Hace unos días circuló en redes sociales la imagen de una pareja homosexual besándose. Nada raro hubo en ella, salvo el pie de foto que interpelaba a cuestionar al público dado que no respondía a la representación del imaginario homosexual: dos hombres blancos, musculosos, semidesnudos, en algún escenario exótico.
Por el contrario, la imagen era el retrato de dos hombres morenos, vestidos con ropa común (resaltaba la camiseta con el escudo de un equipo de fútbol), en algún paisaje que bien podía ser algún pueblo de este heterogéneo país. La frase última recordaba que “el amor es amor y te jodes”.
La fuente de la imagen se fue perdiendo ante el fenómeno de la viralización y comenzó a ser intervenida con distintas tipografías, colores y títulos, algunos de ellos decía: “Amor es amor”. Sin embargo, en redes sociales no faltaron los comentarios aporofóbicos, racistas y por supuesto, homofóbicos.
Es así que surgieron algunas dudas, ¿cuál es la representación social de la homosexualidad en nuestros tiempos? ¿Qué papel juegan los medios y las marcas en esa representación? ¿Cómo impactan en el movimiento LGBTIQ+?
Para ahondar en el tema y encontrar algunas posibles respuestas a estas interrogantes, Once Noticias conversó con Jesús Patiño (Instituto de Investigación Histórico Sociales de la Universidad Veracruzana), especialista en estudios queer.
La representación de la homosexualidad vs la realidad de los crímenes de odio
En la representación social de la homosexualidad prevalecen imágenes de hombres con ciertos patrones de belleza occidental, relacionados con estereotipos estadounidenses o europeos: son hombres jóvenes, blancos y en el que se sobresalta una idea hegemónica de masculinidad y de felicidad como sinónimo de gay, tal como explica Jesús Patiño.
Esta representación responde a una asimilación comercial. Medios y marcas son quienes plantean la convencionalidad de lo que significa “ser” disidencia sexual.
“El color moreno en la piel [de personas de la disidencia sexual] no se ve reflejado en las marcas. Estamos acostumbrados a ver estereotipos occidentales, también en el arte y otras esferas de la cultura”, afirma Patiño al medio.
Reflexiona que el movimiento social LGBTIQ+ ha mutado y critica que en la actualidad existe una asimilación comercial “es un ejemplo claro de la cooptación que ha hecho el capital de un movimiento social”, afirma.
Esto último al referirse al “pink market” o “mercado rosa”, que se enfoca en servicios y productos para la comunidad LGBTIQ+. Este mercado, hasta 2021, aportó 80 mil millones de dólares al PIB en México, de acuerdo con la Federación Mexicana de Empresarios LGBT.
“Comenzó siendo un movimiento muy marginal [el movimiento LGBTIQ+] hace casi 50 años y ahora ya es una cuestión comercial, hablando de las representaciones mediáticas y del mercado”.
Patiño dijo, sin embargo, que ese nicho no ha borrado la dolorosa realidad que atraviesa a la comunidad LGBTIQ+ con respecto a los crímenes de odio y diversas violencias que les atraviesa.
“Es una realidad que mata, no podemos reducir sólo a capital y marcas”, expresó el también maestro en Estudios Culturales (El Colef).
Las cifras respaldan esa realidad
De acuerdo al informe “Muertes violentas de personas LGBT+ en México”, realizado por Letra S, hasta el año 2021, se registraron al menos 78 muertes violentas de personas LGBTIQ+ en el país. Esa cifra se mantuvo estable con respecto al año anterior que fue de 79, es decir, en promedio fueron asesinada al menos 6.5 personas de la comunidad LGBTI+ al mes.
Por su parte, el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra personas LGBT, documentó el año pasado 72 casos de agresiones, de las cuales 66 fueron asesinatos y 5 casos de desaparición.
No obstante, Letra S sustenta que la cifra real con respecto a homicidios sería otra:
“se ubicaría en 179 homicidios de personas LGBT tan solo en 2021, […] En el último lustro, suman al menos 461 muertes violentas de personas sexodiversas: 95 en 2017; 92 en 2018; 117 en 2019; 79 en 2020; y 78 en 2021”, de acuerdo al informe.
