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“El don del ser, y el ser en el don, están al escribir”: fundamento de un poeta

Despierta ideal

Camino sólo en la vida

Junto con una herida

Por no tenerte junto a mí

 

Camino sin rumbo y sin destino

Porque el rumbo y el destino

Para mí eres tú

Y tú, ya no estás para mí…

Ésas fueron las primeras líneas de un hombre, cuya adolescencia fue el punto clave para empezar a formar una personalidad, en búsqueda del sentido por la vida. Se empezó a definir su carácter, pasión y mística. Incluso, la profesión de quien se sentía como un pequeño colibrí que buscaba el néctar de la vida: Juan David Ovando, escritor, ensayista, académico, abogado, filósofo, pero, sobre todo, poeta. 

Un poeta a quien le apasionó, en algún momento, el periodismo. Pero la estética de las letras fue el néctar que lo alimentó y seguirá alimentando por siempre.

La poesía es sentir, más que pensar. Es una belleza sentimental. Cuando la creas, nace lo que nunca alguien más ha expresado. Estamos en lo que sentimos. Estamos en lo que pensamos, en lo que soñamos. Pero más en lo que amamos. Pensé el amor y en la vida”, cuenta Juan David.

Agrega que la directriz de su escritura pertenece a un acto vibrante, que “alcanza la esencia de la creación por un instante, la conserva, es innovadora porque es lo que sientes. El momento transformador. Es la vida la que habla. Y al compartirla se vuelve magia, creando mundos nuevos para los mundos viejos. Se renueva en un mundo posible ante el mundo dado. El poeta está enamorado de la vida. Y, al estar enamorado de la vida, la hace poesía. Y, al hacerla poesía, la eleva al nivel del alma”, profundiza Juan David.

 

¡Si supieras, si tan sólo supieras!

Si supieras, si tan sólo supieras, que miro y abrazo tu foto todas las noches, que al dormir y al despertar tú siempre estás conmigo, que escribo entre el viento la inicial de tu nombre, lo que te dice mi corazón aun cuando calla, es que a mis latidos tú si les das sentido [fragmento].

Para Juan David, el momento más idóneo para escribir poesía es “cuando amas. En “Si supieras, si tan sólo supieras”, encuentras todo el amor que un hombre puede dar por una mujer. Eso es bello. Además, esa poesía se convierte en arte cuando lleva la esencia de la eternidad. Lleva lo estético por medio de las palabras. Entonces, el don del ser y el ser en el don, está al escribir. La palabra es presente, trasciende, porque la letra es vida”, puntualiza el ensayista.

 

Inspiradores e inspirantes…

Además de la musicalidad y trascendencia estética en el trabajo de Juan David Ovando, existe, como en toda obra, una influencia que rompe las fronteras estilísticas y geográficas. A la mente le viene el chileno Pablo Neruda, de quien destaca su enamoramiento de la vida. 

“Él vuela, flota, se eleva. Es el máximo hombre de amor”. Vuelve a México con su paisano Salvador Díaz Mirón, “por la insuperable combinación de energía y belleza que llevan sus letras. Es soberbio porque es casi perfecto, como buen precursor del modernismo en América”.

En la misma estela geográfica llega a Octavio Paz, quien “con su intelectualidad, se consolida como un poeta culto. Un cerebro andando con todos los siglos que ha leído reflejados en su escritura”. Ovando cambia de continente y se acerca a William Shakespeare por el tratamiento del amor en Romeo y Julieta. Aterriza en España con Miguel de Cervantes Saavedra, “no sólo en las letras. También porque expresa, de forma inteligente, lo que no pudo manifestar ante esa época y sociedad que lo marginó, esclavizó, encarceló, pero que los superó a todos con sus letras”. 

De Gustavo Adolfo Bécquer se engalana con sus versos inspiradores. Y vuelve a América con el uruguayo Mario Benedetti para motivarse con sus frases inéditas, para establecerse en México con Jaime Sabines, quien “lleva la melancolía bohemia en su garganta y nos embriaga con su adicción al amor”.

Si bien los anteriores fueron sus inspiraciones, Juan David Ovando refiere que también hay temas que lo han llevado por el hilo conductor de su obra, como bien se deja ver en cada poema de Corazón latino y su poesía de amor, editado y publicado por la Universidad de Xalapa: “Las victorias, los sueños, los viajes, las lágrimas, el amor, el dolor, la desilusión, y, en especial, la soledad, son las más grandes inspiraciones de un ser humano”, asegura el escritor, quien afirma que, alejado del mundo, y como patrimonio sólo tinta y hojas, “le devolví al mundo mi poesía de amor. La soledad es dura, pero es sincera. La herida no miente. Como decía Ortega y Gasset: ‘De dolor y placer la carne se vuelve espíritu’”, puntualizó Ovando.

 

Viaje al mestizaje

Juan David Ovando tiene estudios en Filosofía y Derecho por la Universidad Veracruzana. Es maestro en estudios Latinoamericanos en Historia y Cultura por la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España. En 1993 ganó la presea Félix Palaviccini del Premio Nacional Juvenil de Periodismo, y en 1994 la presea Fernando Benítez del Premio Nacional Juvenil de Periodismo.

En su más actual libro, Corazón latino y su poesía de amor, Juan David asegura que “lleva el mestizaje cultural latinoamericano resaltando el espíritu musical latino en Estados Unidos, al mismo tiempo que el Perú mágico, Cuba, México, Panamá… También hay pasajes de la historia, el amor en sí mismo. Pasajes místicos. Corazón latino viaja por el mundo. Es un poeta peregrino. En Corazón latino hay literatura, sentido humano, cultura, historia, versos bellos”. La vida concentrada en palabras.

“Hay tardes de lluvia que inspiran poesía

Hay tardes de lluvia que confortan el alma,

Hay tardes de lluvia que contienen la vida

Y viajan las letras entre las gotas de agua”.

Juan David Ovando

 

Corazón latino y su poesía de amor se puede leer en el “Estante 4” de la Biblioteca Virtual de la Universidad de Xalapa.

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