Cuando Carmen se presenta recurre a reafirmar, a través de su maternidad y su lucha, su identidad: “soy María del Carmen Volante, madre de Guadalupe Pamela Gallardo Volante, desaparecida en la Ciudad de México, desde 2017. Estoy buscando a mi hija”, sentencia a Once Noticias.
Esta enorme metrópoli resguarda entre sus calles y su gente, el dolor de muchas madres que buscan a sus hijos e hijas, en un camino parecido más a un laberinto sin salida que un valle pintoresco conectado por calzadas.
Cuando se habla del fenómeno de las desapariciones, aunque ha sido cada vez más visible, se piensa que ocurre en los lugares más lejanos y recónditos de México. La percepción es que en las desapariciones se atraviesan los contextos de violencia de otras entidades.
Carmen atina a señalarlo y dice que se piensa que en Ciudad de México no hay este fenómeno, que no ocurre, pero no es que no exista, sino que el ruido incesante de la ciudad, su bulla, hace que se pierda entre otros sonidos, entre cantos de otras luchas, del tráfico, del sonido del metro o de la alarma sísmica.
Pero ahí está, las cifras lo evidencian, como también la voz de cada madre que nombra en las marchas o en cada Fiscalía a sus desaparecidos y desaparecidas.
Por eso Carmen, para hablar de ella, se refiere no a su individualidad sino a su lucha porque no es aislada, sino que la comparte con cientos y miles de otras madres buscadoras de la Ciudad de México.
María del Carmen: la madre
María del Carmen creció entre zapateros. La herencia de sus padres fue esa habilidad. Ella vivía en la colonia Morelos y trabajaba con ellos en el famoso Mercado de Granaditas, el más grande de la capital que aglomera a comerciantes y artesanos del zapato. ‘El más grande del País’, señala la voz popular que lo conoce.
A los 17 años se casó y se mudó a la alcaldía Gustavo A. Madero, en Lindavista, desde donde siguió con la fabricación y venta de zapatos. Ahí crecieron sus tres hijos: Esteban, José Eduardo y Pamela.
Así era la vida de Carmen: comerciante, madre, hija.
Carmen se define a sí misma como una madre amorosa, pero exigente. En el tiempo que educó a sus hijos les inculcó el valor de la palabra y del respeto:
“siempre les decía que la palabra era el honor. Siempre les inculqué que no violentaran a nadie, para no ser violentados. Siempre en el marco del respeto y que no permitieran que otra persona los ‘ninguneara’. Siempre el respeto y la moral”, compartió a Once Noticias.
Carmen y la búsqueda de Pamela: la lucha
Cuando a Carmen se le pregunta sobre su lucha, su memoria tiene fresca la ficha de búsqueda de su hija:
Guadalupe Pamela Gallardo Volante, 23 años. 1.58 de altura, tiene un tatuaje de cerezas detrás de la oreja derecha. Fue vista por última vez el 5 de noviembre de 2017, en el Festival de música electrónica Soul Tech que se llevó a cabo en el Ajusco, kilómetro 13.5, alcaldía Tlalpan, en Ciudad de México. ¡Ayúdanos a encontrarla!
Después de ese evento, Pamela desapareció.
Carmen recuerda que ella llevaba a su hija a los eventos, pero en esa ocasión decidió dejarla ir con sus amistades y la pareja. Ella salió el 4 de noviembre de su casa a las 8 de la noche, para ir al concierto. Iba acompañada de dos amigos y por Jesús Zamora, quien entonces era su novio. Fue la última vez que Carmen vio a su hija menor.
Al día siguiente, al ver que Pamela no regresó, intentó comunicarse con ella, pero fueron intentos fallidos.
En la madrugada recuerda que lograron comunicarse, por mensaje, con el novio de Pamela –quien fue la última persona con la que estuvo– y les dijo que presuntamente habían discutido, y que la había dejado formada en la fila para abordar un autobús, con el objetivo de salir del concierto y regresar a casa. El hombre presuntamente regresó al festival y al volver a la fila, Pamela desapareció.
Al ver que las horas pasaban y ante la desesperación, Carmen decidió pedir ayuda a una sobrina para subir la foto de su hija a las redes y comenzar con la búsqueda.
“Luego, comenzaron a entrar llamadas y ahí empezó mi lucha como mamá [buscadora]”, señala al medio.
Cuando Carmen habla de Pamela, se llena de emoción, y cuenta al medio que es su niña, su reina y su princesa. No tenía redes sociales y estaba convencida de la igualdad de todas las personas. “Es alegre bailadora, sociable, tiene muchas amistades”, relata su madre.
El caminar de Carmen
La búsqueda se intensificó y con ella también los resquebrajos que se enfrenta una madre y una familia al laberinto de las instituciones y sus diversas violencias, al intento de extorsiones y a los devenires de buscar a una mujer en este país.
Las implicaciones de esta lucha han cobrado facturas. Carmen dejó totalmente de trabajar y se dedica de tiempo completo a buscar a su hija menor. Uno de sus hijos perdió su trabajo y el otro es quien sostiene y apoya los gastos de su familia.
“En lo económico todo se va. El primer año para nosotros fue muy difícil, había extorsiones, decían que la tenían. Nos quebraban porque tenemos la esperanza de poderla recuperar”, afirma Carmen.
