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¿Cuáles son los retos del libro físico para dar ‘batalla’ al digital?

Este 23 de abril se conmemora el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Sólo que, desde 2020, los festejos se han visto abrumados por números rojos, aunque alentadores, en la industria editorial. Según Nielsen BookScan, empresa que hace mediciones en México sobre ventas de libros comerciales en formato físico, “la industria del libro tuvo una caída en ventas superior a 25%.

 

Esto significó dejar de facturar unos 3 mil millones de pesos en 2020.

“A dos años de la pandemia, y de que el 1 de abril de 2020 se determinó el cierre de librerías, el impacto se ha superado. En este primer trimestre de 2022, el mercado del libro tiene una recuperación de 33.8% en unidades (libros) y 43% en facturación, respecto al mismo trimestre de 2021”.

En este contexto, el de la delgada línea entre el renovarse o morir, surgen necesidades soportadas por proyectos como el encabezado por Alfonso Santiago, quien dirige Desdoble, una propuesta que compendia, ya por séptima ocasión, el arte gráfico con el de la escritura.

“A pesar de tener presente que el libro digital ha empezado a ganar terreno sobre el impreso, quienes estamos inmersos en el ámbito editorial tenemos el reto de generar condiciones de lectura que no se pueden replicar en lo digital. Desdoble, por ejemplo, cuenta con características que no se podrían disfrutar ante una pantalla. Hemos explotado las solapas para jugar con las páginas, y los acomodos de textos para generar una dinámica que obliga a tener a la mano un impreso“, señala Alfonso.

 

En cuanto a la supervivencia del papel, Santiago tiene otro as bajo la manga. Al no depender de inversionistas o la dependencia de un presupuesto determinado.

“En el caso de Desdoble, primeramente contamos con ESPAC, es unas organización sin fines de lucro que, desde 2015, se ha dedicado a estudiar, difundir y promover la producción artística actual a partir de múltiples lecturas y acercamientos a su acervo”.

“Al estar trabajando con artistas, en el caso de esta séptima entrega –la de la fotógrafa Fabiola Menchelli y la escritora Andrea Chapela–, Fabiola ha donado una de sus obras. Eso nos ayudó a pagar gastos de producción. Y, a su vez, a que su obra se difunda y la gente se haga de una obra de arte con enorme valor, pero a un costo asequible”, apunta Santiago. En este sentido, se hablaría de una especie de “trueque artístico”. 

Una nueva forma de hacer libros

 

El especialista en libros y proyectos culturales, Alfonso Santiago, asegura que apostar por nuevos formatos y formas de presentación editorial podría ser la fórmula para dar batalla a la industria digital.

 

“Desdoble podría ser un ejemplo. Con la actual sumamos siete proyectos elaborados con la misma dinámica, sólo diferentes manifestaciones artísticas. En esta ocasión, hablamos de un libro que fusiona la exposición fotográfica con la experiencia que la artista tuvo durante el recorrido de elaboración. Ese registro ya fue trabajo de Andrea Chapela, escritora”.

 

“El objetivo final es hacer que las galerías o museos debajo estén brazo del lector. Que no se tenga que ir a un espacio curatorial en donde únicamente se aprecien las obras. Desdoble ofrece la experiencia de volver a esa visita que no se podría hacer con tanta facilidad a un museo. Además de tener esa ‘experiencia’ anecdótica del proceso de realización por parte de su creadora. Eso es Desdoble y las nuevas formas de apreciar el arte después de la pandemia. Se trata de generar proyectos que tengan posibilidad de proponer nuevas lecturas y nuevas formas de usar un libro”, concluye Santiago.

 

¿Qué es desdoble?

 

A inicios de este mes, la coordinadora del Programa para América de la organización mundial de escritores PEN Internacional, Alicia Quiñones, dijo durante una conferencia de prensa en Ciudad de México, que sólo 30% del espacio en la industria editorial, medios de difusión, festivales y premios literarios es destinado a las mujeres en Latinoamérica.

 

Bajo estas condiciones, más las ya marcadas por la pandemia de COVID-19, se encuentran artistas como Fabiola Menchelli y Andrea Chapela, quienes en Desdoble vieron la oportunidad de seguir trascendiendo con su arte.

 

Todo empezó a principios de marzo de 2020. Después de reuniones con Alfonso Santiago y la invitación a trabajar con Andrea Chapela.

 

“La situación era totalmente diferente a la prevista. Teníamos el confinamiento social como condicionamiento. Andrea fue la primera en pisar mi casa después de que nadie lo había hecho por la situación sanitaria. Nos sentamos a hablar; ella desde la escritura y yo desde la foto. Compartimos muchas cosas que nos llevaron a crear de cierta manera”.

 

“Después de esas pláticas empecé a trabajar con fotogramas a color. Yo estaba en un cuarto totalmente oscuro, un espacio absolutamente meditativo. No había objetos. Eso me hacía significar a un mundo que se autogeneraba. La experiencia me resultó una serie de ejercicios físicos de memoria para generar un espacio dentro de la misma foto”, explica Fabiola.

 

Definido como un artefacto metareflexivo, Desdoble no se convierte en un contexto lector-lectura. Más bien es una experiencia que lleva a una especie de atmósfera llena de interpretaciones que juegan entre lo místico y lo multisensorial.

 

Mientras Andrea Chapela va narrando la experiencia fotográfica, Fabiola Menchelli deja palpar su arte en diferentes colores, texturas y polifónicos mundos que, en efecto, sólo la experiencia del libro físico deja.

 

“La idea es buscar generar ciertas preguntas acerca de la manera en la que observamos y sentimos el mundo. En Desdoble vemos cómo la foto es un medio que todo el tiempo nos muestra la realidad. Hace alcanzar distancias a las que somos capaces de acceder mediante ésta. Es un medio que construye nuestra percepción del mundo. De esta manera, si somos capaces de construir nuestra percepción, también somos capaces de cambiarla”, explica Fabiola Menchelli, quien invita a visitar, recorrer, respirar, palpar, admirar, y, sobre todo, vivir su libro.

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