Reportajes especiales

Demandan cese de violencia y resolución del conflicto entre Aldama y Chenalhó

Los ataques armados entre Aldama y Chenalhó, en Chiapas, han dejado como saldo 3 mil 500 personas desplazadas, aproximadamente, decenas de heridos y personas muertas.

El conflicto entre ambos municipios deviene desde los setenta y están en disputa 60 hectáreas; con el paso del tiempo se ha intensificado en distintos períodos y pese a los acuerdos de paz prevalece la violencia.

Se respira una tensa calma al ingresar al poblado. Apenas algunas personas sobre la carretera, bajo un sol que arrecia a mediodía, caminan para ir a la cancha del poblado, a unos pasos de la Iglesia, en la que hay una Asamblea de la comunidad.

“Se discuten asuntos internos del pueblo, ahí están los representantes”, dijo María a Once Noticias, mientras buscábamos salir de la cabecera para realizar un recorrido por uno de los caminos en los que se han dado estos hechos de violencia.

Al abordar el auto que nos llevaría cerca del río, María relató a Once Noticias el contexto de su lugar de origen.

“Pues el conflicto tiene su origen desde los setenta y se disputan 60 hectáreas entre Aldama y Chenalhó. Los hermanos vecinos de Santa Martha dicen que somos nosotros los que hacemos ataques armados, pero ellos tiene armas de alto calibre y hemos documentado todas las agresiones”.

Los enormes letreros, que se encuentran en la entrada de cada municipio, abordan al espectador con sugerencias de convivencia y de multas en caso de no cumplir con estos comportamientos. Magdalena de Aldama no es la excepción y sus enormes letreros nítidos advierten las reglas para ingresar y bajar al pequeño valle de la comunidad.

Sobre la pequeña carretera se observan los maizales y resalta el verdor poético de los cerros. Alguna familia, que va de regreso a su hogar, es sorprendida por los sonidos de los autos. Otras trabajan en la siembra. Nos saludan. En la comunidad todos se conocen, y es que Aldama, según el censo de población del año pasado, registró a 8 mil 480 habitantes y está conformada por 21 pueblos.

La principal fuente de ingreso es la siembra del café, aunque también hay plátano, calabaza, maíz y frijol. Las mujeres se dedican a las artesanías que venden en la ciudad.

Durante algunos períodos los ataques han cesado, pero continúan. Estos ataques son hechos por grupos de paramilitares de Santa Martha, Saclum, Pajaltoj, Ik’al lum y Yov Ventana, del municipio de Chenalhó. En 2017 se intensificaron, porque los disparos ya no eran a los comuneros sino a toda la población. Y eso ha continuado hasta la actualidad”, comentó María.

Antes de continuar al camino, la pausa se hace necesaria. Decidimos parar para tomar un refresco y un pan, ya que había que espantar el hambre con un antojo. Apenas probamos un bocado y los compas, entre pequeñas risas jocosas, comparten que lo que más se acostumbra beber en las comunidades es refresco. Entre tanto, el bebé de Rosita despertó de su descanso, característico de su corta edad de vida, y asomó sus grandes ojos por el rebozo de su joven madre.

En los postes de luz del poblado de Aldama se advierte la adherencia al movimiento zapatista: la estrella de la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) posa sobre un fondo rojo.

En los Altos de Chiapas, no todas las comunidades se adhieren al EZLN, aunque las que lo hacen tienen estrellas o imágenes de la lucha en alguna parte visible de sus pueblos. En Aldama, hay rocas y postes con imágenes pintadas que rememoran a uno de los movimientos más emblemáticos de la entidad.

Retomamos el viaje sobre dos autos: en uno, María, Rosita y su esposo, viajaron con Once Noticias. En el otro, los cinco compas que nos cuidaron durante el trayecto. Todos y todas cargan con sus respectivos radios, herramientas fundamentales para mantener la comunicación constante ante cualquier inconveniente.

El camino de concreto llega hasta un punto que señala la entrada a un camino de terracería. Un letrero enorme, tan grande como para no ignorar las acciones del poder, advierte que es construido por el Gobierno Federal. Apenas son dos kilómetros cuesta abajo y conecta a San Pedro Cotzilnam con Xuxch’en y Stzelejpotobtik con Ch’ivit.

Este camino apenas fue abierto el año pasado y el objetivo del gobierno es modernizar la zona, pero es muy peligroso para que una persona lo transite, porque aquí no hay dónde esconderse si hay ataques armados”, relató María al medio.

Más adelante, después de intercambiar algunas palabras en tzotzil con Rosita y su esposo, María dijo a Once Noticias que: “cada kilómetro son 14 millones de pesos. Nuestra petición fue de 50 millones para indemnizar las pérdidas por las cosechas y los cultivos debido a la violencia”.

Se advierte la tensión del silencio, salvo el de nuestros autos que buscaban bajar por el accidentado camino en el que se observa la maquinaria que ha enviado el gobierno y que ha quedado detenida.

“Por la violencia hasta las personas que trabajan en la construcción del camino se han ido, por el miedo”, expresó María.

Al pasar por la escuela Vicente Guerrero, cuyo abandono es visible, no sólo por el contexto de pandemia sino por el aumento de violencia, se observan las paredes exteriores con marcas de balas. “Los salones de la escuela se usaban como Base de Operaciones Mixtas de la Policía Estatal que mandó el gobierno”, denunció María.

Desde este punto es posible observar, desde un pequeño mirador, los cerros del municipio vecino. Al señalarlo entre algunas rocas, María compartió que desde ahí los grupos armados atacan. Son varios los puntos de ataque aunque destacan, por ejemplo, Nechen, Volcán u Ontik. El CDH FrayBa apunta que son 20 sitios de disparo.

Se siente miedo, pocas personas transitan el camino y desde aquí, hay que estar pendientes y mirar a todos lados, a cada persona que pasa, mirar entre las plataneras y el verdor de los cerros que atestiguan nuestros pasos.

Llegar abajo, acercarse al sonido del agua, es acercarse al punto fuerte de tensión. El manantial, que funge como frontera y que adquiere significado por la disputa territorial, se localiza en Ch’ayomte’ Aldama.

“Chenalhó no quería que Aldama tomará agua de ahí. Ahí se reavivó el conflicto”, afirmó María mientras sumaba a decir que bajar a él sería peligroso, porque podría haber un ataque y no habría forma de resguardarse. Dijo que los ataques son de parte de grupos paramilitares que operan del otro lado y que suelen bajar al río o a las comunidades.

Estos ataques y exacerbada violencia han provocado el desplazamiento de muchas familias. Buscan un lugar seguro en algún poblado cercano, para resguardar su vida y su seguridad. Son muchos los muertos, rebasan los 30, y las personas heridas que han quedado marcadas por las balas y el miedo.

Pocas personas se atreven a compartir su testimonio, tienen miedo.

Hasta este punto podemos llegar, más abajo es peligroso. Aquí, entre más lejos, las personas buscan terrenos para hacer su casita, porque se han visto forzadas a dejar sus hogares en las partes de arriba o cercanas al río”, declaró María a Once Noticias.

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