Cuando Carmen rememora el camino institucional que han seguido, emite un suspiro de molestia, porque critica que en el caso de su hija han existido faltas y omisiones. Una de ellas es que el personal de las instituciones encargadas de la búsqueda no posee la capacitación adecuada, tal como dijo Carmen.
“Llegas a la Fiscalía de desaparecidos y pasas por un proceso de más de siete horas para levantar una pesquisa que marcan como ausente y extraviado. Del Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes (Capea) a la Fiscalía, se desconoce el proceso y protocolo para saber cómo buscar. Las instituciones pueden tardar hasta un año, cuando las líneas de investigación son tan grandes y amplias para poder llegar ahí. […] Aunque la familia lleve todo para llegar a Pame, tardan de ocho a nueve meses para una investigación […] En el caso de mi hija llevó seis fiscales y en el general, llevamos dos. Tristemente sigue pendiente y nos revictimizan día con día”, denunció.
Y es que a ella la han señalado y acusado por haber dejado ir a su hija al concierto.
“Yo les he dicho que mi hija nació para ser libre y ella tenía los principios y moral para enfrentar la vida”.
Pese a esta situación recordó que ella junto a otras madres lograron que en Ciudad de México se contará con una Comisión de Búsqueda y una de Víctimas.
En el año 2019, el gobierno capitalino anunció la creación de la Comisión de Búsqueda de Personas de Ciudad de México. Ese mismo año se emitió la Ley de Búsqueda de Personas de CDMX. El año pasado, también, iniciaron sesiones del sistema de búsqueda de personas en la capital.
No obstante, no ha sido suficiente porque para lograr la efectividad de estas comisiones, leyes o protocolos falta reconocer que “en la región más transparente del aire” el fenómeno de las desapariciones ha impregnado a sus territorios.
Desaparecer como mujer en CDMX
Según detallan los reportes del Registro Interno de la Comisión de Búsqueda de Personas de Ciudad de México, hasta diciembre de 2021, se registró dos mil 90 personas desaparecidas. De ellas, mil 309 son hombres y 781 son mujeres.
Las alcaldías con mayor números de reportes por desaparición es Iztapalapa (324), Cuauhtémoc (244) y Gustavo A. Madero (220). Tlalpan ocupa el sexto lugar con 109 reportes. Esta última fue la alcaldía en donde desapareció Pamela.
Hasta la actualización del 15 de febrero de este año, hay 2 mil 201 personas registradas como desaparecidas. El orden de las alcaldías también se ha modificado aunque cabe destacar que se suman Coyoacán y Álvaro Obregón, en la actualización de los datos, y varían según el tamaño de población.
No obstante, el panorama se complejiza, también, cuando se suma al fenómeno la perspectiva de género.
La organización Datacivica detalla que del año 2000 a 2020, 69 mil 363 mujeres fueron desaparecidas en México. 58% de las mujeres desaparecidas en esos años son adolescentes y 22% aún no han sido localizadas.
Además, fue a partir de 2007 que las desapariciones de mujeres aumentaron de forma disparada: de 2006 a 2007 la cifra pasó de 242 a mil 429 mujeres desaparecidas.
Según el Reporte de Desaparición y no Localización, una caracterización del fenómeno con perspectiva de género (2019), Ciudad de México no se encuentra en los primeros lugares de ocurrencia de este fenómeno a nivel nacional.
No obstante, de 2017 a 2019 hubo un repunte de desapariciones de mujeres en la capital. Y aunque de manera diferenciada por sexo, la ocurrencia de desapariciones es mayor en hombres, se debe considerar también la edad.
En ese mismo período de tiempo, el rango de edad en que más se reportaron desapariciones de hombres fue el de 25 a 34 años, mientras que las mujeres reportadas mayoritariamente fue en el rango de 15 a 24 años. Uno de cada cuatro mujeres desaparecidas son menores de 18 años.
Además las madres suelen ser quienes reportan la desaparición de las mujeres, según Locatel.
Pero las cifras no dicen mucho sino se nombran, sino se escuchan a las madres, sino se escuchan las historias.
Carmen afirma que las madres han aprendido, en compañía de organizaciones como Grupo de Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social -quien lleva el caso de Pamela–, los protocolos de búsqueda y todo lo que hay que saber para buscar a sus familiares. La lucha se los ha enseñado.
Pamela, por ti, por todas
Carmen ya no es la misma. Hay una tristeza que ni siquiera la palabra puede nombrarla. Sin embargo, su lucha se ha fortalecido porque no está sola, porque hay muchas madres que como ella no se detendrán hasta a encontrar a sus hijos, hijas, a Pamela.
“A toda la sociedad debe importarle dónde están nuestros hijos e hijas desaparecidos, sino queda en el olvido. Tenemos que buscar que el Gobierno haga algo en las desapariciones. Hay que unirnos como mujeres y como madres, ellas son nuestra voz, ojos y nuestros oídos”, afirma con voz fuerte a Once Noticias.
Su delantal, el que siempre lleva a cada marcha, con la foto de Pamela tiene impresa una frase que no duda para cerrar la conversación: “por ella, para ella y por todas ellas”, finaliza Carmen.