Reportajes especiales

“De grande quiero ser reguetonero y ya no quiero regresar a la escuela”

Son las 8:00 de la mañana en Ecatepec, a las alturas del Cerro de Ehecatl, en el Estado de México.

Llegó el momento de levantarse y Sebastián hace el desayuno, tiende camas y hace el quehacer de la casa; Armando sale a darle de comer a los perros y a los pollos.

Mientras tanto, Natalia acompaña a doña Josefina, su abuelita, a hacer las pequeñas labores faltantes en aquel hogar de un piso en el que están confinados para no exponerse al COVID-19 desde hace ya un año.

 

Fue en marzo de 2020 cuando nos fue a ver la directora. Nos explicó la situación de la pandemia, dijo que mandaría información por el celular a mi mamá. Al siguiente día ya no asistimos”, recuerda Sebastián, quien con 14 años está inscrito en tercero de secundaria.

Una oportunidad, que al menos administrativamente pudo cumplir, no como esos 5.2 millones de estudiantes de entre 3 y 29 años que ya no volvieron este ciclo escolar a las aulas virtuales, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

 

Ante estas cifras, el caso de Sebastián es distinto. Aunque desde su celular puede acceder a las clases en línea, para él no es viable la opción.

 

No me concentro, entro, hago tareas y las subo a “classroom”, pero siento que no estoy aprendiendo. Pienso que no es lo mismo. Entiendo poco”, afirma al complementar su rutina del día en reunirse con una de sus tías, prima de su mamá, quien les da regularización en algunas materias,

 

Pero no es lo mismo. Siento que necesito la escuela”, expresa.

 

Se ha comprobado que los programas transmitidos para continuar las clases desde casa no tuvieron resultados favorables. Los niños frente a un televisor, sin seguimiento, acompañamiento ni refuerzo y retroalimentación, perdieron la motivación. No hubo aprendizaje. Se abrió más la brecha entre la educación privada y la pública”, manifiesta la profesora Teresa Santana Moronate, quien ha dado clases durante 38 años en escuelas privadas.

Sebastián termina su día viendo televisión o junto a su celular, leyendo libros de emprendimiento o de negocios, aunque su aspiración es entrar a una escuela militarizada.

 

Pero cuando ya todo acabe. Hasta que termine la pandemia empezaré a hacer los trámites. Mientras tanto, de lunes a viernes ésa es mi rutina. Sábados descanso y los domingos me voy con un tío a vender barbacoa. Quisiera volver a la escuela. Lo único que sé para que pase es que las escuelas deben estar muy limpias”, explicó.

¿Cómo sería el regreso?

Aunque los estudiantes, en primera instancia, no tendrían que estar informados sobre las condiciones para poder volver a las aulas, sí deberían conocer al menos los requisitos para que sea efectivo este proceso.

 

Los alumnos deben tener conocimiento de los protocolos para volver a pisar la escuela. Los papás deben estar conscientes de que, si sus hijos tienen algún síntoma, hacer que no asistan. Las vacunas a los maestros no serán suficientes. Los niños también deben estarlo. Más cuando han empezado a incrementar los casos”, explica la maestra Santana Moronatti al recordar que ella ya ha conocido cuatro casos de menores infectados de COVID-19, incluso sin el regreso a clases.

 

 

El temperamento de Armando es más directo.

Tiene 13 años y acaba de entrar a primero de secundaria. No recuerda el último día que fue a clases, tampoco lo que ha aprendido los últimos días de la regularización que le da su tía.

 

No quiero regresar a la escuela. Estoy mejor en mi casa. Ya estoy practicando porque de grande quiero ser cantante de reguetón”,

 

Los números del INEGI indican que 58.3% de estudiantes opinan que no se aprende o se aprende menos de manera presencial, seguida de la falta de seguimiento al aprendizaje de los alumnos (27.1%) y de la falta de capacidad técnica o habilidad pedagógica de padres o tutores para transmitir los conocimientos (23.9%).

 

La señora Josefina asegura que Armando tendrá que volver a clases, en su momento, pero evitar su renuencia a hacerlo será una tarea de las escuelas.

 

Cuando se vuelva a clases tendrá que trabajarse la parte afectiva. Es prioridad saber cómo están. Hay niños que ya han perdido hasta la habilidad para socializar. Después tendrá que venir un proceso de nivelación académica, donde se recuperen los conocimientos perdidos durante la pandemia. Hay que reinsertarlos emocionalmente, eso es lo primordial”, destaca Teresa Santana Moronatti.

La profesora asegura que, pese a las condiciones que se están viviendo, indudablemente los niños de hoy tienen ciertas habilidades más desarrolladas.

 

Hace unas décadas, los estudiantes aprendían mucho, pero no sabían aplicar esos conocimientos. Hoy es al revés: tienen más facilidad para expresarse, para argumentar y defenderse. Tienen más claro lo que quieren”, señaló.