Además registró que las mujeres trans fueron las víctimas más numerosas al contabilizar 55 transfeminicidios, en 2021. Un año antes se registraron 43 víctimas. En porcentaje, las mujeres trans pasaron de 54.5% a representar 70.5% del total de homicidios de personas de la comunidad LGBTIQ+.
A nivel entidad federativa, Guanajuato registró mayores transfeminicidios (7).
Veracruz (10) encabeza la lista de homicidios de personas de la comunidad sexo diversa. Además es la entidad que tuvo mayor número de víctimas hombres gay. Le sigue Guanajuato (9), Estado de México (7) y Chihuahua (6, de los cuales 2 fueron víctimas lesbianas).
La plataforma Visible ha registrado que otros tipos de agresión más frecuente que se reportaron hacia personas LGBTIQ+, de 2020 a 2021, fueron: verbal (236), impedimento de entrada y/o negación de servicios o derechos (114) y asesinatos (108).
El arcoíris no es igual para todxs
Para Jesús Patiño la representación juega un papel importante y ha ido cambiando con el tiempo. El investigador señaló a Once Noticias que la imagen que se viralizó le llamó la atención porque en su naturaleza per se no debería hacerlo, dado que el género debe tranversalizarse con el color de la piel, la clase, etnicidad, edad, etc.
Sin embargo, recordó cómo es que al interior del movimiento LGBTIQ+ también la marginación impactó en generar representaciones blancas y clasistas. Por ejemplo, expuso que existía la figura de las ‘locas’ y ‘vestidas’, pero representaba un movimiento atávico, por lo que, quienes encabezaban el movimiento (que en su mayoría eran hombres blancos de clase media y alta), marginaron a esas minorías. “Es así que lo gay se relaciona con lo blanco y con cierto poder adquisitivo”, criticó Patiño.
En esa línea, Carlos Monsiváis afirmaba, hace 15 años, en su texto “De las variedades de la experiencia homoerótica” que hasta lo que se conocía hasta ese momento de las minorías sexuales en el país se identificaba con el entonces Distrito Federal. Lo que ocurría fuera de la capital estaba permeado por la clandestinidad que “combinaba el fundamentalismo católico y el analfabetismo científico, y protegía la mezcla con la exaltación de los prejuicios”.
En ese texto, Monsi –que gozaba de buena salud e intelecto– expuso cómo la experiencia de pertenecer a las disidencias sexuales estaba marcada por el lugar en el que se vivía, no era lo mismo ser gay de la urbe que gay en “provincia”.
En la urbe, ser gay era sinónimo de blanquitud, nortamericanizado, “estar en ambiente”, mientras que en pueblos y pequeñas ciudades “sólo se admite la existencia de los gays si recaban el desprecio unánime y, por eso, el que no pregona su condición le niega a la comunidad las oportunidades del repudio”, señala Monsi luego de citar a Juan José Arreola en un extracto de su novela La feria (1963), que refiere a la homofobia.
Luego vino a sumarse el mercado y el capital que adaptaron la idea hegemónica de un imaginario de la homosexualidad, en el que no todas las disidencias tienen representación (como las lesbianas o las personas trans), lo que impactó en el aislamiento y falta de articulación con otras luchas sociales:
“¿Por qué desvincularse de la realidad social? ¿Por qué no pensar en las luchas de clases, con el movimiento indígena o en la defensa de la tierra? La cooptación ha hecho que solo sean demandas muy específicas. Las lesbianas tampoco tienen representación o son la contraparte de los gays y están representadas bajo estereotipos de belleza occidental”.
Empero, fue también que surgieron resistencias y una de ellas fue la transexualidad que se contraponía al imaginario hegemónico, por lo que fue marginalizada. Ante esto, Jesús Patino señala que se ha ganado más terreno y visibilidad, aunque los crímenes de odio son latentes en esta disidencia, por lo que agrega:
“El arcoíris no sale para todxs, se matan a personas pobres, morenas, trans, para ellas no sale el arcoíris, se queda en la tormenta de la indiferencia y apatía social. Vemos que las empresas te venden la imagen y el deseo. Te venden la idea de ser diferente y encajar, pero la realidad es traspasada por el acoso y la violencia a las disidencias sexuales que están fuera de esa idea. El impacto se expresa en la marginación y aislamiento de otras luchas sociales”, concluyó.