuelves responsable de sí mismo y también de la comunidad. El VIH se confunde con SIDA y se debe de saber que no es lo mismo. El SIDA es la etapa avanzada y es una enfermedad oportunista. Es importante darle seguimiento a la enfermedad una vez que se tiene el diagnóstico y el sistema inmune debe estar fuerte. La gente confunde los términos y el rechazo es inmediato. Por eso es importante que se siga comunicando para tener más información, para evitar la estigmatización, porque la vida no se termina con el diagnóstico, por eso quise hablar de mi caso, porque es posible tener una vida plena y larga,” concluyó el productor.