Reportajes especiales

Crímenes por homofobia, transfobia y bifobia crecen en América Latina

Entre mayo de 2020 y abril de 2021, se contabilizaron un total de 87 crímenes contra la comunidad LGBTTTI+ en México

Charlote Briones, una mujer trans que habitaba en Santa Martha Acatitla, en Iztapalapa, quien durante más de 20 años fue cultora de belleza, fue asesinada tras una riña en un local. Sin embargo, su caso que se suscitó en 2020 sigue impune.

Romina Briones, hermana de Charlote, en entrevista con Once Noticias, recuerda que en aquel altercado las personas comenzaron a molestar a su hermana, la criticaban, la ofendían y agredían por ser persona trans. Charlote falleció por tres impactos de arma de fuego.

“En el Ministerio Público no se le dio mayor importancia a este pleito ni a la muerte de mi hermana. Desde mi punto de vista, cuando narramos los hechos hasta como que hay burla de la autoridad al preguntar quién era mi hermana, si era hombre o mujer y hasta se insinúa que ella tuvo la culpa. Y así nos traen desde hace dos años”, se queja Romina.

Odio que germina

Este 17 de mayo es Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, tres conceptos que engloban la palabra odio, frase aunada a los crímenes y rechazo que hay por personas con diversas preferencias sexuales.

Según el libro ‘Crímenes de Odio por Homofobia’, de Rodrigo Parrini Roses, este término nace del odio que el perpetrador siente hacia una o más características de una víctima, que la identifican como perteneciente a un grupo social específico.

El concepto desde su punto de vista jurídico, se empezó a utilizar en América Latina en la década de los noventa. Hasta ahora, ha sido más una herramienta política que jurídica, destaca la obra de Parrini Roses.

Agrega también que, la relación entre homosexualidad, violencia y aparatos policiales, es una constante en más de cien años de historia impresa.

“Es, ante todo, una construcción ideológica que posiciona a la homosexualidad en los límites de un orden social, ya sea mediante la muerte violenta, el delito o la nota chusca y ridiculizante”, asevera el autor.

Y haciendo referencia a lo dicho por la hermana de Charlote, la muerte de personas homosexuales ha sido motivo de mofa. Un escarnio que, según Parrini, se refracta en dos direcciones: por un lado, hacia las víctimas, culpables de sus propias muertes; pero también hacia la comunidad LGBTIQ+, dado que prevé aquello que podría sucederles.

Las cifras 

Desde 2021, ‘Sin Violencia LGTBI’, que reúne a organizaciones de derechos humanos de once países de la región, alertaba sobre este tipo de odio y violencia. Un informe de esta entidad, elaborado con motivo del Día del Orgullo Gay -28 de junio- indica que, entre 2014 y 2020, al menos 3 mil 514 personas LGTBIQ+ fueron asesinadas en América Latina y el Caribe, mil 401 de ellas por motivos relacionados con el prejuicio frente a su orientación sexual o identidad de género.

Dicho informe estima que, México, Colombia y Honduras concentraron 87% del total de víctimas en 2019; y 89% el año pasado.

“Una de las hipótesis que estudiamos como causa para que en estos países la letalidad sea más alta es que hay mayor presencia de grupos armados y de fuerza pública, que ejercen violencia sobre esta población, además de que son lugares con corredores migratorios que también tienen un efecto en este tipo de crímenes”, dijo Marlon Acuña, coordinador de esa red regional.

Números por estado en México

De acuerdo con el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra Personas LGBTIQ+ de la Fundación Arcoíris, las entidades de Morelos, Veracruz, Baja California y Chihuahua encabezan el top de los estados mexicanos con más crímenes de odio en contra de las personas LGBTTTI+.

Tanto así que, entre mayo de 2020 y abril de 2021, se contabilizaron un total de 87 crímenes contra esta comunidad en el país. Dicho observatorio señala que, de los 43 asesinatos registrados en 2020, uno ocurrió en Baja California; seis en Chihuahua; tres en Ciudad de México; tres en Guerrero; tres en Jalisco; cinco en Michoacán; uno en Nuevo León; y 21 en Veracruz.

Ya en 2021, los números se movieron así:

Uno en Baja California; uno en Chiapas; dos en Chihuahua; uno en Coahuila; uno en CDMX; dos en Jalisco; dos en Estado de México; uno en Nayarit; uno en Puebla; uno en Quintana Roo; 12 en Morelos; cinco en Veracruz y uno más en Yucatán.

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