 

Natalia tiene una forma de ser similar a la de Armando, por ejemplo, sabe exactamente su función en la casa, sus tareas, también lo que quiere y lo que no.

Ella no se puede sumar a las estadísticas del INEGI, que informan que 55.7% de la población de educación superior usó computadora portátil como herramienta para recibir las clases, mientras que 70.2% de los alumnos de primaria utilizó celular inteligente.

 

La hermana menor de Sebastián tiene 7 años, va en primero de primaria y no cuenta con ninguna herramienta para recibir las clases, tampoco se siente preocupada por esa situación.

Para Aprende en Casa II veía la televisión de su abuelita, pero no aprendía nada.

 

No se me ‘pega’ nada. Ya quiero regresar a la escuela. No para estudiar ni hacer tarea, eso no me interesa. Más bien quiero jugar con mis muñecas con mis amigas. Aquí mis hermanos no quieren jugar conmigo”, profundiza al complementar su rutina, basada en levantarse, desayunar, acompañar a su abuelita a hacer lo que le diga, jugar mucho y ver televisión toda la tarde.

La maestra Santana Moronatti no responsabiliza a Aprende en Casa de las deserciones escolares generadas por la pandemia, menos a la ausencia de tecnologías en las casas de los mexicanos.

 

Lo que faltó fue trabajo local. Cada escuela debió haberse organizado con base en las condiciones de sus estudiantes. Ellos eran los responsables de que, desde el inicio de esta situación, se les diera seguimiento y acompañamiento a los alumnos. A unas semanas de que, en teoría se esté por volver a clases en Ciudad de México, conozco casos en los que han contactado apenas los directores de primarias a sus profesores, y los reprendió por no haber impartido clases durante este año. Esa falta de coordinación es lo que nos ha llevado a las condiciones críticas de ahora”, plantea. 

 

Aquí nacieron y aquí se han criado. Yo sólo me encargo de que no se salgan a la calle, que no hagan travesuras. Ver que coman, desayunen y cenen. Ésas son mis responsabilidades con los tres niños”, expresa la señora Josefina, quien a sus 76 años, da seguimiento a las actividades diarias de los tres menores.

 

Su mamá está todo el día trabajando. Cuando empezó lo de la pandemia, supe que a ella le mandaron la información. Yo sólo me estoy quedando con ellos diario. No pueden ver las clases de la televisión porque no agarra los canales. No sé moverle”, expone, al aclarar que ella no cree en la pandemia del COVID-19.

Estuve enferma un mes antes de la cuarentena de 2020. Me hicieron la prueba del coronavirus y salí negativa. Y aquí estoy, gracias a Dios”, dice la señora al mencionar que padece de artritis reumatoide, diabetes y haber pasado por una trombosis venosa.

Aunque estoy vacunada contra el virus, ni me va ni me viene. Dios es grande. Cuando a uno le toca, le toca”, puntualiza.

Doña Josefina tiene claro que la clave educación escolar de sus bisnietos está en las aulas.

Es ahí donde ellos aprenden. Necesitan de una guía, de una formación profesional. No es lo mismo que estén aquí, que además tampoco cuentan con lo que necesitan para tomar las clases. Y aunque lo tuvieran, ellos no pueden mantenerse atentos porque es normal que se distraigan”, concluye.

¿Qué retos nos esperan al regreso a clases presenciales?

La maestra Teresa Santana Moronatti explica algunos de los retos, tareas y prioridades por aplicar al regreso a clases presenciales.

  1. Atender cualquier síntoma que pudieran tener del virus y, sobre todo, evitar que asistan a clases.
  2. Crear un ambiente de seguridad en los niños, tanto en casa y como en la escuela. Hay que conocer el entorno de cada estudiante.
  3. Reinsertar emocionalmente a los niños y priorizar esa parte. Los conocimientos tendrán que pasar a segundo plano en primera instancia.
  4. Aprovechar las habilidades de los niños de hoy: ahora se saben expresar y argumentar mejor, pero los conocimientos son menos.
  5. Fomentar el trabajo colaborativo. Hacer que los niños sean más autónomos. Que aprendan a delimitar tareas, motivarlos a que tengan iniciativa y que sean proactivos.
  6. Hacer que los niños sean responsables de los protocolos sanitarios ante la situación en la que se encuentre su escuela con respecto a las indicaciones institucionales.
  7. Atender las áreas de oportunidad en los libros de texto: matemáticas está bien porque aborda necesidades actuales, pero español, por ejemplo, ha eliminado la gramática. Hay que llenar esos huecos.
  8. Colaborar, como padres de familia, con la reintegración de los niños y tomar en cuenta que será un proceso progresivo.

Deja un comentario

Back to top button